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La Armada española vuelve a desembarcar en Haití

El buque Castilla llega a Petit Goave en misión humanitaria

DANIEL LOZANO

Cuando los 35 infantes de marina del buque Castilla entraban ayer en la bahía de Petit Goaves, a bordo de una lancha de desembarco, tuvieron sensaciones parecidas a las de Cristóbal Colón al divisar la Isla de la Española en su primer viaje: 'La tierra más hermosa', dejó para la Historia. Pero al acercarse paulatinamente a la costa, los soldados españoles descubrieron la cruel realidad que hoy vive Haití: deslaves en la montaña, casas derruidas, carreteras resquebrajadas, muelle destrozado Y cuando la plancha metálica de la lancha se apoyó sobre tierra haitiana, a las 13.05 horas local, se dieron de bruces con decenas de ojos que sólo buscaban esperanza

Petit Goaves, población de 100.000 habitantes, recibió ayer al imponente barco de la Armada española, llegado en misión humanitaria. El Castilla, buque de asalto anfibio con 423 marinos a bordo, regresa a Haití seis años después. 'En 2004 vinimos en misión de seguridad, con el derrocamiento de Aristide', recuerda el teniente Saúl Fernández. Los objetivos de hoy son muy distintos: una unidad de zapadores para abrir vías cerradas, otra para potabilizar agua, dos quirófanos y ocho UCI para atender a heridos graves, una compañía para dar seguridad y escolta y cuatro helicópteros de apoyo. Objetivo militar: 'Operaciones de ayuda humanitaria y mantenimiento de la paz', según el teniente Soto.

'Nos piden comida, pero nosotros no llevamos'

El mismo buque había participado en 2002 en una operación bastante más polémica que la actual misión humanitaria. El Castilla formó parte de la operación Romeo Sierra, que pasará a la Historia como la noche en la que Aznar lloró cuando se desalojó la isla de Perejil, tomada por soldados marroquíes días antes.

Ochos años después, uno de los regalos es un cargamento de sangre donado por ciudadanos españoles: 16 unidades de distintos grupos A y 0, con Rh positivo y negativo, un verdadero tesoro para la sanidad local.

¿Y qué se va a encontrar la misión española en Petit Goive? Quienes mejor lo pueden relatar son los guardias civiles, Beatriz González y Manuel Zazo, que llevan meses en la zona oeste de la isla. 'La ayuda internacional no ha llegado todavía a Mirauane', relata Zazo. 'Sólo unas religiosas han sido capaces de llevar a la gente unas cuantas tiendas de campaña', remata González.

El barco ya estuvo en la isla tras el derrocamiento del presidente Aristide

'Nosotros queremos comida'. 20 haitianos y un dominicano reciben con sorpresa a los soldados españoles. '¿De dónde vienen? Dígale a sus soldados que aquí no hay comida, que no hay agua, que las casas están destrozadas Aquí no hay nada', resume Roland Gistal, trabajador del puerto. El alcalde de Petit Goaves estaba ayer en Puerto Príncipe reclamando ayuda al presidente René Preval.

La mayoría de los edificios está derruida. Centenares de cadáveres esperan debajo de toneladas de escombros. Como el hotel Aguilé, que se tragó a 25 personas. 'Y sacamos a muchos vivos de ahí dentro', recuerda Gistal. Los supervivientes, agolpados en un pequeño campo de tierra donde se juega al fútbol, tuvieron que huir cuando una réplica resquebrajó el suelo. Ahora es una escuela, el liceo local, la que acoge a parte de los que se quedaron sin hogar. Los otros duermen al pie de lo que fueron sus hogares, entre plásticos y maderas, entre sueños y pesadillas. La iglesia local también se hundió totalmente.

'Nos piden comida, pero nosotros no llevamos. También trabajo, todos quieren trabajo', relató un miembro de la avanzadilla española. Las tiendas de campaña son otra de las necesidades urgentes. 'Anoche llovió, nos sorprendió durmiendo', dice. Y es que en Haití la temporada de lluvias amenaza a su millón de desplazados. La naturaleza no da tregua a los desheredados del Caribe.

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