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Francia deja a Deby a tiro de piedra de la rebelión

El contingente francés tiene medios para hacer y deshacer todo en Chad, pero esta vez se abstiene. Ahora falta saber por qué

ANDRES PÉREZ

No movieron ni un dedo. 1.250 soldados franceses anteayer y al menos 1.600 ayer, fuertemente armados, equipados con telecomunicaciones ultramodernas, perfectamente entrenados y apoyados por cazabombarderos, dejaron pasar hasta el barrio presidencial de Yamena a tres columnas de entre 2.000 y 3.000 rebeldes que disponen apenas de algunos lanzamisiles y artillería ligera. Francia ha dejado voluntariamente a Idriss Deby a tiro de piedra de la rebelión. Ahora falta saber por qué.

El contraste con lo ocurrido hace ahora exactamente 18 años es demoledor. En diciembre de 1990, Idriss Déby, líder rebelde y ex alumno de la Escuela de Guerra de París, entraba en la capital con los legionarios franceses controlándolo todo y abriéndole los semáforos, después de haber garantizado la evacuación del amigo de París saliente, Hissene Habré.
Se trataba entonces, para la ex potencia colonial, de garantizar un relevo de poder por las armas, evitando al máximo imágenes de violencia y, sobre todo, asegurándose de que el poder venidero había comprendido bien quién tenía las llaves del control real del territorio.

El mismo acuerdo de cooperación militar está en vigor desde entonces, y Francia sigue teniendo en el país medios militares para hacer y deshacer, además de ganas. No es el escenario lo que ha cambiado, sino las piezas del puzzle.

En la coalición de fuerzas rebeldes que arrancó de Sudán hace algo más de una semana, hay muy pocos amigos íntimos de París y muchas alianzas confusas. Éstas ponen en juego tanto cercanías con Arabia Saudí, peones de Sudán, líderes militares con línea directa con Washington y un sobrino del propio Déby que representa a los disidentes del clan del presidente, que desconfían tanto de él como de París.

El poder chadiano, que Francia, con apoyo de Bruselas y hasta de la Unión Africana, dice respaldar, también es más ambiguo de lo que acostumbran ser los reyezuelos títeres de Occidente. Nicolas Sarkozy tuvo ocasión de comprobarlo con el caso del Arca de Zoé y también con el acercamiento de Déby a China.

París, que ha embarcado a varios socios europeos en la construcción de una fuerza de protección de civiles, podría, con su actitud de wait and see (esperar y observar), estar sólo preparando la llegada de los cascos humanitarios de la UE. Quizá prepare, más bien, una simple advertencia a Deby, con quien Sarkozy se entrevistó por teléfono sólo horas antes de casarse. Lo que es seguro es que los Mirage franceses no levantaron el vuelo para vapulear a los rebeldes y reírse en sus narices. Una precaución nunca vista.

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