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Dilma y Serra endurecen la campaña brasileña

Los dos candidatos presidenciales se acusan de difamación y guerra sucia en el primer debate antes de la segunda vuelta

 

NAZARET CASTRO

Las tres semanas que restan de campaña presidencial en Brasil, hasta la segunda vuelta del 31 de octubre, estarán lejos de esa estrategia de 'paz y amor' por la que decían abogar los asesores de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, y José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).

En el primer debate televisivo que enfrentó directamente a los dos candidatos, ambos emplearon un tono belicoso y se acusaron mutuamente de haber caído en la difamación y la guerra sucia.

Los últimos sondeos otorgan a la candidata de Lula el 54% de los votos

La misma línea agresiva se dejó ver en los días siguientes al debate, pese a que según los analistas esta línea dura disgusta a la mayoría de los 19 millones de electores que optaron en primera vuelta por la candidata del Partido Verde, Marina Silva, y cuyo apoyo resultará decisivo el día 31.

Serra centró sus embates en los temas más polémicos de la campaña: el escándalo que provocó la dimisión de la ministra de la Casa Civil, Erenice Guerra, y la ambigua posición de la candidata petista con respecto a la legalización del aborto, una cuestión que está cobrando cada vez mayor protagonismo. Según una encuesta difundida ayer por la Folha de São Paulo, el rechazo al aborto ha aumentado entre los brasileños desde que este espinoso asunto se ha colocado en la agenda mediática.

Los aspirantes se enfrentan por la legalización del aborto

Dilma se defendió atacando: 'Debe tener cuidado para no tener mil caras: usted reglamentó el aborto en São Paulo', le replicó. Una de las quejas más amargas de la petista apuntó a las declaraciones de la esposa de Serra, Mônica, quien dijo que Dilma 'está a favor de la muerte de niños'.

Serra quiso dirigir la campaña hacia uno de los aspectos más sensibles para su electorado: la inseguridad. Su principal propuesta es la creación de un Ministerio de Seguridad.

Dilma rebatió afirmando que las políticas del tucano, como son conocidos los miembros del PSDB, cosecharon escasos éxitos en su etapa como gobernador de São Paulo. Además, le acusó de querer privatizar la explotación de las reservas de hidrocarburos descubiertas frente al litoral sureste del país y aclaró que el PT crearía un fondo social con los beneficios del petróleo.

Según la última encuesta de Datafolha, la candidata de Luiz Inácio Lula da Silva ganaría con el 54% de los votos válidos, frente al 46% de Serra, si bien un 7% de los electores aún se declara todavía indeciso. Los tucanos, sabedores de que tienen poco que hacer en la región nordeste, donde las políticas sociales de Lula han logrado un apoyo electoral en torno al 70%, concentrarán sus esfuerzos en el sur del país, en estados como São Paulo, Minas Gerais, Paraná y Rio Grande do Sul.

El presidente Lula volvía ayer a implicarse de lleno en la campaña: aseguró que la elección 'no está decidida' y pidió a sus simpatizantes que salgan a la calle a pedir el voto para Dilma.

Paralelamente, el Partido Verde de Marina Silva, quien obtuvo casi el 20% de los sufragios en primera vuelta, se reunirá el 17 de octubre en São Paulo para definir su posición con respecto al voto en la segunda vuelta.

El círculo más cercano a Marina ya ha aclarado que ésta podría inclinarse por no apoyar a ninguno de los dos candidatos. 

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