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Cacerolas contra el extremismo

Un grupo de activistas lucha contra la polarización en Egipto y reclama una 'primera' vía entre el ejército y el islamismo político.

LALI SANDIUMENGE

Su objetivo es hacerse oír en el estruendo de la polarización que amenaza peligrosamente con dividir a Egipto. Sus promotores son un puñado de artistas y activistas curtidos en la lucha por las libertades. Su arsenal combina las armas más nuevas y más tradicionales de la desobediencia civil: los tuits y las caceloradas.

En el Egipto bajo estado de emergencia, el sonido metálico de las cucharas aporreando ollas rompe el silencio del toque de queda cada noche a las 9 p.m. A falta de poder protestar en la calle, Masmou3 (Ser oídos), como se llama la campaña, está uniendo poco a poco las voces de los egipcios huérfanos de un lugar para expresar que no quieren quedar atrapados en el binarismo entre el ejército y los Hermanos Musulmanes.

Masmou3 nació en los medios sociales a mediados de agosto, cuando los egipcios aún contaban con pavor los muertos de la masacre de la acampada de apoyo al derrocado presidente Mohamed Mursi alrededor de la mezquita de Rabaa. Se dio a conocer con un vídeo colgado en Youtube y un tuit que define sus principios: 'Si rechazas el fascismo religioso y el camino hacia la guerra civil del Estado egipcio, cada noche a las 9 p.m. abre la ventada y haz ruido'.

Egipto ha regresado en algunos aspectos a la era prerrevolucionaria y la red ha recuperado su papel instrumental para la disidencia y la libertad de expresión que tuvo en época de Mubarak. La cuenta de Twitter de la campaña cuenta con un poco más de 1.500 seguidores, pero su página en Facebook, mucho más usado en Egipto, consiguió 2.000 Me gusta en pocas horas después de abrirla el 26 de agosto (ahora supera los 5.000). La estrategia es partir del espacio virtual para recuperar el público, aunque de momento éste se reduzca a ventanas, balcones y terrados.

Si algo ha conseguido hasta ahora Masmou3, es devolver la esperanza a los que no se sienten ni pro ni anti golpe y ven con angustia el extremismo y la narrativa sin grises ni matices que difunden la propaganda oficial y los medios. El artista y activista Aalam Wassef, uno de sus cerebros junto al actor Khalid Abdallah, afirma que no sólo se hace ruido en EL Cairo y que les llegan imágenes y mensajes de apoyo desde otros puntos del país, desde Alejandría a Menia.

Ahmed Ezz, un ingeniero de 26 años, es uno de los que rompe el silencio en el barrio de Nasser City de la capital, donde se ubicaban las dos acampadas pro-Mursi.  'Desde hace una semana, cada noche a las 9 en punto, subo a la azotea de mi edificio y hago sonar la cacerola durante cinco minutos', explica. 'Mis vecinos me preguntan por qué lo hago y les cuento que estoy tanto contra los Hermanos Musulmanes como contra el régimen; que estoy con Masmou3 y que hay un tercer grupo de gente que piensa que la democracia se puede conseguir por otro camino'.

La campaña va por libre, no está oficialmente vinculada a ningún grupo y bebe de la experiencia de otras puestas en marcha con anterioridad por sus promotores, como Kazebun (Mentirosos), que denunció y expuso los abusos de la tutela militar. Algunos de sus miembros participan en El midan el talet (La tercera plaza), una propuesta nacida en julio tras el derrocamiento de Mursi que une activistas independientes, de grupos de izquierda y de la plataforma 6 de abril. Un vídeo para difundirla elaborado por Wassef denuncia lo que considera 'la historia surrealista de Egipto': los revolucionarios son miembros del 'partido del sofá' (como se llama en Egipto a los que apoyaron a la revolución pegados a la tele), los Hermanos Musulmanes son felool (remanentes del antiguo régimen) y los felool actúan como revolucionarios.

Las reivindicaciones de Masmou3 son las mismas que los egipcios defendieron durante la revolución del 25 de enero: pan, justicia social y libertad. Ezz, que estuvo en la revuelta de Tahrir y que ha participado activamente en marchas y protestas desde entonces, afirma que ya no hay vuelta atrás y que, aunque el país vive malos tiempos, la revolución cambió la mentalidad de mucha gente y son muchos más que antes los que la apoyan. 'Lamentablemente, no podemos protestar. La gente teme salir a la calle y que los clasifiquen en pro-Mursi o pro-ejército. Los medios lo están manipulando todo'.

La campaña tiene paciencia. Como la tiene Ezz, que se dedica a diario a subir solo a su azotea y a informar a su entorno y a quien le pregunte que esta 'primera' vía todavía es posible. Harán ruido hasta que les oigan, afirman.

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