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La derecha búlgara afianza su poder al ganar las elecciones presidenciales

La alta abstención, del 60%, y las sospechas de compra de votos empañan la victoria de Plévneliev

PIOTR KOWALSKI

La derecha gobernante en Bulgaria ganó el pasado domingo las elecciones presidenciales y municipales. Pero su victoria quedó empañada por la alta abstención. Seis de cada diez ciudadanos no acudieron a las urnas y las irregularidades salpicaron la cita electoral. El candidato de Ciudadanos para el Desarrollo Europeo (GERB), Rosen Plévneliev, consiguió el 52,5% de los sufragios y el presidenciable de BSP (socialista), Ivailo Kalfin, el 47,5%.

El candidato socialista no logró imponerse a su rival conservador pese a recibir el apoyo del Movimiento por los Derechos y las Libertades (MDL) de Ahmed Dogan, el partido de la minoría turca búlgara.

El sucesor derechista del presidente Gueorgui Parvanov, que tiene 47 años y fue ministro de Desarrollo Regional hasta septiembre, ampliará el enorme poder que ya tiene la derecha en Bulgaria.

Plévneliev tendrá funciones meramente representativas como jefe de Estado, pero su victoria es un extraordinario espaldarazo al primer ministro, Boiko Borisov, un personaje turbio que fue guardaespaldas del último dictador comunista, Todor Yivkov, y del exrey Simeón de Bulgaria, además de policía y bombero.

GERB también consiguió un importante triunfo en las elecciones municipales, al ganar en primera vuelta, con mayoría absoluta, en nueve grandes ciudades, entre ellas la capital, Sofía.

La Comisión Electoral Central reconoció la existencia de numerosas irregularidades en los comicios presidenciales y municipales. Según la Fiscalía, la compra de votos fue relevante en ciudades como Sofía, Silven, Plov-div, Russe y Shumen.

El temor al fraude en las urnas movilizó a instituciones como la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (Osce) y el Congreso de los Poderes Locales y Regionales del Consejo de Europa, pero su presencia no impidió la compra de votos.

Más del 12% de los electores reconocieron que habían cometido ese delito. La ONG Transparency International denunció que en pueblos pequeños muchos ciudadanos vendieron su voto por unas 20 levas (diez euros), mientras que en las grandes ciudades y en las zonas marítimas los infractores llegaron a recibir hasta 200 y 300 levas (entre 150 y 200 euros).

Bulgaria es el país más pobre y corrupto de la UE. La corrupción afecta al mundo político y a los aparatos del Estado, como la Justicia y la Policía, y las mafias controlan sectores importantes de la actividad económica. El desencanto institucional de los búlgaros es muy elevado, como muestra un reciente estudio del Centro de Análisis y Marketing: un 71 % desaprueba la labor del Parlamento; un 64 %, al Gobierno, y un 67 %, a la presidencia.

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