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La ausencia de Chávez agrava la 'guerra de las cárceles'

El presidente venezolano lleva ya 12 días convaleciente en Cuba

DANIEL LOZANO

Venezuela vive días convulsos, amedrentada por la guerra de las cárceles y sacudida por la crisis eléctrica. Pero, sobre todo, el país está atónito. El silencio de Hugo Chávez, convaleciente de la extracción de un absceso pélvico el 10 de junio en La Habana, es tan anormal tras 12 años de presencia abrumadora que sus 12 días de ausencia han provocado sorprendentes efectos colaterales.

El más llamativo: familiares de presos se desplazaron hasta el Palacio de Miraflores para gritar su desasosiego: 'Chávez, en Cuba; los penales, en problemas. Da la cara', corearon. La mayoría de los concentrados pertenece a sectores populares.

Acostumbrados a su omnipresencia mediática, a los maratones televisivos (Chávez se ha batido a sí mismo varias veces superando las ocho horas de emisión) y a los 1.059 tuits enviados a sus 1.628.468 seguidores, las dos únicas 'apariciones' de estos días, las fotos con los hermanos Castro y la declaración institucional lamentando la muerte del contralor de la República (el encargado de supervisar las cuentas públicas de Venezuela), saben a casi nada.

Atónitos y con la boca abierta. Lo que está saliendo de las entrañas de las cárceles asusta: armas de guerra capaces de destruir un tanque, arsenales (5.000 cartuchos, ocho granadas, decenas de fusiles y pistolas) los famosos pranes (antiguos matones de barrio convertidos en comandantes de las cárceles) alardeando de poder y exhibiendo gustos alcohólicos sibaritas y droga a raudales (45 kilos de cocaína y 12 de marihuana decomisados).

La guerra de las cárceles comenzó dos días después de la operación de Chávez y se prolonga hasta hoy.

Los datos oficiales suman 25 muertos, pero desde el interior de las prisiones se asegura que las víctimas pueden ser muchas más.

La oposición ha cargado con todas sus baterías, insistiendo en el 'vacío de poder'. Teodoro Petkoff, su líder intelectual, acusó al Estado venezolano de ser el único responsable: 'Hacinamiento sobrecogedor (49.224 presos para 14.000 plazas), pésima alimentación, inexistencia de actividades para la reinserción, retardo procesal (30.360 presos a la espera de condena) y el escandaloso alcance de los asesinatos diarios (500 muertes violentas por año)'.

Petkoff se cuestiona dos interrogantes que se hace todo el país y responde: '¿Cómo y quién introduce las armas? La sospecha no puede sino dirigirse a la Guardia Nacional'.

Incluso desde las filas del oficialismo se levantan voces críticas. 'Hay que investigar a fondo, caiga quien caiga, cómo llegaron esas armas a las cárceles', clamó ayer Fernando Soto, presidente de la Asamblea Nacional. 'Nuestro sistema judicial es muy lento en tomar decisiones'.

Otras de las víctimas colaterales de la crisis son los defensores de los derechos humanos. Acusados y criticados desde el Gobierno, ayer reaccionaron al unísono. 'Ninguna ONG ampara ningún delito. El Estado es responsable de las cárceles', aclaró Rafael Uzcátegui, de Provea.

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