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Conflicto de Siria Erdogan en Siria, una presencia inevitable

Teniendo en cuenta la evolución del conflicto sirio, la presencia de las tropas turcas en el norte de ese país es necesaria. Desde luego, no tendría que haberse llegado a esta situación pero la inquietud de Erdogan es comprensible, aunque el mismo Erdogan haya tenido mucho que ver con la tragedia siria. Con este movimiento, el teatro sirio ha adquirido una perspectiva que abre nuevos interrogantes en lo tocante a Estados Unidos y Rusia.

Recep Tayyip Erdogan y Donald Trump en la Casa Blanca. EFE/Archivo

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La operación que los turcos denominan Rama de Olivo busca tomar el control del distrito de Afrin, una población controlada por los kurdos en el norte de Siria, y crear una zona estéril en una amplia franja fronteriza entre Turquía y Siria.

Para ello, Ankara cuenta con el apoyo de distintas milicias proturcas, así como del Ejército Sirio de Liberación (ESL), que con el tiempo se ha convertido en una unidad de mercenarios. Si se recuerda que el ESL fue establecido y financiado por la CIA y el Pentágono para combatir al ejército de Damasco y se ve que ahora está luchando contra los kurdos, aliados de Estados Unidos, se tendrá una idea aproximada de la fragilidad y la volatilidad de los pactos en esta zona del mundo.

Esta observación no vale solo para el caso de Siria. En diciembre, el presidente Donald Trump hizo la declaración sobre Jerusalén, a la que considera capital de Israel, con la que se interrumpieron los contactos con los palestinos; la nueva administración americana está enfrentada a Paquistán y ahora Trump quiere modificar el acuerdo nuclear con Irán.

En este contexto tan inestable, peligran las relaciones de Washington con Turquía. En septiembre pasado, tras reunirse en Nueva York con el presidente Recep Tayyip Erdogan, Trump dijo que las relaciones entre los dos países eran mejores que nunca. Cinco meses después no da la impresión de que sea así.

De entrada, las relaciones de Turquía, que tiene el segundo ejército de la OTAN solo por detrás de Estados Unidos, con Rusia han mejorado sensiblemente. La desconfianza de Erdogan hacia Washington es enorme y en Turquía no es raro encontrar gente que atribuye a Estados Unidos el fallido intento de golpe de estado en Ankara.

Rusia está vendiendo armas sofisticadas a Turquía, algo que nunca había ocurrido y Moscú está llenando el vacío dejado por las administraciones de Barack Obama y Trump. Para el ministro de Exteriores Segei Lavrov, Estados Unidos se comporta “como si no entendiera la situación” en Siria o como si quisiera “provocar” a Turquía. Y naturalmente, Moscú está aprovechando la oportunidad para estrechar sus lazos con Ankara.

Desde el último fin de semana, la aviación y la artillería turcas están bombardeando posiciones de las milicias kurdas en Afrin, una localidad estratégica del norte de Siria. Erdogan no desea que se desplieguen en la zona fronteriza las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), las milicias kurdas aliadas con las Fuerzas Sirias Democráticas, creadas en 2015 por la CIA.

Erdogan ha dicho mil veces que las YPG son un brazo del PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán del sureste de Turquía, un grupo terrorista según Ankara. Desde hace años, Erdogan ha ido advirtiendo a Estados Unidos de que no tolerará milicias kurdas en su frontera, y Estados Unidos lo ha ignorado una y otra vez, hasta que finalmente ha estallado el conflicto.

En los últimos días se han librado intensos combates en Bursaya, una colina ubicada al este de Afrin. Los ataques de los turcos y sus aliados contra Afrin se producen desde el norte, el este y el oeste, dejando el sur como vía de escape para los kurdos. Además, los turcos quieren tomar la población de Manbij, cercana a Alepo, también en poder de los kurdos.

Pacto secreto

Ankara insiste en que el plan de Estados Unidos de crear una franja en el norte de Siria con 30.000 combatientes kurdos es un disparate que Erdogan no va a aceptar en ningún caso. Washington ha matizado posteriormente esta idea, pero no ha logrado persuadir a los turcos de que es una buena idea tener las milicias kurdas pululando permanentemente por la frontera.

El acercamiento de Ankara a Moscú va viento en popa. Los rusos han retirado sus tropas del sur de Afrin y han pedido a los turcos que no ataquen al ejército de Damasco, que cuenta con destacamentos en la zona. Damasco considera que la incursión turca es ilegal, ya que ellos no la han autorizado, y pide la retirada de las tropas al otro lado de la frontera.

Algunos medios regionales sugieren la existencia de un pacto secreto que va más allá pues contempla que a cambio de que Rusia haya permitido la incursión turca en Siria y se haya retirado del sur de Afrin, Ankara normalizará las relaciones con Damasco. Si esto ocurre, Damasco consolidará sus ganancias en el conflicto. Sin embargo, todavía no se ha producido.

Curiosa es la actitud de la administración Trump. Por una parte, los estadounidenses habían pedido a Turquía que no llevara a cabo la ofensiva contra Afrin, pero al mismo tiempo los americanos sostienen que no les importa nada de lo que ocurra en Afrin porque ellos están en Siria para combatir al Estado Islámico.

Pero Estados Unidos es aliado de los kurdos y tiene consejeros militares y tropas en el norte de Siria, en la zona del Kurdistán sirio. Naturalmente, la pregunta que se hace todo el mundo es si Estados Unidos, en un caso como este, se pondrá del lado de los turcos o del lado de los kurdos. De momento, Trump parece indeciso ante esta disyuntiva.

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