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Fin de campaña por el referéndum contra el nuclear en Italia

Activistas de Greenpeace han desplegado una pancarta en el Coliseo y se prevén manifestaciones en todo el país

DANIEL DEL PINO

'Italia frena el nuclear, vota sí'. El Coliseo ha amanecido este viernes con una gran pancarta colocada por un grupo de activistas de Greenpeace durante el último día de campaña por el referéndum que se celebra entre el domingo y el lunes y que, entre otras cosas, tiene como propósito paralizar la construcción de centrales nucleares en Italia.

Los activistas han repetido el mismo procedimiento en el Ponte Vecchio de Florencia y está previsto que durante toda la jornada de hoy haya manifestaciones en todo el país. La más multitudinaria se celebrará esta tarde en la Piazza del Popolo de Roma, donde Greenpeace ya había llevado a cabo varias acciones similares en las últimas semanas.

El periodo de informacion sobre el referéndum llega así a su fin, después haber recorrido un camino que ha sido torpedeado constantemente por el Gobierno de Silvio Berlusconi. El primer ministro dijo el miércoles que no pensaba a ir a votar. Y esta es una estrategia, la de la abstencion, que ha sido explotada al máximo por todos los representantes del Gobierno, ya que para que la consulta se dé por válida tendrían que votar la mitad de los italianos más uno, es decir, casi 25 millones y medio de personas.

El Ejecutivo italiano había planificado la construcción de cuatro centrales nucleares como solución a la escasez de energía eléctrica en Italia, que importa el 80% de su electricidad de otros países. Éste fue el propósito de Il Cavaliere desde que volviera al poder a mediados de 2008 y en los últimos meses su equipo aceleró el proyecto mediante un decreto ley que sentaba las bases para la explotación de la energía atómica.

Italia ya decidió con un referéndum en 1987, tras la catástrofe de Chernóbil, paralizar sus planes nucleares. Pero dado que el Gobierno pensaba seguir adelante con la implantación de las centrales, la oposición solicitó que el pueblo se expresara de nuevo mediante una consulta.

Entre medias ocurrió la catástrofe de Fukushima, lo que llevó al Gobierno a pensar que el impacto de la situación en Japón podía jugar un papel decisivo en el referéndum. Entonces introdujo una moratoria de un año a los planes, que fue disfrazada como un frenazo total al nuclear.

El decreto fue aprobado hace dos semanas y el Ejecutivo italiano  insistió en que ya no era necesaria la consulta. No fue así para el Tribunal Supremo, que la semana pasada acabó dando la razón al partido Italia de los Valores de Antonio Di Pietro, que había convocado el referéndum.

El visto bueno del Supremo parecía definitivo, pero el Gobierno retomó los juegos sucios presentando un recurso al Constitucional, que el pasado miércoles terminó ratificando también la consulta.


Aún así parece muy complicado que se llegue a alcanzar el quórum. No sólo por los recursos correspondientes, sino porque además del propio Berlusconi, ministros, subsecretarios y otros miembros del Gobierno han animado a la gente a irse al mar en lugar de ir a votar.

Los informativos de la Rai se han dedicado a desinformar sobre las fechas de la consulta Al tiempo, los informativos de la Rai han oscurecido al máximo las informaciones sobre qué se vota el domingo, llegando al punto de que los telediarios de los canales 1 y 2 de la televisión pública han dado mal las fechas en varias ocasiones.

Pero quizá el mayor problema lo representan las papeletas. El Supremo, además de ratificar el referéndum, ordenó al Ministerio de Interior que reimprimiera todas las tarjetas de votación ya que con el nuevo decreto y el consiguiente cambio de legislación, las antiguas no eran válidas. Las tarjetas nuevas están listas para todos los ciudadanos que voten en Italia, pero no para aquellos que se encuentran en el extranjero (unos tres millones), que estaban obligados a enviar sus votos antes del 2 de junio.

El problema que se plantea ahora es el siguiente: dado que las papeletas no son válidas y que la información es casi inexistente, habrán votado pocas personas, el Gobierno puede optar por no contar como electorado a los tres millones de italianos que viven en el extranjero. Aunque también puede hacer lo contrario y seguir torpedeando el proceso, ya que así, sería necesario que votara el 58% de los ciudadanos residentes en Italia para alcanzar el quórum de la mitad más uno.

Toda esta campaña contra el referéndum por parte del Gobierno tiene una explicación muy simple. Los italianos están convocados a expresarse además de sobre el nuclear, sobre la privatización del agua. Pero también sobre el Legítimo impedimento, una ley que permite a Berlusconi ausentarse de sus juicios alegando problemas de agenda.

La ley fue invalidada parcialmente por el Constitucional a principios de este año, dejando en manos de los jueces decidir si el primer ministro está lo suficientemente ocupado como para no ir a las vistas de los cuatro procesos judiciales que tiene abiertos.

Si los ciudadanos deciden abrogar la ley en su totalidad, Il Cavaliere estaría obligado a asistir a los juicios independientemente de cuáles sean sus actividades institucionales. Y esto, unido al varapalo de las últimas elecciones municipales, tiraría por tierra nuevamente la aspiración de Berlusconi de llegar al final de la legislatura en 2013. 

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