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Marina Albiol: "En España no cala un partido xenófobo porque algunas de sus posiciones ya las defiende el PP"

La eurodiputada de La Izquierda Plural, que acaba de visitar Lesbos, critica la política migratoria y de refugiados de la UE porque "el cierre de fronteras alimenta a las mafias"

La eurodiputada Marina Albiol, en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. / IU

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Crítica con la política migratoria de la Unión Europea, la eurodiputada de La Izquierda Plural Marina Albiol (Grao de Castellón, 1982) visitó Grecia la pasada semana para comprobar sobre el terreno cuáles son las condiciones en las que se encuentran los refugiados. Urge, a su juicio, actuar en los países de origen para evitar el éxodo (bien por motivos económicos, bien por culpa de las guerras), porque entiende que blindar las fronteras sólo conduce a la muerte de quienes intentan alcanzar la Europa Fortaleza.

Una noticia dramática: 10.000 niños refugiados no acompañados han desaparecido tras llegar a la UE, según Europol. ¿Cómo lo encajaron en Bruselas? Y, aunque muchos menores podrían estar con familiares, ¿qué credibilidad le dan a esa cifra?

La cifra nos sorprendió a todos por elevada. Hay casos en los que pueden estar con familiares, pero en Atenas la asociación de refugiados sirios también nos mostró su preocupación al respecto. La UE es responsable, porque si les brindaran vías legales y seguras para llegar a Europa, los refugiados no se pondrían en manos de las mafias y esto no estaría pasando. La política migratoria y de refugiados de la UE, con su cierre de fronteras, alimenta a las mafias. No sólo a las relacionadas con la desaparición de niños sino también a las mafias que se lucran con el tráfico de personas.

¿Cómo debería afrontar la UE la crisis de los refugiados?

Los refugiados se ven obligados a salir de sus países de origen por culpa de las políticas que han practicado EEUU y determinados países de la UE (que han invadido Afganistán e Irak, bombardeado Libia y armado facciones en Siria). Es necesario un cambio de las políticas internacionales y de las políticas económicas de la UE, porque también está llegando gente de Sudán, Mali o Eritrea, a los que se les sigue cobrando la deuda externa a la vez que las multinacionales expolian sus recursos naturales.

En todo caso, lo más urgente sería destinar los recursos necesarios para afrontar la situación de los refugiados en los campos, porque actualmente resultan insuficientes; abrir vías legales para su entrada en Europa, y expedir visados en embajadas y consulados de origen para que no tengan que jugarse la vida en el mar. La solución no es Frontex (o sea, la militarización del Mediterráneo) ni controlar las fronteras, cerrar el espacio Schengen, gasear a refugiados en los perímetros fronterizos, requisar los objetos de valor (como sucede en Dinamarca) o levantar vallas en Ceuta y Melilla.

¿Puede esta crisis poner en riesgo la UE tal y como la conocemos?

La forma de afrontar la crisis pone en cuestión todos los valores en los que se fundamentaba la UE. Pero iría más allá: la Europa que se forjó tras la derrota de los nazis está siendo testigo de un auge de la extrema derecha. El discurso racista va calando cada vez más y está siendo compartido por grupos parlamentarios que se supone que no son de extrema derecha. En ese sentido, conservadores, liberales y socialdemócratas están siendo cómplices de las políticas xenófobas.

¿Por qué en España no ha calado un partido ultra y xenófobo?

Porque en buena parte el Partido Popular ha estado recogiendo esa forma de hacer política. Las vallas, las devoluciones en caliente, la criminalización de la inmigración y el veto en la sanidad pública son obra del PP, aunque esas posiciones también las defienda la extrema derecha. Hay que recordar cuando Rubalcaba sacaba pecho por el gran número de deportaciones de inmigrantes, compitiendo con el PP para ver quién había expulsado a más sin papeles durante su Gobierno. Basta ver los CIE, verdaderas prisiones implantadas por Ejecutivos que no son de extrema derecha pero que practican algunas de sus políticas.

Campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. / IU

Campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. / IU

La UE blinda las fronteras y el Mediterráneo, lo que provoca la pérdida de vidas, al tiempo que organiza la acogida de los refugiados que logran llegar. ¿Doble moral?

Es una cuestión de hipocresía. No puedes sostener un discurso favorable a la acogida a la vez que implantas Frontex, que no es una agencia de salvamento sino de control y defensa de las fronteras. Asimismo, las cuotas de reubicación también son hipócritas, pues suponen un mercadeo con los refugiados. Pero se trata de un gesto de cara a la galería en un momento en el que los medios están poniendo el foco sobre el asunto, porque en realidad sólo han sido reubicados 300 de 160.000 refugiados.

Usted considera que el plan de reubicación estaba condenado a fracasar. ¿Por qué?

Porque desde el principio se concibió para que no funcionara. El refugiado tiene que aceptar la entrada en el programa de reubicación, pero las condiciones son inasumibles porque no tienen en cuenta sus prioridades. Ni siquiera pueden decidir a qué país van a ir.

¿Externalizar las fronteras es una forma de lavarse las manos?

Países como Marruecos y Turquía se encargan de hacer el trabajo sucio porque, así, evitan que lleguen al Mediterráneo y se mueran, algo molesto a ojos de los europeos (entiéndase la ironía). Marruecos controla el flujo migratorio a cambio de relaciones comerciales y económicas, mientras que España y Europa apartan la vista de la vulneración de los derechos humanos. En el caso de Turquía, recibe 3.000 millones sin que nadie cuestione la represión de los kurdos y la violación constante de los derechos humanos. Y también podemos hablar de la externalización de fronteras como chantaje a terceros países disfrazada como ayuda a la cooperación, cuando, en realidad, ese dinero está destinado a que controlen los flujos migratorios.

Usted y otros europarlamentarios de izquierdas han estado en Lesbos. ¿Qué conocimiento tienen los restantes de las fronteras europeas? ¿Han estado allí?

La Izquierda Unitaria Europea y Los Verdes hemos estado sobre el terreno para ver cómo es la realidad allí. No me consta que hayan ido otros grupos parlamentarios, pero si viesen sufrir a los refugiados no dirían muchas de las barbaridades que se escuchan en el Parlamento. Ni, obviamente, criminalizarían a los inmigrantes, relacionándolos con agresiones o con el terrorismo.

¿Cómo fue su experiencia en Lesbos?

Allí ves cómo se materializa la crueldad de la Unión Europea. ¿Qué necesidad hay de que las personas se jueguen la vida durante el trayecto cuando hay otras formas de llegar hasta aquí? Sientes mucha rabia, pero hay que transformarla en fuerza para seguir denunciando. Necesitamos una gran movilización de la sociedad, pues esto sucede porque hay un silencio generalizado. No quiero que dentro de setenta años alguien se pregunte cómo pudo pasar esto. La solidaridad de la que carece la UE sí la tienen las ONG. De hecho, está llegando de la sociedad organizada y no de las instituciones.

¿Cómo afronta Grecia, sumida en su propia crisis, la llegada de los refugiados?

Si ya sería una situación difícil de gestionar para cualquier Gobierno de Europa, las políticas de austeridad de la UE, con su constante chantaje y amenaza, convierten en dramática la situación. Como Europa no aporta todos los recursos necesarios, el Estado griego tiene que hacerse cargo de lo que está sucediendo. “Nos faltan ambulancias que Europa no nos envía”, me comentaban allí. “Pero tampoco sabemos quién las podría conducir porque no nos dejan contratar a empleados públicos”.

Terminal de pasajeros del puerto griego del Pireo. / IU

Terminal de pasajeros del puerto griego del Pireo. / IU

¿Está a favor de que entren en España y en Europa los inmigrantes que lo deseen?

Esa pregunta no puede responderse sin un análisis previo. Yo soy partidaria de que nadie tenga que salir obligado de su país. Yo soy partidaria de que nuestras multinacionales dejen de expropiarles sus recursos. Yo soy partidaria de que no bombardeemos Libia, Afganistán o Irak. Yo soy partidaria de que el Sáhara sea independiente. No podemos olvidarnos del porqué de su llegada y de que la solución pasa por el cambio de las políticas en origen. No se puede seguir cobrando la deuda externa a países absolutamente empobrecidos. No se puede seguir apoyando a dictadores criminales, del mismo modo que la Casa Real debería cortar sus relaciones bilaterales con Arabia Saudí.

Pero, como medida de urgencia, ¿deberían abrirse las vallas de Ceuta y Melilla?

Lo primero es dar respuesta a todas las personas que están en esa situación. La valla es consecuencia de nuestra política exterior. De todas maneras, hay que tener en cuenta que la capacidad real de acogida del Estado español y de la UE está muy lejos de la que estamos proponiendo. Un país como Líbano ha acogido a 1.800.000 personas. En Jordania hay 600.000 refugiados. Hasta llegar a esas cifras, ¡mira si podemos acoger a gente!

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