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Los hijos del terremoto levantarán el país

La tasa de natalidad ha aumentado tras el devastador seísmo que asoló la pequeña nación caribeña en enero

D. LOZANO

Clivens Sensire tiene 23 días. Dariana Frizt, 15. Los dos son hijos del terremoto: la esperanza en el país imposible. Ambos fueron concebidos tras la gran tragedia del 12 de enero en Haití. Y hoy comienzan a asomarse a la vida en dos campos de desplazados del centro de Puerto Príncipe, en los alrededores del destrozado Palacio Presidencial.

Cuenta la leyenda que en el Haití de la revolución negra, los reyes llegados de África plantaban su simiente en centenares de vientres para forjar una nueva estirpe de héroes. Hoy los héroes son otros. Según una encuesta de la ONU, la tasa de natalidad está creciendo en el Haití posterremoto. La cifra aportada por el Fondo para Actividades en Población parece exagerada (el 12% de las mujeres en campos de desplazados están embarazadas, según sus datos), pero un recorrido confirma que el ciclo de la vida resurge con fuerza.

Sólo en octubre, 414 mujeres dieron a luz en el Hospital General

La vida es muy dura para Clivens y su madre, Nicole Telismard, de 35 años. Su marido murió aplastado en el hogar familiar. 'Por eso creo en Dios, porque protegió a mis otros tres niños'. Ahora vive sola con ellos, a escasos cincometros de los pestilentes bañospúblicos que usan miles de personas en medio de la epidemia del cólera.

El hombre que la embarazó nada quiere saber. 'No quería estar embarazada, pero la vida es así'. Nicole ha dejado de vender comida callejera. Los cinco sobreviven cada día de la buena voluntad de sus vecinos. Incluso les compraron una lona para protegerles de la ira del huracán Tomas.

Los embarazos conllevan ahora más riesgos para madres e hijos

Nicole dio a luz en el Hospital General. Su sala de embarazadas está llena. Hay muchas más en la consulta. En octubre, 414 mujeres dieron a luz en el principal centro médico del país. De ellos 399 nacieron vivos y sólo uno murió. Doce de ellos son gemelos.

'Los haitianos son niños fuertes, no encontramos grandes diferencias respecto a otros tiempos', asegura Marley Gourdet, enfermera jefe de la Maternidad. El carnaval, suspendido este año pero celebrado en la intimidad, disparó los embarazos. 'Ahora conllevan más riesgos, por las condiciones tan difíciles que soportan las madres', añade Gourdet. La ministra de la Mujer, Marjorie Michel, ha planteado la necesidad de iniciar una campaña contra el hacinamiento y la promiscuidad. Pero poco pueden hacer entre tantas necesidades.

Francis Celestin, de 28 años, acurruca entre sus brazos a Dariana, que parece un suspiro. Le cuesta abrir los ojos, como si no quisiera enfrentarse a la vida que le espera. 'Ella llegó ahora, no sé por qué. Me cuidaba con el sexo, pero Dios me la trajo', recita. Francis vivía en Bel Air, uno de los barrios más violentos de la capital. Ahora acampa en el corazón de la zona cero del terremoto. 'Mi única esperanza es que el Gobierno me saque de aquí. Si no, nos quedaremos para siempre'.

Madame Simeon es la partera de Campo de Marte. Lleva ocho años ayudando a las mujeres a parir en sus casas. Ahora lo hace entre las tiendas. 'Hubo muchos muertos, pero ahora hay muchos recién nacidos'. Haití necesita a los hijos del terremoto para forjar a sus futuros héroes.

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