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Clegg calma los nervios de su partido por el Gobierno de coalición

Intenta convencer a los liberales de que no se han vendido para llegar al poder

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

La mayoría de edad política de los liberales demócratas está siendo difícil de sobrellevar. Sus dirigentes –y en primer lugar, el viceprimer ministro, Nick Clegg– pasan estos días su primera prueba de fuego ante los militantes en el congreso anual que se celebra en Liverpool, el primero desde que echó a andar el Gobierno de coalición con los 'tories'.

Clegg pronunció hoy su discurso ante el plenario sabiendo que minutos antes los compromisarios habían votado una resolución contraria a la política de educación del Gobierno.

Su objetivo fue dejar claro que los 'LibDem' (como se les llama aquí) no han sido engullidos y digeridos por David Cameron: “Asumiremos riesgos en el Gobierno. Pero nunca venderemos nuestra alma. No hemos cambiado nuestros valores liberales. Nuestra posición es diferente, pero la ambición sigue siendo la misma”.

Por primera vez desde los años 20, los liberales están en condiciones de cumplir sus promesas electorales, dijo. Clegg intentó convencerles de que el voto al partido debe ser algo más que un voto de protesta contra laboristas y conservadores.

Pero con el Gobierno, vienen las responsabilidades, algunas de ellas difíciles de aceptar.

Los liberales están preocupados porque son los conservadores los que recogen los beneficios del poder, mientras ellos sufren una caída libre en los sondeos.

El último de YouGov les da un 13%, diez puntos menos que en las elecciones de mayo. Cerca del 40% de sus votantes no tolera la idea del pacto con la derecha y la mayoría rechaza el impresionante recorte del gasto público que el Gobierno anunciará este otoño.

Clegg afrontó el tema del déficit con el argumento de que se trata de un deber ineludible. “Sabemos que no es justo negar que tenemos un problema y dejarlo a la siguiente generación. ¿Pediríais a vuestros hijos que os paguen la factura de la tarjeta de crédito?”, preguntó a los militantes.

Lo que temen es una vuelta a los años de Thatcher. Clegg pidió paciencia y negó que se vaya a ir tan lejos: “Sí, será difícil, pero no será como en los años 80. No dejaremos que eso ocurra. Haremos el recorte de la forma más justa posible”.

Clegg reiteró que aún cree que la invasión de Irak fue ilegal. Fue un guiño a los sectores más progresistas del partido. Los delegados no parecían descontentos y le premiaron con una ovación de tres minutos.

Tampoco lo estaba el blogger conservador Iain Dale, que apuntó que fue un discurso que podía haber pronunciado sin problemas el mismo David Cameron. Y no fue el único en hacer esta comparación.

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