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Chiquita Brands trata de que no se difunda su vinculación con el paramilitarismo en Colombia

La antigua United Fruit Company está acusada de financiar a grupos que  mataron a más de 11.000 personas

ANTONIO ALBIÑANA

Según informaciónes procedentes del centro de investigación National Security Archive (NSA), que hoy recoge el diario El Espectador de Colombia, la compañía platanera Chiquita Brands intenta bloquear la difusión de archivos oficiales estadounidenses que demostrarían su vinculación al paramilitarismo en la región del Urabá colombiano durante décadas. El intento de bloqueo informativo se produce en un momento en el que la multinacional afronta nueve procesos en Estados Unidos y un macroproceso en Colombia.

Los documentos que hoy trata de ocultar fueron aportados por la propia bananera en 2007, cuando después de reconocer su apoyo al paramilitarismo colombiano llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos a cambio de una multa y de aportar información que hasta ahora ha permanecido reservada. Según el portavoz del Nacional Security Archive, vinculado a la Universidad George Washington, Michael Evans , lo que se trata de ocultar 'es probablemente el conjunto más grande de información que se haya reunido sobre vínculos corporativos con el terrorismo'.

'Fue una investigación extensa que involucró a varias agencias federales y resultó en la primera y, hasta ahora, única condena contra una compañía estadounidense gigante por financiar a un grupo terrorista', explica. Como informó en su día Público, desde el pasado año se puso en marcha un proceso a partir de las confesiones de los mayores jefes del paramilitarismo en el marco de la llamada Ley de Justicia y paz, por el que se comprometieron a aportar la verdad sobre las masacres que provocaron a cambio de impunidad penal.

El capo Raúl Emilio Hasbún, compañero de fechorías de Salvatore Mancuso, detalló los pagos millonarios realizados por la Chiquita Brands para financiar el desplazamiento a sangre y fuego de los campesionos en tierras que iba a ocupar la multinacional, con la complicidad de los sucesivos gobiernos de Colombia, incluido el de Álvaro Uribe y la correspondiente eliminación de líderes locales y sindicalistas.

La situación recuerda a la que García Márquez rememora en Cien Años de Soledad, cuando, en 1928 , el ejército, al servicio de la United Fruit, hoy Chiquita Brands Inc. , acalló la protesta de los trabajadores bananeros en la estación de Ciénaga. El silencio y la humillación de entonces, cuando la madre de García Márquez le mostró el lugar de la masacre diciéndolo escuetamente 'mira, ahí fue donde se acabó el mundo', hoy es una rebelión de 127 familias colombianas, personadas como víctimas en un proceso.

Según el experto estadounidense en Derecho Internacional Ferry Colling Swort 'es el caso más grande terrorismo en la historia reciente, con tres veces más víctimas de las que produjo el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York'. En vísperas del incio de los procesos en Estados Unidos y en Colombia, la United Fruit, hoy Chiquita Brands. trata de ocultar unas pruebas que podrían conducir incluso la extradición de sus actuales directivos para someterlos ante los tribunales colombianos bajo la acusación de 'concierto para delinquir agravado'.

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