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De 'Braveheart', al Estado autonómico

Las luchas con Inglaterra marcan la historia escocesa

C. RODRÍGUEZ

No es casual que el Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés) quiera celebrar el referéndum sobre la independencia de Escocia en 2014, para hacerlo coincidir con el 700 aniversario de la histórica batalla de Bannockburn, en la que el escocés Robert the Bruce venció a los ingleses en 1314 y se convirtió en el rey Roberto I de Escocia.

La historia del país está marcada por la lucha contra Inglaterra. Para constatarlo, sólo hace falta darse una vuelta desde las Tierras Bajas a las Altas escocesas. La dinámica es siempre la misma: lucha militar y violenta, o política y pacífica contra el poderoso vecino del sur.

Escocia celebrará en 2014 los 700 años de la victoria en Bannockburn

Detrás de cada castillo, de cada clan familiar o de cada tartán (la tela de cuadros de las faldas escocesas) todos los caminos conducen a plantar cara a los imperialistas ingleses.

Antes de que Roberto I venciera su guerra por la independencia, William Wallace, héroe conocido como Braveheart (Corazón Valiente), fue ahorcado en Londres en 1305 tras ser capturado en una batalla contra las tropas de Eduardo I de Inglaterra.

La mayoría de los héroes de la historia escocesa pertenecieron al ejército que ganó a los ingleses (con ayuda de extranjeros o sin ella) o lucharon hasta el último suspiro. El romántico Bonnie Prince Charles (1720-1788) perdió la batalla de Culloden, pero antes de entregarse al enemigo huyó mar a través en busca de su enamorada y para urdir un complot contra los invasores ingleses. El pretendiente jacobita, católico para más distinción de los del sur, encabezó la rebelión de 1745.

La mayoría de los héroes históricos escoceses lucharon contra Inglaterra

El independentismo escocés ha oscilado a lo largo de la historia como una montaña rusa. Los siglos XIX y XX fueron de integración política entre ambos países y vieron florecer la revolución industrial con un elenco de inventores e ingenieros escoceses, que a menudo se veían obligados a instalarse en Inglaterra para comercializar sus inventos.

Políticamente, Escocia ha sido un feudo laborista castigado por Gobiernos conservadores como el de Margaret Thatcher (1979-1990), que implantó primero en Escocia las impopulares poll tax o impuestos municipales, uno de los elementos que empujaron su caída del poder.

La llegada del laborista escocés Tony Blair a Downing Street, en 1997, llevó el Estado de las autonomías a Reino Unido. Y Escocia es la que más rendimiento ha sacado desde la descentralización del Estado, en 1998. Pero no fue hasta 2007 cuando el Partido Nacional Escocés logró formar, en minoría, su primer Gobierno autónomo.

La gesta política, además, coincidió con la conmemoración de los 300 años del Acta de la Unión (1707), en la que se unificaron las instituciones inglesas y escocesas dando lugar al Reino de Gran Bretaña. Antes, en 1603, se habían unido las coronas.

El SNP defiende la independencia de Escocia, pero manteniendo a Isabel II como la reina de los escoceses, al estilo de los países de la Commonwealth.

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