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¿Conspiran La Habana y la Casa Blanca contra el Congreso?

El principal obstáculo para normalizar las relaciones entre Cuba y los EEUU sigue siendo el embargo, una medida que continúa vigente a pesar de la oposición del propio Obama. La Secretaria de Comercio estadounidense visita esta semana la isla para reunirse con su homóloga.

El gobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, participa en una conferencia de prensa en La Habana (Cuba), el pasado 30 de septiembre.- Ernesto Mastrascusa (EFE)

FERNANDO RAVSBERG

LA HABANA.- A pesar de la decisión de Barack Obama de cambiar su política hacia La Habana, el Congreso se niega a terminar con el bloqueo a Cuba. De todas formas, la Casa Blanca sigue dando pasos hacia el desmontaje operativo del embargo. En septiembre se tomaron nuevas medidas. “Estas acciones se basan en cambios a reglamentos anteriores de comercio y relajaran las restricciones de viajes y fomentarán más oportunidades de negocios entre compañías de EEUU y Cuba”, dijo la Secretaria de Comercio de los EEUU, Penny Pritzker.

La ministra inaugura esta semana “un encuentro entre funcionarios de los Departamentos de Tesoro, Comercio y Estado de EEUU y representantes de varios ministerios y empresas cubanas, con el propósito de intercambiar sobre el alcance y las limitaciones de las medidas adoptadas recientemente por el gobierno estadounidense para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo contra Cuba”.

Entre las medidas aprobadas en septiembre por el presidente Obama está la autorización a vender a Cuba y asociarse en inversiones conjuntas con empresas estatales cubanas, incluso en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, una mega zona franca, recientemente inaugurada. De hecho, la Secretaria de Comercio “visitará la Zona Especial de Desarrollo y el puerto de Mariel, entre otros lugares de interés económico, histórico y cultural”, dijo un texto de la Cancillería cubana. Lo realmente paradójico es que mientras los EEUU abren el espacio a sus empresas siguen castigando a las de terceros países que comercien con Cuba.

Lo realmente paradójico es que mientras los EEUU abren el espacio a sus empresas siguen castigando a las de terceros países que comercien con Cuba.

El principal problema de todas las medidas adoptadas por Obama es que van en una sola dirección, EEUU puede vender a Cuba pero esta tiene prohibido acceder al mercado estadounidense. Un buen ejemplo han sido las conversaciones para un acuerdo aéreo que permita normalizar los vuelos entre los dos países. Se encuentran trabadas porque Washington no garantiza la seguridad de las aeronaves cubanas contra la confiscación por demandas de los tribunales. Para restablecer los vuelos regulares La Habana exige reciprocidad, es decir que también sus aviones puedan establecer rutas a los EEUU.

El presidente Obama ha dado pasos importantes eliminando las restricciones de viajes para los cubanoamericanos, los límites a las remesas que envían a sus familiares y obviando la ley que prohíbe a los estadounidenses hacer turismo en la isla. También autorizó el establecimiento de rutas marítimas de cruceros y ferrys entre los dos países, permitiendo además operar en Cuba a empresas de telecomunicaciones, incluso asociadas con empresas estatales cubanas.


Sin embargo, quedan temas muy importantes en el tintero como la prohibición de utilizar el dólar para las transacciones comerciales de Cuba en el mundo, lo cual ha provocado multas de hasta 8 mil millones de dólares a los bancos que han aceptado trabajar con La Habana. Tampoco se permite a ningún banco o empresa privada de los EEUU otorgar créditos a la isla para sus importaciones. Estas deben ser pagadas al contado y por adelantado. De esta forma, se hace necesario realizar las compras a través de bancos de terceros países y en otra moneda, lo cual encarece el producto.

El Gobierno cubano está ante la disyuntiva de exigir reciprocidad en todas las negociaciones, como ocurre normalmente en las relaciones internacionales, o aceptar avanzar en una sola dirección para consolidar el proceso de acercamiento lo más posible antes de que termine el gobierno de Obama. En este sentido, el canciller Bruno Rodríguez aseguró que es necesario “avanzar significativamente” durante este periodo. “Debemos aprovechar el tiempo (porque) las empresas de EEUU tienen interés en entrar al mercado cubano (…) y Cuba no las discrimina”. 

Por lo pronto, con la visita de la Secretaria de Comercio y su trabajo con las autoridades cubanas se crea una situación sin parangón: la Casa Blanca y La Habana trabajando juntas en la búsqueda de fisuras que les permitan evadir la Ley del Embargo, defendida a capa y espada por el Congreso de los EEUU.

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