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EEUU e Israel aprietan las tuercas del programa nuclear; Irán resiste

Mientras la Agencia Internacional para la Energía Atómica asegura que solo hay un margen de tres o cuatro semanas para restablecer el acuerdo nuclear con Irán, Estados Unidos e Israel apuestan por continuar por la vía dura. En los últimos días las dos partes se han cruzado acusaciones que parecen formar parte de un juego sin ningún objetivo y no de una negociación seria.

El presidente de EEUU, Joe Biden, con el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en una reunión celebrada en agosto de 2021. AFP/Nicholas Kamm
El presidente de EEUU, Joe Biden, con el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en una reunión celebrada en agosto de 2021. Nicholas Kamm / AFP

Las negociaciones sobre el programa nuclear iraní vuelven a caer bajo el influjo de fuertes tensiones propiciadas por Estados Unidos e Israel, sin que esté claro si estas dos potencias tienen en realidad interés en llegar a un acuerdo similar al que en 2015 firmó el presidente Barack Obama con la república islámica.

El acuerdo, del que los americanos se salieron en 2017 por orden de Donald Trump bajo el influjo del entonces primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, fue escrupulosamente observado durante su vigencia por los iraníes, quienes ahora consideran que es preciso actuar más agresivamente para forzar una renovación que les permita eludir las sanciones occidentales.

Israel pretende incrementar las sanciones hasta acabar con el régimen

La posición de Israel es que en lugar de firmar, lo que hay que hacer es incrementar las sanciones hasta acabar con el régimen. Numerosos exaltos cargos israelíes, incluidos algunos de los más influyentes ministros y exjefes de los servicios secretos han reconocido públicamente que el acuerdo de Obama era muy positivo para Israel y convendría resucitarlo cuanto antes.

Sin embargo, la posición del tambaleante primer ministro Naftalí Bennett es la misma que la de Netanyahu y consiste en oponerse a cualquier clase de acuerdo. Para ello Bennett está entorpeciendo los esfuerzos de EEUU y de una Europa totalmente inoperante. El no acuerdo da a Israel claras ventajas políticas y militares, incluida la venta de su caro sistema antimisiles a países del golfo Pérsico que se han puesto bajo su protección y su tutela.

La posición de Washington es cada día más dudosa. El presidente Joe Biden prometió durante la campaña que renovaría el acuerdo de Obama, pero han transcurrido 17 meses desde que entró en la Casa Blanca y la actitud del departamento de Estado, cuando menos sospechosa, da a entender que solo está interesado en negociar por negociar, sin alcanzar un compromiso.

En este contexto, en las últimas horas Teherán ha decidido adoptar medidas de presión retirando parte del material instalado por la Agencia Internacional para la Energía Atómica para supervisar lo que ocurre dentro de las centrales nucleares. Al mismo tiempo exige a la Casa Blanca garantías decisivas de que EEUU no volverá a abandonar el acuerdo como hizo Donald Trump en 2017, unas garantías que no está claro que Biden las pueda dar.

Teherán argumenta que las potencias occidentales, incluida Israel, no deben usar la AIEA como una herramienta política

Teherán argumenta que las potencias occidentales, incluida Israel, no deben usar la AIEA como una herramienta política que vaya más allá de sus competencias reconocidas en materia nuclear. En este sentido, es obvio que Israel y los EEUU pretenden justamente obtener réditos políticos de la agencia, mientras los europeos se sienten a gusto relegados y al margen.

Bajo la inoperante tutela de Alemania y Francia, Europa es un ente caduco y problemático, sin iniciativas en lo tocante a política exterior, algo que se ve en casi todos los frentes abiertos, como Marruecos, la ocupación de los territorios palestinos, Argelia o el caso del programa nuclear iraní. Los europeos se comportan con una actitud autista que les ha hecho perder toda credibilidad en materia de política exterior.

En el juego de declaraciones y réplicas de cara a la galería que se está desarrollando a varias bandas, el director de la AIEA, el argentino Rafal Mariano Grossi ha metido la cuchara para señalar que solo quedan tres o cuatro semanas de margen para restablecer el pacto nuclear. No obstante, esto simplemente son palabras insustanciales en un juego que se dirige por control remoto desde Estados Unidos e Israel.

Por su parte, Mohammad Eslami, director de la Agencia Iraní de Energía Atómica, ha confirmado que Teherán ha decidido retirar material instalado en 2015 por la AIEA, y que adoptará medidas adicionales en un futuro próximo, aparentemente con el fin de presionar al equipo teledirigido por EEUU e Israel, aunque no necesariamente en ese orden.

Los iraníes han recordado que "la entidad sionista" no está obligada por ningún tratado internacional

Los iraníes han recordado que "la entidad sionista" no está obligada por ningún tratado internacional, ni permite que la AIEA supervise sus instalaciones nucleares. Mientras por un lado Israel está por encima de la ley, por el otro aprovecha la debilidad de Irán para echar más carbón al fuego, lo que últimamente ha hecho varias veces matando a responsables iraníes en Teherán.

En este sentido, en declaraciones a The Economist, el primer ministro Bennett ha explicado que la política israelí con respecto a Irán ha cambiado. "Estamos aplicando la política del pulpo. Ya no jugamos con los tentáculos sino que hemos creado una nueva ecuación para golpear la cabeza". Así hace referencia a los últimos ataques contra responsables de la Guardia Republicana dentro de Irán.

Las explícitas declaraciones de Bennett han suscitado un debate interno en Israel en el que varios responsables han criticado que se hable de una manera tan "arrogante". Altos responsables de seguridad consideran que este tipo de ataques puede volverse contra el estado judío si Teherán decide actuar contra intereses o individuos israelíes por todo el mundo. Sin embargo, en opinión de Bennett, los iraníes "son más cobardes de lo que se piensa" cuando se trata de responder a las continuas provocaciones israelíes.

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