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Europa mira a los ojos a los gitanos

Los romaníes buscan visibilidad e integración. Los abusos de Berlusconi han puesto sobre la mesa su situación

DANIEL BASTEIRO

Son una minoría étnica, o una patria sin territorio que atraviesa Europa. Incluso una nación que vive ahora su Renacimiento particular gracias a la mejora de sus condiciones de vida y la inclusión social, en opinión de algunos intelectuales. Ni siquiera se sabe su número exacto, pero se calcula que en la Unión Europea (UE) viven unos diez millones de gitanos o romaníes. En España son más de medio millón y en países como Bulgaria, Rumanía o Eslovaquia constituyen más del 10% de la población.

Los gitanos buscan este lunes convertirse en ciudadanos de primera y acabar con siglos de persecuciones, esterilizaciones o desplazamientos forzosos. Buscan que Europa les mire a los ojos. Pero la UE no lo tiene claro, a pesar de las buenas intenciones de Bruselas, que la semana pasada celebró una cumbre sobre los romaníes, la primera de este tipo.

Los gitanos constituyen, en opinión de muchos, uno de los últimos pecados de la Europa social, que ha permitido este mismo año a uno de sus miembros, Italia, elaborar un censo étnico de los aproximadamente 150.000 romaníes para 'prevenir la mendicidad', en palabras de Roberto Maroni, ministro de Interior de la ultraderechista Liga Norte, partido que propone tomar fotografías y huellas dactilares a todo gitano en el país.

Estigmatización

'El pueblo hace nuestro trabajo cuando los políticos no lo hacemos', aseguró en mayo Umberto Bossi, del mismo partido, en referencia al asalto de varios barrios gitanos de Nápoles organizado por la Camorra tras los rumores que apntaban a una mujer gitana como responsable del secuestro de una niña.

'Hoy en Italia el Gobierno identifica gitano con criminal, con amenaza. Forma parte de una escalada de acoso institucional, de una estigmatización que contribuye a la xenofobia y al fin contrario del que se pretende', asegura Natalia Alonso, directora adjunta para la UE de Amnistía Internacional, quien recuerda los censos hechos 70 años atrás por Mussolini, sobre quien recae la responsabilidad de miles de asesinatos de gitanos en pro de la pureza racial.

Eugenia María Roccella, subsecretaria de Empleo y Asuntos sociales de Italia, aguantó como pudo, visiblemente contrariada, los abucheos de los cerca de 400 asistentes a la cumbre de Bruselas a los que no convenció 'la importancia fundamental de la recogida de datos para elaborar medidas eficaces de integración'. Varios comisarios criticaron la iniciativa italiana, pero sin gran dureza, ya que son conscientes de que de momento no existe un marco europeo que impida a ningún Gobierno colocar en la diana a ninguna minoría étnica. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, rechazó 'toda discriminación y estigmatización de los romaníes en la Unión', también después de varios abucheos.

La Comisión 'mira para otro lado', en opinión de Amnistía Internacional, que pone sus esperanzas en el Consejo de diciembre, donde los presidentes europeos podrían considerar la cuestión de los gitanos. 'No hay soluciones mágicas', recalca Alonso. 'No hay consenso sobre legislación común y en varios países la manida seguridad se arguye para no introducir medidas que favorezcan la integración real'.

Las encuestas no animan a los gobiernos a ocuparse del tema. Un Eurobarómetro publicado en julio indicó que el 25% de los europeos preferiría no tener a un romaní por vecino -el porcentaje es del 47% en Italia-, y sólo un 36% asegura que pueden confiar en gitanos.

'Ahora existe la percepción de que la protección de los gitanos es importante para la UE', asegura Isidro Rodríguez, director de la Fundación Secretariado Gitano, que destaca que un 80% de los niños de esta etnia que comienza la educación secundaria en España no la termina. 'La educación obligatoria ha de ser una prioridad: nos jugamos el futuro', añade.

Tanto en España, con una fuerte presencia de gitanos, como en Europa del Este, donde constituyen una minoría muy numerosa, las principales necesidades, además de la educación, son el empleo -la tasa duplica y hasta triplica la del resto de la población en países como Croacia, Bulgaria o Rumanía- y la vivienda, pues una importante bolsa de gitanos vive en chabolas.

Visibilidad

'La situación en España ha cambiado mucho y estamos logrando avances en temas como el empleo, asegura Rodríguez'. El programa Acceder, financiado con fondos estructurales de la UE y otras administraciones, ha dado empleo a 36.000 gitanos entre el 2000 y el 2006.

A la espera del Consejo de diciembre, donde se podría tirar de las orejas a Italia, los gitanos se conforman con lograr la visibilidad de la que no han gozado desde que en el siglo XI emigraron al oeste desde la India por causas todavía no claras. 'Poder estar en Bruselas y hablar de tú a tú con los ministros -estimaba un asistente a la cumbre- es en sí mismo un símbolo y un paso hacia la integración'.

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