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Henning Mankell, un escritor sin anillos

El novelista abandona Israel y regresa a su casa en Suecia

El escritor de novela negra sueco Henning Mankell. EFE

P.H.R.

Ayer, en el avión de vuelta que lo transportaba a su país, el escritor sueco Henning Mankell confirmaba al periódico Expressen que continuará su lucha en favor de la causa palestina en novelas y conferencias. Mankell permaneció bajo custodia de las autoridades israelíes, junto con otros diez activistas suecos, después de la intercepción de la Flotilla de la Libertad. El escritor decidió abandonar de inmediato el país, antes que someterse a un proceso judicial, por estar atado a "una agenda con muchos compromisos en los próximos días".

No era la primera vez que el creador del personaje Kurt Wallanger recibía la visita de los cuerpos de seguridad israelí. En mayo de 2009, durante su participación en el Festival de Literatura Palestina, en el Teatro Nacional Palestino (Jerusalén), entendió que no era bien recibido en el país. Un grupo de militares y policías armados hasta los dientes interrumpió la primera jornada del encuentro y amenazó a los asistentes con la cárcel. "Porque eres un riesgo para nuestra seguridad", le contestaron a Mankell tras preguntar por el motivo de aquel asalto a las letras.

Ya había avisado sobre lo que pensaba de la situación en Gaza: "Estamos experimentando un despreciable sistema de apartheid que fue utilizado para convertir a la gente del lugar en personas de segunda clase. No podemos olvidar que este sistema fue derrocado hace tiempo por la fuerza humana, a principios de la década de los noventa. Hay una línea recta que conecta Soweto, Sharpville y los últimos acontecimientos en Gaza". A favor del débil

Mankell no calla. "El Estado de Israel sólo puede esperar una derrota, como todas las fuerzas de ocupación. Los israelíes aplastarán la vida, pero no los sueños". Mankell no para. Pasa medio año en Maputo (Mozambique), donde ha montado una compañía de teatro profesional con gente del lugar. Desde que llegó en 1986, trabaja con ellos en el Teatro Avenida, en una de las zonas deprimidas de la ciudad. Quienes lo conocen aseguran que esta actividad le mantiene en contacto con los problemas de los africanos.

De hecho, la formación de Mankell es como dramaturgo y director de escena, aunque con el tiempo derivó su actividad en la creación de novelas de género negro en las que aprovecha la trama para analizar los acontecimientos que desangran a la sociedad en la que se desarrolla. En Maputo, escribe, junto con los otros componentes de la compañía, obras sobre los problemas que afectan a la gente y sobre las soluciones que se les puede ofrecer. Un arte con unos fines políticos evidentes impensable en Europa.

A sus vecinos europeos les dedica el análisis de la crisis de la socialdemocracia y las injusticias internacionales que provoca la entrega total a sus sistemas neoliberales.

A los 62 años de edad, este joven educado al fuego de las revueltas de mayo del 68 no ha olvidado dónde están los débiles. Henning Mankell se resiste, como cuentan sus editores, a atarse al lastre de los anillos que arrastran los escritores con fama y prestigio.

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