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Los escoceses del SNP se preparan para asaltar Westminster

El Partido Nacional Escocés opta a tener una representación sin precedentes en el Parlamento británico. Podría cerrar la puerta a la reelección de Cameron y su referéndum sobre la UE, así como condicionar un posible gobierno laborista

Sturgeon, en Edimburgo en el último día de campaña. REUTERS/Russell Cheyne

JAVIER PÉREZ DE LA CRUZ

LONDRES.- Los negociadores del Partido Nacional Escocés (SNP) están listos para salir inmediatamente hacia Londres una vez terminen las elecciones. La líder del partido, Nicola Sturgeon, comandará las charlas. A su lado no sólo estarán diputados que se sentarán los próximos cinco años en la Cámara de los Comunes, sino también miembros de su actual gobierno escocés. Todo soldado es necesario, incluido veteranos como el antiguo líder Alex Salmond, que pelea por el escaño escocés de Gordon.

El SNP tiene mucho que ganar tras estas elecciones. Y mucho que perder.

La derrota que supuso el 'No' del referéndum a la independencia de Escocia le ha dado al partido un nuevo impulso. Además, el número de afiliados al partido se ha cuadruplicado desde entonces, y ya es el tercer partido con más miembros a pesar de sólo tener presencia entre el 8% de la población total. Tanto entusiasmo se traducirá en votos en las urnas.

Las últimas encuestas le dan al SNP el 48% de los votos. Otra predicción de voto, de finales de abril, incluso le llegaba a dar todos los 59 escaños escoceses en juego.

La cifra exacta se sabrá el viernes, pero una apabullante victoria parece incuestionable. Hasta ahora, en las elecciones parlamentarias, el votante escocés siempre había acudido a las urnas pensando más en el Reino Unido que en Escocia. En 2010 los laboristas se llevaron 41 representantes y desde 1955 ha sido el partido que más frutos ha recogido allí en convocatorias generales. También el partido Liberal Demócrata ha tenido una fuerte presencia en las tierras del norte. Hasta ahora.

“Nicola Sturgeon es la líder más fuerte de todos los partidos. Es la que tiene más integridad y la más carismática”.  No es siquiera un votante escocés el que describe así a la cabeza visible del SNP. William Worley es un joven estudiante inglés que no quiere ver cómo “el Reino Unido se deshace”. “Pero es que no le han prestado suficiente atención a Escocia, y los laboristas han dado por sentado que ganarían allí”.

“El SNP ha sido muy bueno para Escocia en lo local”, cuenta Andi Robertson a través del teléfono desde Edimburgo. Para este periodista escocés la alternativa política actual es “muy pobre”. “Los líderes laboristas en Escocia han perdido toda fuerza y credibilidad. Y se ve como un reflejo de la cúpula del partido”.

-¿Crees que cambiará algo la vida diaria de los escoceses de a pie un gran resultado del SNP en Westminster?

-Eso no lo sé. Lo que sí creo seguro es que desestabilizará la política del Reino Unido

La “fuerza” de Escocia

“Estas elecciones no tienen que ver con la independencia, sino con dar más fuerza a Escocia”, dijo Sturgeon durante un mitin a finales del mes pasado.

La identificación de Escocia con el SNP es un mensaje que ha calado entre los electores. Algún despistado podría incluso llegar a pensar que la nación del norte nunca ha tenido representación en el Parlamento británico.  Ahora la incógnita es saber cuánto poder de influencia tendrá realmente en un parlamento sin mayoría absoluta.

Su gran baza es tener la oportunidad de evitar un gobierno conservador dado que una reedición de la actual coalición entre tories y liberales demócratas no sería suficiente según las encuestas. Y ahí termina el poder del SNP, según diversos expertos.

Nicola Sturgeon ha descartado por completo cualquier tipo de acuerdo con David Cameron, lo que suma apoyo en Escocia debido al escaso cariño que allí se le profesa a los tories. No obstante, al mismo tiempo, señalan algunos, esta decisión debilita su posición negociadora ante los laboristas. Sturgeon estaría obligada a entenderse con Ed Miliband y posibilitar su nombramiento como primer ministro si quiere cumplir su promesa de “jugar un papel constructivo en Westminster” y evitar un bloqueo parlamentario que conduzca a nuevas elecciones.

Pero aunque menores, las diferencias entre laboristas e independentistas escoceses son una realidad.  La más evidente y problemática es la que tiene que ver el programa nuclear conocido como Trident. Se trata de cuatro submarinos cargados con misiles nucleares, cuyo servicio tiene que ser renovado por la próxima administración. Los laboristas están a favor del programa, pero los submarinos están estacionados en la costa oeste de Escocia, y para el SNP su rechazo es un punto fundamental del programa electoral.

A este tipo de asuntos señala la maquinaria de propaganda electoral conservadora al describir incesantemente un posible gobierno de Ed Miliband completamente bajo el control de los escoceses del SNP. “Temo por mi país”, ha llegado a decir Cameron en referencia al poder que supuestamente acumularían diputados proclives a desgajar una parte del Reino Unido.

¿Cómo combatir esta narrativa? Pues por un lado Sturgeon asegurando que “ama a Inglaterra y sus gentes” y, por otro, Miliband reiterando que no formará un gobierno laborista si supone “acuerdos y coaliciones con el Partido Nacional Escocés”.

“No sé si esta desestabilización que producirá el SNP en Westminster será buena o mala para Escocia -confiesa desde Edimburgo Andi Robertson-. Lo que yo veo que puede ocurrir es que a largo plazo los ingleses se cansen de la influencia de los escoceses en el Reino Unido y que se acabe organizando otro referéndum pero que esta vez sean ellos los que quieran que Escocia salga de la Unión”.

Pero ni aunque quisieran, los independentistas escoceses podrían crear el mismo caos que llevaron a cabo los diputados irlandeses hace 100 años, antes de abandonar el Reino Unido. Y es que según escribía en su blog el profesor de Políticas Públicas de la Universidad de Edimburgo, “los procedimientos parlamentarios se reforzaron como consecuencia de la alteración irlandesa para prevenir que nunca volviera a ocurrir”.

Mitchell, que ha seguido desde hace años la evolución del partido, además, señala un punto que ha pasado muy desapercibido entre el público británico: la posibilidad de que Westminster cambie al SNP y no al revés. “Al contrario de lo mucho que se ha especulado, la dirección del SNP siempre ha visto más miedos que oportunidades a la hora de formar una coalición con los laboristas”.

El profesor cree que la relación entre los diputados en Westminster y la cúpula del partido será “uno de los retos más importantes”. Tal y como recuerda, esa fue una fuente de tensiones internas cuando el SNP gozó de su mayor representación en el Parlamento británico, entre 1974 y 1979, con 11 diputados, que sigue siendo el récord hasta la fecha. “Esta vez no será la cúpula, sino el gobierno de Escocia, mucho más expuesto mediáticamente”.

En las calles, el periodista Andi Robertson no percibe ese peligro: “El apoyo al partido seguirá creciendo porque Nicola Sturgeon es inteligente, mujer y joven, y todo el mundo la quiere. Pase lo que pase, yo creo que su popularidad seguirá creciendo”.

Un gobierno laborista sostenido, directamente o indirectamente, por independentistas escoceses. O un referéndum organizado por los conservadores sobre la permanencia en la UE que podría suponer, según ha afirmado Sturgeon, un “cambio de circunstancias” suficiente como para realizar una nueva consulta sobre la independencia de Escocia.

Ingredientes suficientes como para que las elecciones de este jueves transformen el destino político del Reino Unido tal y como lo conocemos hoy.

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