1. ¿La XI edición del Foro Social Mundial ha resultado ser el Foro de África tal como que se pretendía?

África estuvo definitivamente en el centro de las preocupaciones de los movimientos sociales. Es verdad que el proceso de integración de los movimientos africanos no está tan avanzado como en América Latina. Pero los campesinos empiezan a unirse y a tener agendas convergentes. El proyecto de dar a los diferentes movimientos una oportunidad para a conocerse ha funcionado bien. Por otra parte, llamó la atención la presencia de tantas mujeres africanas.

2. ¿Cómo se explica la escasa presencia de los movimientos organizados en las revueltas árabes?

Los movimientos sociales no están al margen del proceso. Hay que mencionar que hubo huelgas en Egipto en los últimos tres años, pero nadie habló de ellas, porque no interesaron a los medios de comunicación o porque Mubarak era un aliado de Estados Unidos. Pero hay que preguntarse cómo es posible que muchos jóvenes no politizados pasaron a movilizarse.

3. ¿Qué pueden aprender los movimientos sociales de estas luchas?

Estos movimientos tienen que reflexionar sobre la relación entre movimientos sociales y partidos políticos y sobre su relación con el resto de ciudadanos no organizados. En este sentido, hay que dar más importancia a la comunicación porque hay movimientos que están todavía en la edad de piedra en este aspecto. En este sentido, la presencia en Facebook y Twitter ya es imprescindible.

4. ¿Cómo se puede reforzar el Foro Social Mundial?

El Foro tiene que seguir siendo un encuentro organizado cada dos años. Hay que profundizar en los temas durante los años en los que no hay Foro. Propongo que haya encuentros de varios días, fuera de la confusión del Foro, en grupos reducidos con representantes de movimientos sociales que defienden causas distintas para conocerse. En el fondo, hay mucha incomprensión entre ellos.