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India, los desafíos de una potencia emergente

LUCÍA VILLA

400 millones de personas en la pobreza extrema, 165 millones que son discriminadas por razón de casta, 13 millones de niños y niñas obligadas a trabajar para poder subsistir, millones de mujeres (el 47%) casadas antes de cumplir 18 años, casi 62 millones de menores que sufren desnutrición crónica, 1,4 millones de niños fallecidos antes de cumplir los cinco años.

Son las paradójicas cifras de un país, India, que se abre paso como una potencia emergente con el enorme desafío de la desigualdad y la pobreza a sus espaldas. 'Hay mucho contraste, en las principales ciudades grandes se ve el progreso, pero las zonas rurales viven muchos años atrás y es allí donde vive el 70% de la población india', señala Anna Ferrer, presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, en un encuentro en Madrid para presentar la campaña de apadrinamiento de la ONG, que lleva 45 años trabajando con los sectores más desfavorecidos del país asiático.

Portando un bindi rojo en la frente, la esposa del fallecido misionero catalán ha desgranado los cuatro retos que afronta la organización humanitaria hoy por hoy y que representan los mayores lastres para la región:

La discriminación por castas: aunque es una práctica ilegalizada hoy en día, los tratos discriminatorios, inhumanos, crueles y degradantes por pertenecer a castas inferiores afecta a una 165 millones de personas en India. Este tipo de prácticas se dirigen sobre todo hacia los dalit o los ‘intocables', un grupo que fue expulsado de la categoría de casta y donde las mujeres, más que ningunas otras, se ven sometidas a 'violaciones, secuestro, tortura física y mental, homicidio, tráfico inmoral y abuso sexual'. 'Puedes construir una escuela en 9 meses, pero para sacar el sentimiento de casta de dentro de las personas hacen falta muchos años. No importa si eres ingeniero o médico, la casta a la que pertenezcas es siempre lo primero', dice Ferrer, que denuncia que a pesar de las leyes aprobadas por el Ejecutivo indio, existen pocas campañas de sensibilización en este sentido.

El trabajo infantil: la pobreza extendida y la falta de una educación de calidad que lleva consigo el sistema de castas desprenden cifras alarmantes sobre la explotación infantil en la región. Cerca de 13 millones de niños y niñas se ven obligados a trabajar para subsistir y el 75% de ellos lo hacen en condiciones peligrosas, durante 18 horas al día, todos los días de la semana, para ganar unas 15 rupias (0,19 euros) de salario al día. No obstante, la tendencia ha ido mejorando las estadísticas. En Anantapur, donde trabaja la fundación, han conseguido que cerca del 70% de los menores cuenten con una educación, asegura Ferrer.

Matrimonios infantiles: Es quizás uno de los problemas más complicados de atajar por los fuertes arraigos culturales y por el intercambio de dinero que muchas veces llevan consigo los matrimonios concertados. Casi la mitad de las mujeres indias (el 47%) se casa antes de cumplir la mayoría de edad, muchas veces sin su consentimiento. 'La salud, la educación y perspectivas de desarrollo físico y emocional de las niñas se ven truncados cuando se casan', señala la Fundación.

Desnutrición crónica: en India, 1,4 millones de niños y niñas mueren antes de cumplir 5 años y casi 62 millones sufren desnutrición crónica y retraso del crecimiento antes de cumplir los 5 años. Anna Ferrer explica que durante los primeros meses de vida, cuando los bebés son amamantados, no se aprecian tantos problemas. Sin embargo, la pobreza extrema y la costumbre de introducir sabores picantes en los platos contribuyen a la malnutrición durante los primeros años de vida. 'Pasados los cinco años tienen un grave retraso de crecimiento y grandes probabilidades de tener déficits funcionales de larga duración afectando su inteligencia y otras habilidades cognitivas'.

'De lo que más orgullosa me siento en la labor de la Fundación durante estos 45 años son los millones de talleres de concienciación que hemos hecho sobre todos los temas posibles. Sobre cualquier cosa que puedas imaginar hemos hecho talleres', dice Anna. 'He estado medio siglo en una zona muy pobre de la India y he visto con mis propios ojos que la erradicación de la pobreza y las desigualdades es posible. Como dijo Vicente, no tengo fe en la sociedad actual, pero tengo fe en las personas', sentencia.

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