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La corrupción y la burocracia
minan la gallina de los huevos
de oro de Bangladesh

Las grandes marcas de moda occidentales producen gran parte de sus colecciones en el país asiático, con un alto crecimiento económico desde hace una década. Lo que podría ser un lugar de oportunidades para hacer negocio esconde un laberinto de trabas y prácticas corruptas y una mano de obra que sigue siendo la más barata del mundo.

Dos tejedores trabajan en una fábrica de telas en Dacca. - AFP

DACCA.- Cuando Miguel, cuyo nombre es un pseudónimo, llegó a Bangladesh para dirigir la oficina de compras de una empresa textil mediana española, su predecesor llevaba ya casi medio año intentando abrir una cuenta bancaria con la que hacer pagos a trabajadores locales. No se imaginaba que necesitaría otros siete meses más para completar el proceso. "Fue muy doloroso: un año de emails en el que nos estuvieron pidiendo papeles y documentos constantemente", resume. Un patrón conocido suyo también se las vio y deseó para conseguir que la Administración alejara apenas medio metro un poste de electricidad situado junto a una fábrica para poder construir una escalera de emergencia. "Quiso hacerlo por la vía legal y tardó cinco meses".

Odiseas como estas son ejemplos relativamente frecuentes de la jungla burocrática que puede llegar a suponer Bangladesh, sobre todo para los primerizos. Sobre el papel, solo China vende en la actualidad más textil que Bangladesh, que el pasado curso fiscal 2014-15 exportó la friolera de 25.490 millones de dólares en prendas y aspira a doblar la marca en un lustro. Sin embargo, esa bonanza económica no se traduce en que las cosas sean sencillas. El país está situado en el puesto 174 de 189 economías en cuanto a facilidades para hacer negocios, según el último informe anual Doing Business del Banco Mundial, emitido a finales del año pasado. En el sur de Asia, región compuesta por ocho naciones como la India, Sri Lanka, Nepal o Pakistán, solo es más complicado emprender en Afganistán, donde desde hace tres décadas hay un conflicto enquistado que empeora con el tiempo.

Difícil adaptación

"Quema mucha energía", admite Miguel, que coincide con la radiografía del estudio.
El informe evalúa aspectos que van desde conseguir permisos de construcción a registrar propiedades, pasando por acceder a créditos, hacer cumplir contratos o comerciar entre fronteras, en los que el país surcado por el Delta del Ganges está situado en todos los casos en los tres últimos puestos a escala regional. El único medidor en el que está bien posicionado es en el relativo al pago de impuestos.

"Te pueden poner demandas sin que haya base alguna y llegar a parar una obra", describe Nuria López, una empresaria española

En opinión de Nuria López, una empresaria española que lleva 23 años trabajando el sector de la confección en Bangladesh, hay tres tipos de problemas: los estructurales, como que no haya suficiente electricidad en un país con déficit energético; los burocráticos, que "son más solucionables", y los legales, que pueden suponer verdaderos incordios. "Te pueden poner demandas sin que haya base alguna y llegar a parar una obra", describe.

"Si erramos a la hora de transformarnos rápidamente será un riesgo para el país. Tenemos que resolver la crisis de terrenos y energía", valoró el economista del Banco Mundial Zahid Hussain en un mesa redonda reciente en Dacca sobre el futuro de la industria textil. Hussain argumentó que países del entorno como Vietnam o la India están "muy por delante" en los "índices de competitividad o de percepción de corrupción".

El empresario Miguel recuerda situaciones bochornosas, como una ocasión en la que un proveedor de China envió a una de las fábricas en las que produce en Bangladesh un palé con 20 rollos de tejidos, de cien metros de extensión cada uno, que desaparecieron como quien pierde un papelillo. "Recibimos la notificación de que los materiales habían llegado al puerto. El encargado de recoger el envío se retrasó un par de días y, cuando se presentó en las dependencias de la autoridad portuaria, ya no estaban", relata. Se trató de una enorme pérdida de dinero, aunque la fábrica optó finalmente por "no meterse en el jardín" de poner una denuncia. "Desafortunadamente, este tipo de desapariciones son algo normal. En el aeropuerto ocurre siempre: si envío cien cajas de ropa numeradas, llegan 95".

Iniciativas recientes

En 2015, la Unión Europea creó en Bangladesh el Consejo de Negocios, un ente con el objetivo de "identificar obstáculos para el comercio y la inversión" en el país. En él está integrada la Cámara de Comercio e Industrias España-Bangladesh, que las firmas españolas o relacionadas con España presentes en tierras bangladesíes también lanzaron recientemente para ejercer de lobby.

La industria ha doblado el número de trabajadores (más de 4 millones actualmente) y triplicado sus ventas al exterior

"Uno de los asuntos que están sobre la mesa es la 'One Step Solution' (Solución del Único Paso): poder resolverlo todo a través de una sola oficina", expone la empresaria López, su presidenta, que agrega que otro objetivo es que haya un "departamento especializado" en la Policía para lidiar con asuntos que conciernen a ciudadanos extranjeros.

Defiende que Bangladesh "ha cambiado mucho" en las últimas décadas convirtiéndose en un lugar de "oportunidades", donde es complicado entrar pero el "beneficio" que se consigue después es muy alto. De hecho, el PIB de Bangladesh ha crecido a pesar de las continuas crisis políticas a un ritmo estable de en torno al 6% anual desde hace una década, periodo en el que la industria textil ha doblado el número de trabajadores (más de 4 millones actualmente) y triplicado sus ventas al exterior, que hoy suponen el 80% del conjunto de las exportaciones, apoyado por ayudas como la exención arancelaria que concede al sector de la confección la Unión Europea, algo que también hacía EEUU hasta el derrumbe del complejo Rana Plaza, donde en 2013 fallecieron más de 1.130 trabajadores en las afueras de Dacca.

Pasto de corrupción

"El textil es la gallina de los huevos de oro", afirma el empresario Miguel al reflexionar sobre las ventajas y el proteccionismo que se aplican al sector, que sin embargo no son recíprocas pues los productos que se importan de fuera están sometidos a elevadas cargas impositivas. Y donde hay huevos de oro, aparecen manos para recogerlos. El Foro Económico Mundial (WEF) situó a Bangladesh en su último Índice de Competitividad (2015-16) en el puesto 134 de 140 en cuanto a ética y corrupción, con una magra puntuación de 2,2 sobre 7. En otro estudio publicado en enero, Transparencia Internacional Bangladesh (TIB) concluyó que el proceso de producción de la industria de la confección en Bangladesh es vulnerable a prácticas corruptas como sobornos hasta en 16 puntos distintos: desde la firma del contrato entre comprador y fábrica a la entrega del pedido, pasando por la inspección del material, la importación de bienes o la producción.

"Se hace la vista gorda ante violaciones de las leyes laboral y de seguridad mediante sobornos o extorsiones"

Buena parte de estas prácticas corruptas beben de la necesidad de sortear trabas burocráticas, aunque otras tienen su raíz en la negociación de precios, que según expertos sigue siendo el factor diferencial, más allá de las infraestructuras o experiencia, para que las firmas extranjeras sigan fijándose en un país que, pese a las reformas y aumentos salariales motivados por los siniestros textiles de los últimos años, sigue teniendo la mano de obra más barata del planeta (unos 70 dólares mensuales de sueldo mínimo básico).

Según el estudio de TIB, las irregularidades en el sector se han convertido "en regla de facto" y "se hace la vista gorda ante violaciones de las leyes laboral y de seguridad mediante sobornos o extorsiones", utilizadas para "maximizar el beneficio". Tras ser presentado, el estudio causó revuelo entre Gobierno y patronal. "Mencionamos los escenarios sensibles a corrupción, lo que no significa que nuestros informadores hallaran corrupción en ellos", matizó con un tono mucho menos crítico en una entrevista posterior un responsable de comunicación de ese organismo, Mortuza Asish Ahmad, que atribuyó el "malestar" a una mala interpretación de los medios de comunicación. Ahmad abundó que Transparencia Internacional no dispone de datos, pues el informe no es "cuantitativo", para afirmar que se trate de una "práctica generalizada" y, sin embargo, se permitió redundar en el consejo de pedir a la patronal del textil que cree un organismo auditor para poner freno a la corrupción. Polémicas y complicaciones aparte, parece en todo caso que hay textil para rato en Bangladesh.

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