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Berlusconi esgrime el miedo a la crisis para lograr apoyos

No tiene asegurados todos los votos de su partido para superar hoy la moción de confianza

DANIEL DEL PINO

La de ayer en el Parlamento italiano fue otra más de las estampas surrealistas a las que se han acostumbrado los italianos en los tres años que van de legislatura. El primer ministro, Silvio Berlusconi, intervino pasadas las 11 de la mañana para solicitar a la Cámara Baja el enésimo salvoconducto que le permita seguir gobernando, después de que el martes fueran rechazadas las cuentas generales del Estado de 2010 en una votación a la que faltaron 24 miembros de su Gobierno.

Il Cavaliere, que se enfrenta por ello hoy a la segunda moción de confianza en un año, utilizó su retórica victimista de siempre para pedir el voto. Pero lo hizo ante un aula medio vacía, porque todos los partidos de la oposición, a excepción de los seis diputados del Partido Radical, decidieron no asistir a su discurso ni al posterior debate como medida de protesta ante lo que consideran el último intento por aferrarse al poder.

La ausencia de 24 diputados afines en una votación ha provocado la crisis

En ese ambiente intimista, Berlusconi minimizó la importancia de lo ocurrido el martes calificándolo de 'incidente parlamentario', pidió 'perdón' y anunció la redacción de un nuevo documento con un 'solo artículo que incluya todas las tablas y los datos contables de la gestión de las administraciones' para presentarlo al Tribunal de Cuentas y someterlo de nuevo a la votación en el Senado y el Parlamento. 'Porque, sin esto, no hay alternativa para el presupuesto y el funcionamiento del Estado', dijo.

Il Cavaliere trató de contestar así a las dudas del presidente de la República, Giorgio Napolitano, que el miércoles, en un comunicado, le mostró su preocupación y le pidió una 'solución' para la aprobación de las cuentas generales. Pero, a partir de aquí, Berlusconi se lanzó al ataque a sabiendas de que tenía que responder a un mar de dudas. No sólo a las de Napolitano, que en la segunda parte de esa nota se preguntaba si, vista la derrota en una votación tan crucial, 'la mayoría está en la posición de seguir gobernando', sino también a las de una parte de sus propios aliados que llevan semanas pidiendo un cambio.

La votación del martes, lejos de ser un 'incidente', pareció más un simulacro de incendio, una especie de prueba o aviso de que podría de-sencadenarse una crisis de Gobierno seria, ya que no participaron las personas que más problemas han tenido con Il Cavaliere últimamente. Desde el ministro de Economía, Giulio Tremonti, hasta el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, pasando por el exministro de Desarrollo Económico Claudio Scajola.

Una facción del PDL le exige que incluya en su Ejecutivo a los democristianos

Este último y Giuseppe Pi-sanu, representantes de un grupo de 30 diputados y 15 senadores del Pueblo de la Libertad (PdL), son los que realmente preocupan a Berlusconi, ya que reclaman con insistencia que acceda a abrir las puertas de la mayoría a la Unión de Centro de Pierferdinando Casini para asegurarse así la estabilidad del Ejecutivo hasta 2013. Si no, los scajolistas proponen como alternativa su dimisión y la creación de un Gobierno técnico hasta el final de la legislatura guiado por el subsecretario Gianni Letta, algo a lo que Berlusconi se cierra en banda.

'Hay en este Parlamento alguna persona que cree que un Gobierno técnico puede tener más fuerza que uno democráticamente legitimado como el nuestro. Pero hoy nuestro deber es poner a Italia a salvo de la crisis económica, tutelando los ahorros de las familias y empresas y asumiendo la responsabilidad de nuestras acciones, al contrario de lo que haría un Gobierno técnico', afirmó tajante.

'A quien pide que demos un paso atrás, le respondemos que nunca como en este momento hemos sentido de manera tan fuerte la responsabilidad de no hacer caso a esta petición. Estamos convencidos de que nadie tiene una alternativa y de que las elecciones anticipadas no solucionarán los problemas del país en este momento', añadió.

'Si no da un signo de vitalidad, puede acabar como Hosni Mubarak y Ben Alí'

Scajola, que se ha reunido tres veces esta semana con Berlusconi, dijo ayer por la tarde que no votará contra él en la moción. 'No somos gente acostumbrada a dar puñaladas por la espalda', señaló el exministro, quien volvió a incidir en que hace falta un Gobierno con una mayoría más amplia que garantice 'poder salir de la difícil situación en la que estamos'. Casini rechazó cualquier oferta: '¿Entrar en la mayoría con Berlusconi de primer ministro? Es ridículo. Berlusconi es el campeón de las charlas, pero no de los hechos'.

Con los scajolistas aparentemente en el bote, la otra prueba para Berlusconi hoy está en ver cómo votan el grupo de los Responsables, cuyo apoyo fue indispensable para salvarse de la moción de censura de diciembre del año pasado, pero que también se ausentaron el martes. Ayer, uno de sus líderes, Luciano Sardelli, aseguraba que, aunque Berlusconi consiguiera el voto, 'el Gobierno puede caer en menos de una semana'. 'Scajola y Pisanu tienen mucha más fuerza de la que aparentan', añadió Sardelli. 'Cuando hablo con la gente que me ha votado, me dicen que les libremos de esto. Si Berlusconi no da un signo de vitalidad, puede acabar como Hosni Mubarak y Ben Alí'.

Durante todo su discurso, Berlusconi eligió el recurso del miedo para remover las conciencias de los suyos y evitar nuevos incidentes. 'El Gobierno pide el voto de confianza porque es sabedor de los riesgos del país y está convencido de que los tiempos impuestos por el mercado no son compatibles con los de ciertas liturgias políticas', dijo.

'Una crisis de Gobierno determinaría la victoria del partido catastrofista y especulador que ha entrado en acción desde hace varios meses en Europa e Italia', añadió refiriéndose a las agencias de rating, que no paran de rebajar la calificación de la deuda soberana italiana. 'Debemos vencer a la estrategia de la parálisis y el pesimismo', prosiguió entre aplausos. 'Yo estoy aquí y a mi lado hay una mayoría unida para testimoniar que Italia lo consigue, lo conseguirá y puede volver a crecer'.

Fue todo un ejercicio de cinismo, porque, si Italia está en la situación en la que está siendo la séptima potencia mundial, es por cosas como que el Gobierno no sea capaz de aprobar las cuentas generales del Estado del año anterior, poniendo en peligro los presupuestos actuales; tenga que presentar dos planes de ajuste consecutivos; o no consiga rebajar la deuda pública del 120% con respecto al PIB que arrastra el país desde hace dos décadas. Por no hablar de los cuatro procesos judiciales en los que está imputado.

El premier continuó con sus ataques a 'una oposición unida sólo por su antiberlusconismo y que concentra sobre mí una campaña demoledora gracias a un circuito mediático-judicial, pero que no tiene un Ejecutivo de recambio, ni un programa definido'.

El líder del Partido Democrático, Pierluigi Bersani, calificó de 'penoso' su discurso. 'Estamos ante el ocaso, dramático y violento, de Berlusconi y su Gobierno. Desde el punto de vista político, no ha respondido a la petición del presidente de la República sobre cómo pretende seguir gobernando más allá del voto de confianza'. Il Cavaliere sí convenció a Bossi, que pese a no parar de bostezar durante toda la intervención sentenció: 'Estoy seguro de que el Gobierno seguirá adelante'.

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