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Los indignados marroquíes devuelven la esperanza al país

Desde el 20 de Febrero, han salido a la calle cientos de miles de personas para pedir democracia

TRINIDAD DEIROS

Han crecido en este país en el que la injusticia golpea los ojos a cada paso que uno da. En su infancia, fueron al colegio caminando por calles pobladas de menesterosos, de niños abandonados esnifando pegamento y de ancianos sentados en el suelo con una receta en las manos pidiendo limosna para comprar medicinas.

Y, mientras, han contemplado cómo los últimos modelos de coches deportivos se paseaban frente al espectáculode la hogra: la humillación. Al volante, los poderosos de Marruecos, esas élites cómplices de una monarquía que, no sólo se ha enriquecido mientras buena parte de su pueblo agonizaba, sino que también ha amordazado las bocas y guardado en el cajón del olvido la llave de la democracia.

Las protestas han forzado al rey a encargar retoques en la Constitución

En este Rabat engalanado para el progreso con un nuevo tranvía, el atuendo raído de Hakim Sikouk sólo inspira respeto. Este profesor de 27 años es uno de los jóvenes que el pasado mes de enero unió la indignación que había ido incubando con la de un grupo de amigos para fundar el Movimiento 20 de Febrero, la organización que ha sacado a la calle desde entonces a cientos de miles de personas para pedir democracia en más de cincuenta localidades de Marruecos.

Una protesta que ha forzado al monarca Mohamed VI a encargar a una comisión unos retoques en la Constitución que fueron aprobados el viernes pasado en referéndum por más del 98% de los votos. Los jóvenes opositores, secundados por las asociaciones y los pequeños partidos de la izquierda que los apoyan, llamaron al boicot para denunciar que el rey mantiene sus enormes prerrogativas. El Movimiento 20 de Febrero no se ha conformado y por ello ha convocado para hoy manifestaciones en todo el país.

Al igual que en Túnez y Egipto, uno de los elementos vertebradores de esta protesta han sido las redes sociales, explica Hakim, sobre todo porque los opositores marroquíes no tienen un lugar simbólico, como la plaza Tahrir en El Cairo, donde acampar de forma permanente. Cuando lo intentaron en la plaza Bab el Had de Rabat, la Policía los dispersó a palos.

'Han tratado de desprestigiarnos de todas las maneras', dice un activista

'La discusión surgió en Facebook. Había un grupo que abogaba por dialogar con Mohamed VI. Yo consideraba que con quien había que hablar era con el pueblo, entonces me uní a otro grupo, el que había fundado mi amigo Ossama el Jalifi, con el nombreLibertad, Dignidad y Justicia Social', recuerda el profesor.

Además de este grupo de Facebook, el núcleo central de este Movimiento, que dice no tener líderes, se nutrió de quienes asistieron a una sentada en solidaridad con Egipto el 4 de febrero. Uno de ellos, Montasser Drissi, de 19 años, es el hijo de Jadiya Ryadi, presidenta de la combativa Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH).

'En aquella sentada me acerqué a Ossama para decirle que tenía las llaves de la sede local de la AMDH y que podíamos reunirnos allí', explica Montasser.

El Movimiento 20-F ha convocado una protesta hoy porque quiere más cambios

Las reuniones que se celebraron en el local que la asociación tiene enfrente del cine Fayrouz de Rabat fueron al principio secretas. En ellas, los jóvenes pusieron sobre la mesa sus preocupaciones: la corrupción, la inexistencia de una sanidad pública, la injusticia y, sobre todo, la falta de democracia y la depredación económica del majzén, el aparato de poder semifeudal marroquí.

Reivindicaciones que recogieron en una plataforma de diez puntos que es su biblia y cuya adopción es el único requisito para unirse al 20 de Febrero. En sus asambleas se puede encontrar lo mismo a un miembro de Justicia y Caridad, la asociación islamista semiclandestina, que apoya las protestas, que a un militante de la izquierda o a un estudiante de secundaria. También a más de un espía del régimen intentando infiltrarse.

De las discusiones en el local de la AMDH salió también la decisión de hacer un vídeo para convocar a través de Youtube una manifestación nacional. El resultado fue que el 20 de febrero pasado decenas de miles de marroquíes salieron a las calles de al menos 20 ciudades del país para pedir una constitución democrática. El 'Día de la Dignidad' fue la mayor manifestación por motivos políticos que se vivía en Marruecos bajo el reinado de Mohamed VI. 'Desde entonces, han surgido 117 secciones locales de nuestro Movimiento', relata Hakim.

Con aquella protesta empezó la pesadilla del monarca. Animados por su éxito, estos jóvenes no han cesado desde entonces de convocar nuevas marchas, inclu-so después de que el rey apareciera en televisión el 9 de marzo anunciando que el país tendría una nueva Constitución.

Como las promesas no lograron acallar a los opositores, las autoridades volvieron luego al argumento de la porra: el 15 de mayo, durante un picnic organizado por el 20 de Febrero para denunciar un centro de tortura en la ciudad de Temara, la Policía fracturó la nariz a Ossamael Jalifi e hirió a una docena de activistas; el 29 de mayo, Kamal Omari, miembro del Movimiento, y también de Justicia y Caridad, murió en Safi tras recibir una paliza de los antidisturbios.

'Han tratado de desprestigiarnos de todas las maneras: primero dijeron que éramos del Polisario, después que éramos ateos, luego islamistas y finalmente cristianos, e incluso todo a la vez', bromea Ossama, un parado de 23 años a quien la prensa marroquí llama El Ché de Salé (la ciudad vecina a Rabat). La última estra-tegia del poder ha sido, lamenta Ossama, pagar a los lla-mados baltajis, marroquíes reclutados en los barrios más desfavorecidos, para reventar las manifestaciones haciéndose pasar por defensores de la monarquía.

Para el veterano periodista Khalid Jamai, 'la Primavera Marroquí' no empezó tras las revueltas de Túnez y Egipto, sino hace cinco años, cuando miles de personas empezaron a salir a la calle en Marruecos para protestar por la carestía de la vida y la injusticia social: 'Ese ha sido el caldo de cultivo de esta protesta. Estos chicos demuestran que nuestra juventud no es apolítica, sino que se opone a los políticos que hay en este país. Para quienes llevamos 50 años esperando la democracia en Marruecos, ellos son nuestro legado'.

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