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Frauke Petry, la líder ultra que
hace sombra a Angela Merkel

La cara visible de la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania
es la nueva revelación política en el país.

La líder de Alternativa para Alemania, Frauke Petry, durante un mitin en Berlín. - REUTERS

BERLÍN.- Las elecciones municipales y regionales de Berlín celebradas este domingo han vuelto a demostrar que Alternativa para Alemania (AfD), el nuevo partido de ultraderecha, estabiliza ya su presencia en el tablero político alemán. Con un 14,2% de las papeletas, entran fuertemente en el parlamento berlinés, a pesar de ser uno de los Länder tradicionalmente izquierdistas. En esta ocasión no han logrado superar a los partidos de la Gran Coalición (socialdemócratas y los democristianos de Angela Merkel), ni tampoco a los Verdes o Die Linke (la izquierda), aunque cumplen sobradamente con sus expectativas, pues las encuestas estimaban su resultado en torno a un 15%.

La figura política que ha hecho que la Gran Coalición se resquebraje se llama Frauke Petry. Esta doctora en Química de 41 años tiene una dilatada experiencia en la empresa privada. Ha trabajado, por ejemplo, en la compañía Bayer. No duda en subrayar públicamente su papel de madre y esposa. Al ser preguntada si no estaba invitada a la fiesta electoral que su partido celebró en Berlín el domingo, Petry respondió que su ausencia se debía a que “tiene cuatro hijos a los que cuidar”.

Las elecciones de Berlín han vuelto a demostrar que Alternativa para Alemania (AfD), el nuevo partido de ultraderecha, ya ha estabilizado su presencia en el tablero político alemán

Una de las demandas primordiales de AfD es la vuelta al concepto tradicional de familia, donde la mujer asume las tareas de cuidados y se encarga de la asunción de roles patriarcales que combinará, en su caso, con el trabajo remunerado. Una vuelta a los orígenes que disfraza de superwoman a una mujer a la que se le reserva el papel de sumisa ante su marido. Su posición en contra del aborto también les hace ganar adeptos entre los sectores más fundamentalistas. Al mismo tiempo que AfD pide más ayudas para fomentar un incremento de los nacimientos, en su programa electoral declaran que la inmigración no es una solución para la baja natalidad alemana, a pesar de que ésta rejuvenece la población y aumenta la tasa demográfica.

Petry, con un dominio de los tiempos mediáticos impecable, se presenta hostil ante la prensa pero también demuestra que sus dotes comunicativas son excepcionales. Su voz es dulce pero contundente y esquiva las cuestiones incómodas, como las referentes a si entre sus filas hay nazis o aquellas que les relacionan directamente con el NPD, el partido explícitamente nacionalsocialista que en varias ocasiones ha pedido el voto para AfD por encontrarse en proceso de ilegalización.

Además de que ambas proceden del este, Merkel y Petry también tienen en común sus liderazgos masculinos, en los que no están exentas de sufrir ataques sexistas. Así, mientras a Merkel se le ha puesto el sobrenombre de “Mutti (mamá) de Alemania”, el político Günther Oettinger (CDU) dijo de Petry que “me pegaría un tiro si fuese mi mujer”. Esta forma hiper masculinizada de liderar sus partidos evidencia también que la sociedad alemana todavía es algo conservadora y machista, aunque sintoniza con las demandas electorales de ambas formaciones, a pesar de que los de Merkel no tienen una posición clara de partido en contra del aborto, sino que hay discrepancias internas en torno a ello.

La líder de AfD defendió disparar a los refugiados en las fronteras para que no entrasen en Alemania 

En cuanto a Petry, su coraza se construye en torno a una personalidad mediática dura y fuerte. Ella misma se encarga de dar instrucciones a sus compañeros de partido en plenas ruedas de prensa para que no entren al trapo sobre ciertas cuestiones polémicas. Esto le hace despertar tantos odios como pasiones entre la ciudadanía. La semana pasada su coche, un vehículo Seat, sufrió un ataque y fue incendiado en la ciudad oriental de Leipzig.

En algunas ocasiones la líder de AfD ha hecho declaraciones polémicas, como cuando expresó su deseo de que se disparase a los refugiados en las fronteras para que no entrasen en Alemania, pero también juega con su papel de partido anti-establishment en contra del euro, la Unión Europea y el TTIP. Su odio al islamismo se ha ido transformando en un discurso paternalista con el que se apela a la seguridad del ciudadano, reforzando la Policía y las fronteras.

No ser excesivamente explícito le reporta más electores a la formación ultra. Esta postura no se aleja demasiado de la expresada en la campaña electoral por la CDU de Merkel, que se centraba en pedir un Berlín más videovigilado y con más fuerzas de seguridad ante posibles ataques terroristas. El viraje a la derecha de la Gran Coalición es ya más que incuestionable. Lejos de detener el globo sonda de AfD, lo ha reforzado aún más, ya que Petry y los suyos focalizan los supuestos problemas con los refugiados en las decisiones aplicadas por Merkel, a la que achacan todos los males de su política “de puertas abiertas” (como la definen), como si la canciller tomase en solitario sus decisiones.

El ataque directo hacia la democristiana, que lleva diez años gobernando Alemania, está resultando eficaz y rápido. Como era esperable tras el tercer batacazo electoral en lo que va de año, los resultados han hecho tocar fondo a Merkel. Han conseguido que se acreciente la crisis interna con sus socios bávaros de CSU por el tema de los refugiados y ahora hacen tambalearse a la Gran Coalición. Los socialdemócratas ya han declarado que quizá tengan que debatir internamente su permanencia en el Gobierno.

Los batacazos electorales han conseguido que se acreciente la crisis interna  de la CDU con sus socios bávaros de CSU por el tema de los refugiados y ahora hacen tambalearse a la Gran Coalición 

A pesar de mostrarse igualmente disgustada por los resultados comicios, hasta ahora Merkel había mostrado su intención de mantener su política de integración intacta. Este lunes, en cambio, la canciller ha declarado que quizá sí que ha errado en su forma de gestionar la crisis migratoria, aunque ésta no es realmente tan de “puertas abiertas” como AfD quiere hacer ver a la población alemana. Una de las últimas restricciones aprobadas es el Asylpakett II, una ley con la que solicitantes de asilo procedentes de Túnez, Algeria o Marruecos son catalogados ahora como migrantes económicos, lo que se traduce en más trabas para obtener un visado y limitación de su acceso a ayudas sociales.

La norma también abre la posibilidad a las deportaciones masivas. Poco después se suscribió el acuerdo con Turquía, por el que Erdogan se comprometía a que los refugiados fuesen devueltos a Turquía para ser acogidos si a cambio la Unión Europea recibía también al mismo número de asilados, en un intercambio de ratio 1 a 1. Con esta alianza se cerró la ruta de los Balcanes y ha hecho disminuir sensiblemente el número de llegadas. Muchas organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional, han denunciado públicamente que Turquía no es un país seguro, tal y como era condición para la firma de este pacto.

Ahora las posibilidades de Gobierno se centran en un tripartito, en el que los socialdemócratas deberán buscar apoyos en Die Linke y los Verdes o hacer una Gran Coalición sumando a los liberales o los Verdes, que ya han dicho que no quieren pactar con Merkel. De momento, la que se perfila como más factible es la de una coalición a tres con ecologistas e izquierdistas.

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