Público
Público

Elecciones en Rumanía: candidato único, el mercado

CORINA TULBURE

'Es difícil saber a quién votar. Si escarbas detrás de lo que dicen, ningún candidato propone un cambio. Seguimos la misma senda de los noventa', se lamenta Rodica M., que quiere votar y no sabe a quién. 'Todos se pelean por los votos, pero si lees los programas, escasean las propuestas concretas dirigidas a los ciudadanos', se queja un jubilado que echa un ojo a los precios para ver cómo engañar a su cesta de compra con algo consistente. 'Tenemos distintos candidatos, distintos partidos, pero no hay a quién votar. ¿De qué te sirve el derecho a voto si en los programas no encuentras tus derechos sociales y económicos? Seguimos la senda de la transición. Parece que haya un solo candidato: el mercado.'

La lista de candidatos a la presidencia de Rumanía, que se vota el día 2 de noviembre, incluye desde dirigentes del Partido Socialdemócrata (PSD) a líderes del Partido Liberal y otras formaciones situadas a la derecha. A la izquierda del Partido Socialdemócrata se encuentra el PAS, Partido de la Alternativa Socialista, con una baja intención de voto.

Todos los candidatos llevan tiempo en sus partidos, no hay ninguna cara nueva en el escenario político rumanoTodos los candidatos llevan tiempo ocupando cargos en los distintos partidos, no hay ningún novato en el escenario político rumano. Los sondeos otorgan al actual primer ministro, Victor Ponta, del Partido Socialdemócrata, más de un 50 % de los votos en la primera vuelta. Y aunque en su campaña, Ponta haya animado al electorado a sentir el 'orgullo de ser rumano', su eslogan electoral, en la práctica, los rumanos no tienen motivos para enorgullecerse.

Antes de tomar el cargo, el candidato socialdemócrata aparecía como opositor a las medidas neoliberales de Traian Băsescu, actual presidente, pero la realidad es que desde que fue nombrado primer ministro, la situación económica y social no ha mejorado demasiado. A pesar de que Rumanía ha sido el país con mayor crecimiento económico de la UE en 2013, sus sueldos siguen siendo los más bajos de Europa, encabezando así la lista de los países con mayor número de working poor, trabajadores que no consiguen subsistir aunque trabajen a jornada completa, seguida por Grecia y España. Ni siquiera el IVA, fijado en un 24% por el gobierno de Băsescu, ha bajado. Tan solo algún producto básico como el pan ha reducido su coste.

Sin embargo, durante la campaña electoral no ha aflorado ninguna propuesta para aumentar los impuestos a las grandes multinacionales que operan en el país y, a pesar de las protestas de los campesinos y activistas, el Gobierno no se ha opuesto a la compañía Chevron y su proyecto de fracking en el nordeste de Rumanía.

El PSD rumano ha llevado a cabo  medidas  como el aumento del salario mínimo en un 30% (pasaría de 160 euros a unos 200 en un país con precios europeos) o las becas para la escuela profesional, pero no ataja las desigualdades sociales estructurales ni las prácticas de las compañías nacionales e internacionales que las alimentan. La suya es una socialdemocracia business friendly.  

El principal oponente de Băsescu propone un 'capitalismo Occidental' en vez del 'capitalismo periférico rumano'Su oponente es Klaus Iohannis, alcalde de Sibiu (Transilvania) de origen alemán y candidato del Partido Liberal. Su lema electoral reza: La Rumanía de las cosas bien hechas. El discurso electoral de Iohannis apoya el quehacer Occidental contra el caos y la corrupción del país. Trasladado a las presentes elecciones sería un 'capitalismo Occidental' versus 'capitalismo periférico, rumano', y omite aclarar que son las dos caras de la misma moneda.

Su programa apoya las políticas económicas neoliberales, así como la privatización del sistema público de salud: servicios básicos gratuitos, servicios universales de pago. Un 'vivirás mientras el bolsillo te deje'.  Según los sondeos publicados por el diario Adevărul, en la primera vuelta no superaría el 31 % de los votos.

Las candidatas a la presidencia, Elena Udrea, del Partido Movimiento Popular, y Monica Macovei,  solo arrojan más pesimismo para el futuro de los ciudadanos. Udrea, ex ministra que en 2011 defendía con orgullo cómo Rumanía era la alumna aplicada del FMI, quiere ahora nacionalizar antiguas privatizaciones. No le mueve, sin embargo, el bien común, sino los intereses de los grupos de inversores. En Facebook, su campaña está pigmentada con fotos en las que aparece reunida en fábricas textiles, o abrazando a las mujeres operarias. No obstante, no hace referencia al mísero salario que cobran las trabajadoras.

Por su parte, la antigua fiscal del Gobierno de Băsescu, Monica Macovei, ha hecho de la lucha contra la corrupción su bandera y su programa electoral es un violento fumígeno para las instituciones públicas a las que tilda de corruptas por esencia. Aboga por la liberalización de la sanidad, la educación y los servicios sociales, y utiliza una retórica agresiva contra las personas sin ingresos. Para la candidata independiente, la Rumanía de mañana es un 'sálvese quien pueda'.

En lo referente a la política exterior, la mayoría de los partidos han utilizado la situación en Ucrania para justificar una mayor presencia de la OTAN en Rumanía y ratificar su apoyo a la organización. El antropólogo y activista Florin Poenaru, declara a Público que se trata de una antigua estrategia de afianzamiento de la OTAN en los países del Este y de aislamiento de Rusia.

'La actual campaña no es nada nuevo, hace unos 15 años que ocurre. La intención actual es desestructurar la relación de Alemania y UE con Rusia. ¿Para qué? Para atraer a los estados de Europa del Este como defensores de las relaciones UE-EEUU, sobre todo del Tratado de libre Comercio UE-EEUU, del cual nuestros candidatos no hablan', aclara Poenaru.

Sin embargo, no todos aceptan este posicionamiento sin un debate previo. Se ha dado por acabado un debate inexistente sobre las relaciones entre Rumanía y Rusia.'Tenemos tropas permanentes de la OTAN, nos hemos convertido en un objetivo sin haberlo elegido', dice una diputada rumana 'El partenariado del Este es un nuevo muro contra Rusia. Aunque Rumanía no tenía malas relaciones con Rusia, este es el nuevo posicionamiento que han adoptado nuestros políticos casi sin cuestionarlo. Somos como una colonia de la OTAN. Se ha instalado una unanimidad que no es ni siquiera inteligente desde el punto de vista pragmático. Tenemos tropas permanentes de la OTAN, nos hemos convertido en un objetivo sin haberlo elegido', se cuestiona la ex eurodiputada del PSD, Gabriela Crețu.  

En este contexto, Rumanía ocupa la posición de zona intermediaria, buffer de intereses. 'En la base militar de la OTAN de Bucarest, en Kogălniceanu, han contratado para realizar reparaciones a una empresa turca, ni siquiera a una empresa local. Somos como una colonia de la OTAN', apunta Poenaru.

El posicionamiento electoral de los políticos rumanos como defensores de la OTAN frente a Rusia tiene también repercusiones económicas. Un efecto inmediato es el incremento del gasto militar. 'Desde hace dos años peleamos para que los libros de texto sean gratuitos, valen menos de 10 euros al mes, y ahora vamos a comprar material militar de segunda mano a compañías occidentales de los miembros de la OTAN. El presupuesto del Ministerio de Defensa ha aumentado de forma considerable y ha obligado incluso a asumir un riesgo de déficit público. Hasta ahora se había rechazado cualquier gasto social porque debíamos mantener el déficit pactado con el FMI, pero cuando se trata de gasto militar, todo cambia', declara Crețu.

'Hemos recortado el gasto social para cumplir con el déficit pactado con el FMI, pero cuando se habla de gasto militar todo cambia'La política energética también se ve afectada por el distanciamiento político de Rusia. En nombre de la independencia energética del gigante ruso, el Gobierno abrió la puerta a la empresa Chevron y el fracking. 'Cuando hay una guerra, como la de Ucrania, tendemos a pensar que los actores del conflicto son los Estados y nos olvidamos de que de hecho son las grandes compañías. ¿Qué pasa si Rusia retira el capital de los bancos occidentales? Apuesto que la City de Londres quiere tener buenas relaciones con Moscú', asegura Crețu.

Como respuesta ante la falta de iniciativas políticas destinadas a solventar los problemas que ahogan económica y socialmente a los ciudadanos de a pie, distintos movimientos sociales e intelectuales de izquierdas se han unido para presentar una declaración de mínimos que no figuran en ninguna propuesta electoral.

'Nadie propone la imposición progresiva. Se mantiene la imposición única, que es una fuente de desigualdad, y hablar de desigualdad en campaña electoral parece un tabú. Entre los momentos más cínicos de la campaña recuerdo algunos debates en los medios en los que se insinuaba la idea de quitar el derecho a voto a las personas sin ingresos. El precio de la democracia rondaría unos 500 euros', apunta el escritor Vasile Ernu, uno de los coordinadores de la declaración.

'Se ha debatido quitar el derecho a voto a las personas sin ingresos. El precio de la democracia rondaría los 500 euros'En su declaración, la coalición demanda que el salario mínimo se fije en un nivel que asegure la supervivencia, y no en función de la competitividad empresarial; detener la privatización la sanidad y la educación públicas; rechazar la privatización de grandes compañías, como la de los ferrocarriles, como solución a sus problemas de funcionamiento; controlar la evasión fiscal en la contratación empresarial, dado que una práctica extendida entre las empresas privadas rumanas es que la gente trabaje media jornada en papel y más de 40 horas en realidad; detener los desahucios y frenar la especulación inmobiliaria; encontrar una solución para el casi medio millón de rumanos que tras emigrar y trabajar sin contrato en el extranjero, afrontan un futuro sin jubilación ni en su país de origen ni en el de destino; y frenar el  fracking y la destrucción de los bosques mediante la venta de la madera.

Los candidatos han eludido estos  problemas reales de los ciudadanos recogidos en la propuesta. Ante las urnas, el 2 de noviembre, los votantes se debatirán entre un neoliberalismo agresivo o una socialdemocracia business friendly, que aprieta el cinturón vigilando que el ciudadano no exhale su último aliento.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional