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Eluana muere antes de que los políticos decidan sobre su vida

La mujer fallece tres días después de que los médicos le retiraran la sonda de alimentación. En el momento de su muerte, el Senado debatía un proyecto de ley para 'salvarla'

JORDI MUMBRÚ

Nadie en Italia esperaba la noticia. Todo el mundo contaba los días que faltaban para la muerte de Eluana Englaro, prevista para el martes de la semana que viene. En este tiempo, el Gobierno de Berlusconi quería aprobar una ley para forzar a los médicos a que volvieran a colocarle la sonda de alimentación, que le retiraron hace tres días.

El primer ministro tenía el tiempo justo. Buena parte de la oposición, en cambio, intentaba retrasar la ley. Al final, nada de eso hizo falta. Eluana Englaro murió este lunes a las 20.10 horas en la clínica La Quiete, en la ciudad de Udine, donde permanecía ingresada. Poco después, los carabinieri se presentaron en el centro médico para comprobar las causas de la muerte.

Según informó la televisión italiana, Beppino Englaro, el padre de Eluana, no se hallaba en la clínica cuando su hija falleció . Beppino recibió una llamada del médico que trataba a Eluana, en coma irreversible dese hacía 17 años, para darle la noticia. El padre y tutor legal de la mujer, manifestó a la prensa tras conocer la muerte de su hija, que quería estar solo y que no pensaba hacer ningún tipo de declaración.

Cuando Eluana expiró, los políticos italianos debatían en el Senado sobre el decreto ley emitido a toda prisa por Silvio Berlusconi, cuya intención era la de prohibir la retirada de la alimentación a cualquier persona que no se valiera por sí misma.

El objetivo del Gobierno era aprobar la normativa antes de que Eluana muriera, para nutrirla de nuevo y así 'salvarla'. Cuando los senadores conocieron la noticia, se quedaron de piedra, aunque en la sala retumbó algún que otro aplauso.

El presidente de la Cámara, Renato Schifani, se puso en pie para pedir un minuto de silencio. Y el Senado enmudeció. Por delante le quedaban horas y horas de una discusión que minutos antes dividía a Italia y que, una vez muerta Eluana, quedó en papel mojado.

Berlusconi lamentó su fallecimiento. Poco antes, había afirmado que este caso suponía una lucha 'entre los partidos de la vida' (los que querían obligarla a vivir) y 'los de la muerte', que eran precisamente los que defendían la sentencia en firme del Tribunal Supremo que desde julio del año pasado autorizaba la retirada de su alimentación.

Pero la polémica no concluye con esta muerte. Mario Giordano, director del diario Il Giornale propiedad de Berlusconi criticó que nadie pusiera 'fin al horror'. Y muchos periodistas y políticos siguieron criticando la decisión de retirarle la sonda que la mantenía con vida, una acción que definieron como 'eutanasia'. 'Tengo miedo a vivir en un país que puede autorizar tu condena a muerte', afirmó Giordano. También pidió que se investiguen las causas de esta muerte 'prematura'.

El senador del Partido Radical Marco Perduca declaró a Público que 'todo el mundo tiene presente las fotos de Eluana en buen estado, pero no es así. Sus ojos están hundidos, su cuerpo está deformado y sus cabellos son blancos'. El pasado viernes, el mismo día en que los médicos empezaron a retirar la alimentación a Eluana, Berlusconi aprobó un decreto exprés para obligar a que se volviera a nutrir a la mujer.

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, se negó a firmarlo, porque consideró que debía aprobarlo el Parlamento. Ante esta situación, Berlusconi reunió de urgencia a sus ministros y aprobó un proyecto de ley en la misma dirección. 'La alimentación y la hidratación (...) no pueden en ningún modo ser suspendidas de quien da asistencia a sujetos que no están en grado de proveerse por sí mismos', decía el documento.

Esta iniciativa debía aprobarse este martes en el Senado. Este miércoles se iba a discutir en la Cámara de los Diputados para que Napolitano, esta vez con el apoyo del Parlamento, rubricara el texto. El Vaticano había felicitado al Gobierno por sus esfuerzos para intentar salvar a Eluana de un 'homicidio', y había criticado abiertamente a Napolitano.

Con la muerte de Eluana, la discusión de la ley ya no es urgente, aunque sigue siendo algo importante porque en Italia hay 2.500 personas que se encuentran en una situación similar. La Iglesia y el Ejecutivo intentaron en todo momento que se abriera un precedente.

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