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Conflicto diplomático entre España y Reino Unido por las aguas de Gibraltar

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Enfado y malestar. Eso es lo que transmite la nota oficial que el Ministerio de Asuntos Exteriores español ha emitido este viernes tras convocar al embajador de Reino Unido en España, Simon Manley, por el enésimo conflicto diplomático sobre Gibraltar. 

Pese a las advertencias del primer ministro británico, David Cameron, en el sentido de que no conviene generar tensión sobre el Peñón, el Gobierno español ha decidido mostrar toda su indignación y ha convocado al embajador británico como represalia  después de que el Foreign Office convocara ayer, jueves, al embajador de España en Londres, Federico Trillo, en protesta por la supuesta incursión de un buque español en 'aguas internacionales cercanas a Gibraltar'. El Ejecutivo de Cameron pidió explicaciones a Trillo por la, según el Foreign Office, 'actitud provocadora' de un buque de la Armada española que según los británicos intentó desviar la ruta de dos barcos comerciales que salían y se dirigían al puerto de Gibraltar el pasado día 16 de julio, martes.

Los británicos no dudaron en calificar ese hecho como 'un incidente', algo que ha molestado enormemente al Gobierno de Rajoy. 'Lo que el Reino Unido califica como incidente (y por lo que el Foreign Office convocó ayer al embjador de España en Londres) no es sino la actuación rutinaria de un buque de la Armada Española en aguas españolas', reza la nota de Exteriores.

El Gobierno español ha trasladado a Manley la 'más enérgica protesta' por la manera en que el Reino Unido ha gestionado el 'pretendido incidente'. Exteriores también recalca que la convocatoria de embajadores 'es un acto muy serio que debe reservarse para situaciones de especial gravedad'.

Este conflicto con Reino Unido sobre Gibraltar, algo que se ha convertido en recurrente en los últimos veranos, surge por la diferente opinión que tienen un país y otro sobre el límite de las aguas territoriales de Gibraltar. España no reconoce a Reino Unido más aguas que las del interior del puerto de Gibraltar, ya que argumenta que por el Tratado de Utrecht de 1713 solo cedió a la Corona británica la ciudad y el puerto de Gibraltar, no sus aguas ni el espacio aéreo. Gibraltar sólo reivindica tres millas náuticas de aguas territoriales, aunque considera que por la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar podría extenderlas hasta las 12 millas. Para el Gobierno británico por tanto, más allá de las tres millas serían aguas internacionales.

Por tanto, el Gobierno del PP califica como 'una injerencia inaceptable' la llamada a consultas de Trillo e invoca el Derecho interno español y el Derecho internacional para argumentar su posición, aunque ese derecho no le ha dado la razón nunca.

El conflicto amenaza con enquistarse y no beneficia a ninguno de los dos países, aunque a quien más perjudica es a España, que ahora está enfrascada en dos frentes diplomáticos: por un lado, lograr una silla en el Consejo de la Seguridad de la ONU y, por otro, conseguir que el ministro de Economía español, Luis de Guindos, sea nombrado presidente del Eurogrupo. En ambos caso puede encontrarse con el veto británico. Son los riesgos de utilizar el conflicto con Gibraltar a conveniencia para tapar otras cosas y de avivar el fuego de la discordia cuando convenga, como hace el Gobierno del PP.

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