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Hizbolá Hizbolá, un aliado de Irán en primera línea contra Israel

Con el paso de los años, Hizbolá se ha convertido en una auténtica pesadilla para Israel. Sus milicias lograron echar al ejército hebreo de Líbano en 2000 y en 2006 mantuvieron un conflicto armado con ese país durante más de un mes. 

Hizbolá se ha convertido en una auténtica pesadilla para Israel. Reuters

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Este fin de semana Hassan Nasrallah ha vuelto a despacharse a gusto durante una entrevista que ha concedido al canal de televisión Al Manar de Beirut. La entrevista llega en un momento delicado debido a las amenazas de guerra contra Irán del tándem Donald Trump-Benjamín Netanyahu, amenazas que según el líder de Hizbolá, si se materializan, crearán un conflicto de gran envergadura en todo Oriente Próximo.

El secretario general de Hizbolá es un político carismático como pocos. Hace algunos años, un sondeo realizado en Israel daba cuenta de que la población israelí-judía le concedía a él más credibilidad que a cualquier líder israelí. No puede extrañar que sus declaraciones siempre tienen una gran repercusión en el estado judío, y esta vez no ha sido menos: las televisiones, las emisoras de radio y los periódicos le han dado un espacio preferente.

El último conflicto armado entre Hizbolá e Israel se desarrolló en 2006. No fue un paseo para el ejército israelí, que, como siempre, bombardeó y destruyó un gran número de infraestructuras civiles libanesas, además de arrasar barrios enteros del sur de Beirut, donde reside la comunidad chií.

Israel no bombardea las armas que han llegado a su destino, probablemente por temor a una réplica de Hizbolá

Desde entonces, Hizbolá ha reforzado considerablemente su capacidad militar, algo que Nasrallah recalcó en la entrevista. Los continuos bombardeos que Israel lleva a cabo en Siria contra sistemas y armas que Irán envía a sus aliados de Líbano no ocultan que existe un transporte fluido de material bélico entre Teherán y el sur de Líbano a través de Siria. Curiosamente, Israel no bombardea las armas que han llegado a su destino, probablemente por temor a una réplica de Hizbolá.

El día de la entrevista con Al Manar fue cuidadosamente escogido: se cumplieron 13 años desde el estallido de la guerra de 2006. Pero eso era simplemente una envoltura aparente, puesto que numerosos medios de comunicación dijeron que no hay que olvidar la inestable situación en el conjunto de Oriente Próximo, y en especial el conflicto que Trump y Netanyahu han agravado con decisiones y declaraciones que incitan a la guerra contra Irán.

El diario Al Akhbar de Beirut resumió el contenido de la entrevista diciendo que Nasrallah quiso enviar un mensaje al conjunto de los países de la región, incluyendo Israel y los países árabes del Golfo aliados de Israel, en el sentido de que si Estados Unidos lanza una guerra contra la república islámica, tendrá lugar una "guerra devastadora en toda la región", y los países que participen en la guerra "pagarán un precio".

En opinión de Nasrallah, Estados Unidos no está interesado realmente en una guerra puesto que un conflicto de esa naturaleza dañaría sus intereses. Una prueba de ello es que Trump canceló recientemente y en el último minuto un ataque contra posiciones militares iraníes cerca del estrecho de Hormuz en represalia por haber derribado un dron estadounidense.

"Teherán no se echará atrás como resultado del bloqueo y de las sanciones que sufre", señala el líder de Hizbolá

En opinión del líder de Hizbolá, Teherán no se echará atrás como resultado del bloqueo y de las sanciones que sufre, ni negociará directamente con Estados Unidos bajo la presión de las sanciones. Al contrario, las duras sanciones servirán para que Irán desarrolle una economía de resistencia con la que hacer frente al bloqueo.

Naturalmente, Nasrallah tuvo unas palabras para Israel. Recalcó que la resistencia libanesa-chií "es más fuerte hoy que nunca". Se trata de un conflicto desigual entre una "fuerza popular y un país que se considera a sí mismo la superpotencia de la región". No obstante, Israel tiene ahora más miedo que nunca. "Podemos tener misiles para derribar aviones o podemos no tenerlos: se trata de un área de ambigüedad constructiva contra el enemigo", dijo.

Enseñando un mapa de Israel sin ninguno de los territorios ocupados en la guerra de 1967, es decir el Golán sirio, Cisjordania y Gaza, Nasrallah mostró que la franja costera que va de Netanya a Ashdod pasando por Tel Aviv, constituye el corazón de Israel, ya que es donde están la mayoría de las instalaciones más sensibles y donde vive la mayoría de la población. Un ataque con decenas de miles de cohetes contra esa zona, devolvería a Israel a la Edad de Piedra, dijo utilizando una comparación que inventaron los israelíes para Líbano. Y añadió que Israel conoce esa situación y por eso se abstiene de atacar Líbano.

En referencia a la presencia de los milicianos de Hizbolá en Siria, Nasrallah negó que hayan abandonado a ese país, como se ha publicado. Ha habido una reducción de efectivos en algunas zonas, cierto, pero Hizbolá continúa estando presente en todas las regiones en las que estuvo en los momentos más dramáticos del conflicto, y reforzará su presencia "en el caso de que sea necesario".

El ejército israelí trató de acabar con la resistencia de las milicias chiíes y de desarmarlas, pero al final tuvo que aceptar un alto el fuego

Reveló que la administración Trump está buscando canales de comunicación con Hizbolá a través de intermediarios en relación con la disputa sobre las aguas territoriales entre Israel y Líbano donde han aparecido varios yacimientos enormes de gas. La resistencia, explicó Nasrallah, protegerá los yacimientos que hay en aguas territoriales de Líbano en el Mediterráneo.

Algunos medios de Oriente Próximo dieron cuenta este fin de semana de un debate entre varios jefes y expertos militares israelíes celebrado en la emisora estatal Kan en el que destacaron que hasta el año 2000 existía un consenso entre los países árabes de que para recuperar sus tierras tenían que llegar a un acuerdo con Israel. No obstante, en el año 2000, cuando la resistencia de Hizbolá expulsó a las tropas israelíes que ocupaban el sur de Líbano, emergió la posibilidad de recuperar la tierra a través de la fuerza.

En segundo lugar, la última guerra de 2006 probó que Israel es incapaz de desmantelar Hizbolá. El ejército israelí trató de acabar con la resistencia de las milicias chiíes y de desarmarlas, pero al final tuvo que aceptar un alto el fuego y renunciar a un objetivo que los líderes israelíes habían hecho público con anterioridad.

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