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"El Gobierno de Bush no ha asumido sus responsabilidades en Irak"

Kirk Johnson, un norteamericano que participó como voluntario en el  país, ha desarrollado la mayor iniciativa individual para salvar a algunos de los 100.000 iraquíes que han trabajado para EEUU, amenazados de muerte

ISABEL PIQUER

En 2005, Kirk Johnson dejó sus estudios en la Universidad de Chicago y decidió irse a Irak, pensando que podría ayudar. Hablaba árabe y le contrataron. Durante un año trabajó para la agencia de desarrollo estadounidense (USAID) intentando reconstruir el país.

La experiencia le dejó un amargo sabor a derrota. Poco después de volver a Estados Unidos recibió la llamada de Yaghdan, uno de los iraquíes con los que había trabajado. Yaghdan, nativo de Kerbala, había sido amenazado de muerte por ayudar a los estadounidenses.

Johnson empezó a hacer gestiones para traérselo y descubrió que cientos de iraquíes -traductores de las tropas o del personal civil contratado por los norteamericanos- vivían en la misma situación, despreciados por los suyos y totalmente abandonados por los otros.

Johnson empezó a juntar nombres y así surgió la idea de la lista, la mayor iniciativa individual para salvar a algunos de los 100.000 iraquíes que han trabajado para Estados Unidos. Muchos han tenido que huir a Siria y Jordania. Otros se han quedado en el país, pese al peligro. Todos esperan que Washington no les haya olvidado. Estados Unidos, que en conflictos anteriores organizó operaciones de rescate (se trajo a 100.000 refugiados vietnamitas), apenasles ha hecho caso.

Lo suyo sigue siendo un proyecto bastante casero ¿Cuántos son?

Tenemos a muchos voluntarios pero he contratado a cuatro ex colegas iraquíes que hacen la mayor parte del trabajo puesto que conocen mejor que nadie la situación. Muchas organizaciones de veteranos nos apoyan y también muchos civiles que trabajaron en Irak. Los militares, más que nadie, entienden la necesidad de no dejar atrás a sus aliados y están haciendo lo posible por ayudar a sus intérpretes. Éste es un esfuerzo de individuos, la Administración no hace nada.

¿Cómo funciona la lista?

La gente me manda correos electrónicos o SMS sobre traductores que han trabajado con ellos. Aportan la documentación y una carta de recomendación para acelerar la tramitación del caso y mandamos todo al Departamento de Estado. El nivel de papeleo es absurdo y tienen que pasar unas ocho entrevistas. Lo primero que hacemos es desmitificar el proceso y les damos apoyo legal para que puedan construir su caso y contar su historia, con fechas y datos. Cuando eres un refugiado, tu vida está hecha de incertidumbre y todo te pareceinsuperable.

¿Cuántos iraquíes ha conseguido traer a Estados Unidos?

Unos 90 de los 1.000 que hay aproximadamente en la lista. Intentamos mantener el contacto cuando llegan, pero están dispersados por todo el país. El primero que llegó sigue viviendo en casa de mis padres, en Illinois.

¿Y cuando trata con el Gobierno, qué le dicen?

Es obvio que ésta no es su prioridad. Cuando el Congreso creó el programa de refugiados sólo permitían 50 personas al año, luego lo ampliaron a 500. Pero el Gobierno lo interpretó de la forma más minimalista, retrasándolo lo más posible. Se trataba de casos urgentes y la respuesta fue: 'Bueno, lo miramos dentro de seis meses'. El personal del Departamento de Estado que trabaja en los casos no tiene respaldo político para llevar a cabo su misión. Sólo el presidente puede salvar a esta gente, no unos cuantos burócratas. En ocasiones anteriores fueron los presidentes los que ordenaron las operaciones de rescate. En la primera Guerra del Golfo, llevamos a la base naval de Guam a 78.000 iraquíes relacionados con Estados Unidos. Ahora se han nacionalizado todos y son parte integrante de la sociedad. No veo por qué no podemos hacer esto ahora. Bastaría con ocho o nueve aviones para salvar a los iraquíes de mi lista.

¿Y qué argumentos le dan?

Dicen que es un proceso muy lento. Y tan lento, en un año sólo han admitido a 3.559 personas de los más de 20.000 expedientes que se han presentado, aunque están orgullosos porque aseguran que normalmente se tarda diez años en tramitarlos. Y luego dicen que no es buena idea fomentar la salida de iraquíes educados porque se les necesita para la reconstrucción del país.

El argumento de la fuga de cerebros.

Sí. Hay que ser bastante frío para decir algo así porque básicamente significa quédate y muérete. Lo que no entienden es que esta gente lleva cinco años intentando reconstruir su país pero ahora los están matando porque han trabajado con nosotros. Y no es un argumento válido porque la mayoría de la gente de mi lista ya ha abandonado el país. Cuando estuve en 2005, la fuga de cerebros era ya un hecho. Mucha gente en la Casa Blanca sigue pensando que los hechos pueden estropear una visión del futuro de Irak.

¿Cree que la opinión pública es ahora más consciente?

No estoy muy seguro. Los medios estadounidenses más importantes han hablado de mi lista y he recibido muchos correos de indignación y de apoyo. Pero también creo que los estadounidenses están cansados de la guerra. Es cada vez más difícil apelar a la gente.

¿El nuevo inquilino de la Casa Blanca podrá cambiar las cosas?

Es la pregunta que me hago. Obama y McCain han hablado de la cuestión, McCain lo entiende porque es un veterano (de guerra). Estoy intentando quedar con responsables de ambas campañas para explicarles la situación. Estoy un poco preocupado porque no veo mucho compromiso. Quiero que comprendan que el Gobierno de Bush no ha asumido sus responsabilidades y que quien le sustituya tendrá que hacerlo.

¿Qué piensa cuando le comparan con Schindler y su lista?

La verdad es que no me hace mucha gracia. Schindler era un nazi, ¿no? Y yo no considero al Gobierno de EEUU como un Gobierno nazi. No estaría haciendo todo lo que hago si no pensara que en algún momento se despertarán y harán algo.

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