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Francia castigará a los clientes de la prostitución

El Parlamento aprueba una resolución para convertir en delito penal el pago por sexo

ANDRÉS PÉREZ

Francia decidió anoche reanudar el camino del abolicionismo de la prostitución con la aprobación, en la Asamblea Nacional, de una resolución legislativa destinada a convertir en delito penal el hecho de contratar un servicio sexual en el mercado de la prostitución.

Sumándose a países como Suecia, Finlandia, Noruega e Islandia, y en dirección totalmente opuesta a la de Holanda, Alemania o Catalunya, el texto fue 'aprobado por una amplia mayoría, en una votación solemne a mano alzada', según el servicio oficial de la mesa de la Asamblea. La resolución evoca abiertamente el ejemplo sueco, país donde el hecho de tipificar la contratación de servicios sexuales de pago como delito penal ha permitido reducir la prostitución un 50%. El texto proclama solemnemente que 'Francia reafirma su posición abolicionista, cuyo objetivo es, a medio plazo, una sociedad sin prostitución'.

Habrá penas de hasta dos meses de prisión y multas de hasta 3.000 euros

La resolución 'proclama que la noción de necesidades sexuales irrefrenables' remite a una concepción arcaica de la sexualidad que de ninguna manera puede legitimar la prostitución, de la misma forma que no puede justificar la violación'. Por último, el texto apunta que 'la prostitución solo podrá ser reducida gracias a un cambio progresivo de mentalidades', que incluirá 'la responsabilidad del cliente'.

De hecho, un proyecto de ley acompaña a esta resolución e inscribe directamente en el código penal el nuevo delito de contratar un servicio sexual de pago, que será castigado con penas de hasta dos meses de prisión y multas de hasta 3.000 euros.

Este segundo texto está redactado y cuenta con el apoyo tanto de la ministra de Solidaridades Familiares, Roselyne Bachelot, como de una red de 17 asociaciones. Pero por consideraciones pedagógicas y por el deseo de avanzar paso a paso para que la opinión pública acompañe la medida, los inspiradores de esta nueva legislación, la socialista Danielle Bousquet y el conservador Guy Geoffroy, prefirieron no someterlo aún a aprobación.

El objetivo a medio plazo es una socieda 'sin prostitución', dice el texto

Así, el hecho de pagar por el sexo va camino de convertirse en delito en Francia. Y lo clave en ese relanzamiento de la corriente abolicionista es la filosofía que la inspira, contraria a la orientación que llevaba imprimiendo el ex ministro de Interior y presidente conservador, Nicolas Sarkozy, desde hace diez años.

Bousquet recalcó que 'era necesaria esta etapa simbólica y solemne' en la lucha contra la prostitución, porque retoma el hilo de los principios abolicionistas que sentó el Consejo Nacional de la Resistencia a la salida de la segunda guerra mundial, cuando se prohibieron los burdeles y fueron regulados por ley en 1960'. Unos principios que, dijo la diputada, 'deben ser proclamados alto y claro en una época en que la prostitución parece banalizarse en Europa'.

Esa filosofía abolicionista se basaba en una arquitectura legal: hasta hace ocho años, todo en la legislación estaba previsto para no penalizar a una prostituta, pero al mismo tiempo se sancionaba duramente cualquier intento de proxenetismo.

Sarkozy quebró ese principio de protección de la profesional del sexo frente a las tentativas proxenetas. Al instaurar en 2003 un delito de racolage passif de las prostitutas (algo así como la 'captación pasiva de clientes') facilitó una catástrofe, a juicio de las asociaciones de mujeres. Las prostitutas, al temer a la policía, aún son más presas de las redes de trata de blancas y de los proxenetas. Ciertas asociaciones señalan, además, que ese nuevo delito facilitó las libertades que se tomaban algunos funcionarios de policía poco escrupulosos.

Ahora la República Francesa retoma el hilo de su historia. 'La prostitución representa unas 20.000 personas, el 85% de ellas, mujeres. El 90% son extranjeras y en su mayoría, víctimas de redes violentas, es decir una categoría de inframujeres', explicó Bousquet indignada. 'Cuando una sociedad piensa que el cuerpo de ciertas mujeres puede ser una mercancía cualquiera, es imposible lograr una cultura sana de las relaciones entre hombres y mujeres', añadió.

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