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Emmanuel Macron: el recambio del bipartidismo francés

Ni de izquierdas ni de derechas, el líder de En Marche! se ha erigido en el candidato preferido de las élites políticas europeas para hacer frente a la ultraderecha francesa.

Simpatizantes de Emmanuel Macron.- REUTERS

ENRIC BONET

“¿Tendré el poder suficiente para hacer reformas?”. Esta fue la pregunta que le hizo el joven Emmanuel Macron al presidente socialista François Hollande antes de aceptar el cargo de Ministro de Economía. Ese mismo día el izquierdista Arnaud Montebourg fue reemplazado en el ejecutivo de Manuel Valls por este antiguo banquero de Rothschild. Era un 26 de agosto de 2014, una fecha que cambió el curso de la reciente historia política francesa.

Con sólo 39 años, Macron se ha convertido en el presidente más joven de la Quinta República francesa. El candidato de En Marche! (En Marcha!) ha conseguido el 66,06% de los votos y se ha impuesto con claridad a la ultranacionalista Marine Le Pen. Apenas conocido hace tres años y sin haber participado antes en ninguna otra elección, su carrera política ha resultado meteórica.

Nacido en Amiens (norte de Francia) en una familia de clase media, Macron cursó el bachillerato humanístico en el prestigioso instituto parisino Henry IV y estudió Filosofía en la Universidad de Nanterre, donde trabajó como asistente del filósofo Paul Ricoeur —en realidad, se encargó de archivar sus papeles y editar las notas en el pie de página de la última gran obra de este famoso pensador existencialista, La memoria, la historia, el olvido.

Aunque empezó una tesis doctoral, Macron abandonó su carrera como hombre de letras para dedicarse a la alta administración. Después de haber estudiado en la elitista Escuela Nacional de Administración (ENA), se incorporó al prestigioso cuerpo de la Inspección general de las fianzas, cuyo jefe fue el influyente Jean-Pierre Jouyet.

Jouyet, un amigo histórico de Hollande, que ha ocupado cargos de poder durante los últimos veinticinco años cohabitando entre la izquierda y la derecha, ayudó al joven Macron a tejerse una extensa red de contactos entre las élites políticas y económicas. Lo que le permitió trabajar con apenas treinta años como banquero de Rothschild, donde cerró un valioso acuerdo entre Nestlé y la farmacéutica Pfizer, con el que ganó una prima de 2,8 millones de euros.

Además, gracias a la influencia de Jouyet, “Hollande eligió a Macron como su consejero en materia económica durante las primarias socialistas de 2011”, asegura Marc Endeweld, autor de la biografía L’ambigu monsieur Macron. Unos meses más tarde lo nombraría como secretario adjunto del Eliseo y finalmente lo escogería como Ministro de Economía a finales de agosto de 2014. Una trayectoria política ascendente que la hagiografía publicada durante el último año sobre él ha teñido con una cierta áurea de joven prodigio.

Emmanuel Macron retratado en la localidad de Rodez.- REUTERS

Emmanuel Macron retratado en la localidad de Rodez.- REUTERS

Arquitecto de las políticas liberales de Hollande

Tanto como secretario del Eliseo y como ministro, Macron fue el arquitecto de las medidas económicas más polémicas del quinquenio de Hollande, como la rebaja fiscal de 40.000 millones de euros a las empresas o la famosa Ley Macron, que amplió la apertura de las tiendas en domingo y liberalizó sectores tan variopintos como las notarías o los autobuses. Incluso intervino de forma directa en la elaboración de la reforma laboral, ya que “negoció con la patronal la introducción de una cláusula que facilitara el despido por motivos económicos”, explica la periodista Marion L’Hour, coautora con Frédéric Says del libro Dans l’enfer de Bercy

Contestada por los sindicatos y la izquierda radical, la polémica Ley Macron sirvió para mostrar “su estilo dialogante que los franceses apreciaron especialmente”, afirma el periodista François-Xavier Bourmaud, autor de la biografía Macron, l’invité surprise. De hecho, el exministro de Economía “pasó doscientas horas en la Asamblea Nacional para debatir con los diputados la aprobación de cada artículo de su ley”, afirma Nicolas Prissette, autor del libro Emmanuel Macron, en marche vers l’Elysée. Pero esta voluntad dialogante resultó infructífera y esta ley fue aprobada por decretazo.

Según Bourmaud, “la Ley Macron evidenció el bloqueo de la sociedad francesa”. Una dificultad para emprender reformas especialmente criticada por la derecha francesa. Lo que contribuyó a hacer de Macron uno de los ministros más populares, sobre todo entre los votantes conservadores. Este apoyo se vio reafirmado por la benevolencia con la que el presidente Hollande abordaba las múltiples salidas de tono de su ministro preferido, “al que pronto consideró como su sucesor”, reconoce Prissette.

Sin embargo, Macron no tardó en traicionar a Hollande, al que consideraba un líder político cobarde, incapaz de llevar a cabo las reformas necesarias. A partir del verano de 2015 contempló la idea de presentarse a las presidenciales. Este proyecto empezó a tomar forma a principios del año pasado, cuando multiplicó sus reuniones en el Ministerio de Economía con personas alejadas de la actividad económica, como politólogos o líderes religiosos. Según revelaron los autores de Dans l’enfer de Bercy, el 80% del dinero presupuestado para los gastos anuales de representación del Ministerio de Economía lo empleó en ese tipo de comidas y cenas, antes de su dimisión como ministro a finales de agosto de 2016.

Macron durante su visita de campaña a Rodez.- REUTERS

Macron durante su visita de campaña a Rodez.- REUTERS

En contra de los aparatos políticos

Tras haber fundado en abril el movimiento político En Marche! —cuyas siglas se corresponden con las iniciales de su candidato—, el exministro de Economía anunció su candidatura a las presidenciales en noviembre del año pasado. “Los aparatos políticos paralizan nuestra capacidad de avanzar”, aseguró entonces durante un discurso especialmente crítico con las fuerzas políticas tradicionales. Un rechazo al bipartidismo compartido por buena parte de la sociedad francesa. Según los estudios del centro de análisis Cevipof, sólo el 12% de los franceses confía en los partidos políticos y el 75% de ellos considera que las nociones de izquierda y derecha no quieren decir gran cosa.

A pesar de ser la primera vez en la que se presentaba en unas elecciones, la victoria de Macron en la primera vuelta de las presidenciales resultó posible gracias a la crisis del bipartidismo francés. La derecha republicana y el Partido Socialista (PS) obtuvieron poco más del 25% de los votos, mientras que fueron el 55% en 2012. El líder centrista “ha tenido la suerte de confrontarse a dos candidatos demasiado caricaturescos, como Hamon, que sólo se dirigía al electorado del ala izquierda del PS, o Fillon, manchado por los escándalos de corrupción”, explica Prissette.

La juventud de Macron también ha resultado una gran ventaja. El 64% de sus votantes en la primera vuelta apostó por él porque "encarna el cambio”, según un sondeo de Ipsos. “La mayoría de los simpatizantes de En Marche! son personas que quieren ver nuevas caras en la política, pero no quieren cambiar el sistema económico”, asegura el periodista de Mediapart Mathieu Magnaudeix, que sigue al líder centrista durante la campaña.

Esta imagen de renovación se ha visto reforzada por un tratamiento mediático benevolente. La candidatura del dirigente centrista se ha beneficiado “de un bombardeo mediático para vender la marca Macron al electorado”, criticó el analista político Thomas Guénolé en el semanario Marianne. Los periodistas de esta revista calcularon en febrero que la cadena de televisión de información en continuo BFMTV había retransmitido durante los últimos cuatro meses 426 minutos de los discursos del candidato de En Marche! durante sus mítines y sólo 404 minutos de los otros cuatro principales candidatos.

La esposa de Macron, Brigitte Trogneux.- REUTERS

La esposa de Macron, Brigitte Trogneux.- REUTERS

El candidato de la gran coalición

“Mi oferta política consiste en unir la socialdemocracia, la ecología realista, la derecha orleanista (moderada) y el gaullismo social”, dijo Macron a principios de febrero durante una entrevista en la emisora de radio France Inter. Reconoció de esta forma su voluntad de construir en Francia una gran coalición. Es decir, de reeditar la alianza entre conservadores y socialdemócratas que gobierna en Alemania o que aprueba la mayoría de las iniciativas legislativas en el Parlamento Europeo. Único candidato claramente europeísta, el líder centrista ha recibido el apoyo de los principales dirigentes europeos conservadores y socialdemócratas.

“Macron ha apostado por reemplazar el eje izquierda-derecha por la confrontación entre europeístas y patriotas (extrema derecha)”, afirma Bourmaud. Si finalmente es elegido, su proyecto para la Unión Europea consistiría en reforzar la alianza franco alemana y elaborar una reforma de los tratados que “sometería a la votación de los ciudadanos de los estados miembros”.

No obstante, este nuevo tratado difícilmente representará una alternativa a las políticas de austeridad, de las que Macron es un adepto confieso. Su programa incluye medidas como la aprobación de una nueva reforma laboral aprobada por decreto, una reducción en 60.000 millones de euros del gasto público, la supresión de 120.000 puestos de funcionarios o la eliminación parcial del Impuesto sobre la fortuna (ISF). Unas medidas que sólo podrá aplicar en el caso de que su movimiento político obtenga la mayoría absoluta de los diputados en las próximas elecciones legislativas de junio.

“Macron quiere transformar En Marche! en un nuevo partido político, con un nuevo nombre y en el que espera atraer a diputados del PS y Los Republicanos (derecha)”, asegura Bourmaud. El ex primer ministro socialista Manuel Valls anunció este jueves en Twitter su apoyo a la mayoría presidencial del líder centrista. Una gran coalición que resultará imprescindible para que Macron pueda emprender finalmente sus reformas.

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