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El enjambre de candidatos de la derecha perjudica a Sarkozy

Entre sus aliados se multiplican las deserciones

A. P.

Ni un solo sondeo dice que Nicolas Sarkozy pueda ganar las elecciones presidenciales. En parte es normal, porque el que prometió ser 'el presidente del poder adquisitivo', de la 'buena gestión de las cuentas públicas' y de 'la democracia irreprochable' llega a 2012 con récords históricos de paro y de endeudamiento y rodeado de escándalos.

Ninguno de los barones de su partido, la Unión para un Movimiento Popular (UMP) se han atrevido a desafiarle. Pero sí han surgido, fuera de la UMP, un enjambre de candidatos presidenciales derechistas o centristas, cuyas candidaturas Sarkozy no controla.

Entre sus aliados se multiplican las deserciones. Un hombre clave de su victoria de 2007, Arnaud Dassier, ha anunciado que lo abandona. También le dejan los magnates que le ayudaron a controlar los medios, con la excepción del diario conservador Le Figaro, cuya influencia decae.

El 'abecedario de las propuestas de Sarkozy' ha desaparecido de la web de su partido. Lógico, porque nada más elegido transformó esas propuestas en una vorágine de proyectos de ley para dar impresión de cambio: desde la seguridad ciudadana hasta el empleo, de la ecología a la modernización de la democracia.

Ahora, se enfrenta al enjambre de candidatos de la derecha y del centro. Por un lado, la ultra Marine Le Pen, a la que los sondeos dan entre el 11% y el 19% de intención de voto. Más peligroso, el centrista independiente François Bayrou, que puede superar su 18,5% de 2007. También le roen márgenes candidatos menores, como el soberanista gaullista Nicolas Dupont-Aignan, la ultra cristiana Christine Boutin, el centrista Hervé Morin y su gran rival Dominique de Villepin, ex primer ministro y excanciller.

Podría incluso ocurrir que Sarkozy no pasase la primera vuelta presidencial de abril y fuera eliminado. Frente al riesgo de esa suprema humillación, el otrora líder de las derechas mundiales ha optado por una estrategia de ambigüedad calculada.

Sigue sin declararse candidato, y sus colaboradores filtran dos escenarios contradictorios. En uno, Sarkozy escribiría en enero una carta a los franceses para explicarse sobre los errores de su mandato, antes de declararse candidato muy tarde, a finales de febrero o marzo, para hacer campaña al mismo tiempo que va de cumbre en cumbre negociando con Angela Merkel y dramatizando al máximo. En otro escenario, Sarkozy entraría en liza a finales de enero o principios de febrero, rechazando de cara a la primera vuelta cualquier debate con sus rivales, y poniendo en escena dossiers internacionales como un supuesto choque con Turquía.

En ambos casos, Sarkozy necesita desesperadamente poder ningunear a sus rivales, especialmente a Hollande, y rechazar frontalmente entrar en cualquier análisis del balance de su mandato. Porque no lo hay.

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