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El Estado Islámico el día después: fin de una batalla pero no de la guerra

Apenas quedan ya algunas bolsas de resistencia yihadista en Irak. Tres años después de la proclamación del califato, el Estado Islámico se hunde, al menos en la forma que lo hemos conocido hasta ahora. Sin embargo, su desaparición no significa que la estabilidad vuelva a Irak. Catorce años después de la caída de Saddam Hussein, la estabilidad parece estar todavía muy lejos.

Miembros del Servicio Anti-terrorista Iraquí sujetan una bandea del Estado Islámico, encontrada en la ciudad de Mosul REUTERS/Alaa Al-Marjani

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La derrota del Estado Islámico en Mosul se ha logrado después de una larga campaña que se ha prolongado durante nueve meses y que ha contado con la participación de fuerzas iraquíes muy significativamente mayores en número que los yihadistas y con el apoyo de la poderosa aviación aliada al mando de Estados Unidos. Y no hay que olvidar que en 2014 las fuerzas iraquíes huyeron espantadas de Mosul ante el avance de apenas un puñado de yihadistas, entre 200 y 300.

Este dato es importante si constatamos que las fuerzas iraquíes tienen distintos orígenes y que quienes han llevado la voz cantante en la ofensiva terrestre han sido los chiíes. Los chiíes no podrán quedarse mucho tiempo en Mosul puesto que es una zona suní, y las dos comunidades religiosas son enemigas mortales.

Como sea que los suníes se sienten discriminados por el gobierno chií de Bagdad, es muy posible que los agravios suban de tono a medio plazo y eso alimente de nuevo la presencia yihadista en Mosul y en otras zonas suníes. Esta circunstancia obligará a ejercer algún tipo de control férreo sobre los suníes que sin duda redundará en la inestabilidad de la las regiones suníes.

Algunos comentaristas han establecido una comparación entre la situación de Mosul en estos momentos y la situación de Bagdad en 2003, cuando Estados Unidos expulsó del poder a Saddam Hussein. Una de las cosas que se ha señalado es que en 2003 los americanos carecían de estrategia para el día después, y que existen indicios de que está ocurriendo lo mismo en el caso de Mosul.

En 2003 los americanos carecían de estrategia para el día después y existen indicios de que está ocurriendo lo mismo en Mosul

La caída de Mosul cierra un capítulo de la posguerra que se inició en 2003, significa que Estados Unidos ha ganado una batalla pero no significa que haya ganado la guerra. El yihadismo ha perdido fuelle pero no hay duda de que experimentará una metamorfosis para adaptarse a los nuevos tiempos, de la misma manera que experimentó una metamorfosis tras la ‘liberación’ que supuso la caída de Saddam Hussein.

Es una vuelta a empezar puesto que nuevamente el Estado Islámico ha dejado de tener un territorio considerable bajo su batuta. Todavía quedan pueblos en su poder, pero no una geografía tan amplia como la que ha tenido hasta ahora, y eso le obligará a adaptarse a los nuevos tiempos y operar de una manera acorde con su capacidad y sus recursos.

Conviene recordar que cuando Saddam Hussein desapareció en 2003, Estados Unidos no supo qué hacer. Se prometieron a las multinacionales americanas negocios muy lucrativos en distintos ámbitos y pronto se vio que Irak se había convertido en un país fallido y muy peligroso para toda clase de negocios con excepción de los negocios de la seguridad, que siempre fueron afortunados y boyantes.

El mundo se mueve en gran parte gracias a la codicia, como quedó demostrado con la caída de Saddam Hussein. La misma venta masiva de armas a países de Oriente Medio que se ha consumado en las últimas semanas es una indicación de que la codicia está por encima de todo, e Irak no va a ser una excepción.

Ahora se promete la panacea de la reconstrucción que ya se prometió en 2003. La destrucción causada en los últimos años es enorme y de alguna manera tendrá que reconstruirse lo destruido. Se necesitarán inversiones de decenas de miles de millones de euros, pero las empresas occidentales que vayan a la zona se arriesgarán a salir escaldadas otra vez puesto que no todos los iraquíes las verán con buenos ojos, especialmente los más religiosos.

La inestabilidad permanente es un terreno abonado para el Estado Islámico y todo indica que Irak va a estar muy inestable durante los próximos años

La inestabilidad permanente es un terreno abonado para el Estado Islámico y todo indica que Irak va a estar muy inestable durante los próximos años. No solo porque los suníes y los chiíes son como agua y aceite y no se pueden mezclar, sino también porque el Kurdistán está a punto de celebrar en septiembre un referéndum de independencia que el gobierno de Bagdad rechaza completamente.

Entre los suníes, desde la muerte de Saddam Hussein no han cesado las protestas por la discriminación que sufren a manos de los chiíes, una discriminación que es evidente en algunos aspectos y que va a jugar contra el gobierno de Bagdad y contra la presencia de tropas americanas en la zona.

Washington todavía no ha dicho si dejará algunos remanentes de tropas en partes de Irak. Es posible que sea de esa manera, aunque eso no va a garantizar la estabilidad como no la garantizó a partir de 2003. Es más, es posible que tenga un efecto boomerang contra los intereses de Estados Unidos.

De la misma manera que la codicia mueve el mundo, muchos árabes, especialmente islamistas, ven que quienes dirigen el mundo no prestan ninguna atención a la justicia. Para esos líderes la codicia lo es todo, de ahí que no puedan ganarse la simpatía de una buena parte de la población de Oriente Próximo.

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