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Chirac rompe un tabú y carga contra su sucesor Sarkozy

El expresidente de Francia le describe como 'nervioso, impetuoso y desbordante de ambición'

ANDRÉS PÉREZ

El expresidente francés Jacques Chirac, que hasta ahora había respetado la norma del deber de reserva respecto a su sucesor, Nicolas Sarkozy, ha provocado una gran conmoción en el panorama político de su país. La prensa reveló ayer pasajes de su nuevo libro, la segunda parte de sus memorias, en los que dispara contra Sarkozy, un hombre 'nervioso, impetuoso, desbordante de ambición, que no duda de nada y, sobre todo, nunca duda de sí mismo'.

Los pasajes, publicados por los semanarios Le Nouvel Observateur y Le Point, demuestran que el jubilado del Elíseo ha decidido revelar todo o casi todo de sus malas relaciones con el que fuera su ministro.

Tiempo presidencial, que sale a la venta esta semana, va más lejos en las afirmaciones que en las pruebas. Por ejemplo, Chirac escribe que el inicio de las malas relaciones arrancó antes de su llegada al Elíseo, en 1995. Indica que un escándalo que salpicó a Chirac a mediados de los noventa en torno a una propiedad de sus suegros fue 'montado meticulosamente' y 'no era ajeno a la campaña presidencial' que se avecinaba. 'Siempre carecí de la prueba de que fuera lanzado por el Ministerio del Presupuesto', entonces encabezado por un joven Sarkozy.

Pero, más allá del festival de golpes bajos en que ambos se enzarzaron entre 1995 y 2007, durante las dos presidencias Chirac, el auténtico torpedo viene del perfil que traza Chirac del actual presidente. Lo descalifica como hombre de Estado y escribe que Sarkozy tiene un temple 'destructivo para nuestras instituciones'. 'Siempre me negué a entrar en la prueba de fuerza que él intentaba establecer entre nosotros, porque yo consideraba que eso no podía más que ser destructivo para nuestras instituciones', señala.

'Lo más importante es que probablemente no tenemos la misma visión de Francia', escribe Chirac, que, durante sus dos mandatos como presidente y pese a mantener y reforzar la política de expulsión de sin papeles, siempre quiso al mismo tiempo promover las virtudes del modelo republicano de integración de inmigrantes.

Que un expresidente critique abiertamente, en público y por escrito, a su sucesor en ejercicio, descrito como 'destructivo para nuestras instituciones', es un tabú en Francia. El exjefe de Estado Valéry Giscard d'Estaing siempre se abstuvo de hacer cargas contra su odiado Chirac, en nombre del obligado deber de reserva, y sólo resaltó algunas diferencias.

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