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Israel y Arabia Saudí escenifican ante las cámaras su alianza contra Irán

El inesperado reconocimiento de contactos directos entre Israel y Arabia Saudí no puede sorprender, aunque llama la atención que Arabia Saudí haya decidido hacerlo público precisamente en estos momentos.

Netanyahu, ministro de Relaciones Exteriores de Israel

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN.- Representantes de Israel y de Arabia Saudí se reunieron el jueves en Washington para escenificar por primera vez ante las cámaras la alianza que mantienen contra Irán por el control de los países donde existen significativas minorías chiíes, como es el caso de Líbano, Siria y Yemen, o mayorías chiíes, como ocurre en Irak y Bahrein.

El encuentro tuvo lugar en el Consejo de Relaciones Exteriores de Washington, un selecto “centro de estudios estratégicos” del que forman parte influyentes hombres de la economía, la política y los medios de comunicación, y que ha sido objeto de numerosas críticas, incluso de conspirar para establecer un gobierno mundial.

El encuentro se celebró ante la atenta mirada de destacados asesores del presidente Bush hijo para asuntos iraníes. Los interlocutores fueron el israelí Dore Gold y el saudí Anwar Eshki, que formularon sendas declaraciones sin aceptar preguntas de los periodistas y que en ningún momento mencionaron a la administración de Barack Obama, pese a que el acto tenía lugar en Washington y no solo se dirigía contra Teherán sino también contra el presidente de Estados Unidos.

La diplomacia encubierta entre saudíes e israelíes era un secreto a voces, de manera que su publicación debe interpretarse como un nuevo golpe de Netanyahu contra Obama.

Dore Gold es un veterano diplomático nacido en Estados Unidos y nacionalizado israelí que hace solo unos días ha sido nombrado director general del ministerio de Exteriores. Ha servido como embajador ante la ONU y pertenece al círculo más íntimo del primer ministro Benjamín Netanyahu. Dirige el “centro de estudios estratégicos” Centro Jerusalén para Asuntos Públicos. En 2003 publicó el best-seller ‘El reino del odio’, donde responsabilizaba a Arabia Saudí de buena parte del terrorismo global. El jueves, sin embargo, no tuvo ningún remordimiento para estrechar sonriente la mano de Eshki.

Anwar Eshki es un general retirado que, como no podía ser menos, dirige otro “centro de estudios estratégicos”, el Instituto de Estudios Estratégicos y Legales de Oriente Medio. Eshki fue en su momento consejero del príncipe Bandar bin Sultan, hasta hace poco embajador en Washington durante décadas y vinculado a la CIA en numerosas ocasiones, según los más diversos medios de comunicación.

La primera noticia de este encuentro la dio el mismo jueves el diario Yisrael ha-yom, del magnate judío americano Sheldon Adelson, principal contribuyente de la causa republicana y acólito de Netanyahu, y al día siguiente la agencia americana Bloomberg aportó más noticias al respecto.

El encuentro de Washington es el quinto que Gold y Eshki han mantenido desde principio de 2014 en la India, Italia y Chequia. Esto significa que los contactos se iniciaron bajo la férula de Netanyahu y del difunto rey Abdullah, y han continuado bajo la férula del rey Salman, más belicoso que su antecesor, quien además ha decidido hacerlos públicos en Occidente, aunque la prensa saudí no ha publicado ni una línea.

En estos encuentros se han abordado, según las dos partes, los “intereses comunes”, que básicamente tienen que ver con Irán y con las bolsas de población chií de Oriente Próximo, sin olvidar, por supuesto, el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán que Washington y Teherán deberían firmar antes del 30 de junio.

La diplomacia encubierta entre saudíes e israelíes era un secreto a voces, de manera que su publicación cuando solo faltan tres semanas para que expire el plazo que las potencias occidentales se han dado para firmar el acuerdo con Irán, y el hecho de que se haya escogido Washington para esta escenificación, debe interpretarse como un nuevo golpe de Netanyahu contra Obama.

Las relaciones de Israel con los países sunníes del Golfo se remontan por lo menos a principios de los noventa, justo después de la Conferencia de Madrid de 1991, cuando Israel abrió una “oficina comercial” en Cata

Tras el encuentro queda aún más claro que Arabia Saudí ha elegido como aliado principal a Israel en detrimento de Obama, a quien apenas le quedan 18 meses en la Casa Blanca. Los precandidatos republicanos ya se han comenzado a pelearse por quién es más proisraelí, mientras que la precandidata demócrata Hillary Clinton siempre ha declarado su incondicional sintonía con Israel, un cálculo que sin duda figura en la mente de los saudíes.

En las declaraciones de Gold y Eshki ambos reconocían haber hablado de “economía y política”. Naturalmente, debieron hablar de otras cosas, por ejemplo de armas. En enero la cadena estadounidense Fox reveló que una filial americana de la multinacional israelí Elvit había exportado misiles a una empresa privada de Arabia Saudí, y en mayo la agencia de noticias iraní Fars reveló que los huthi habían descubierto un alijo de armas israelíes en la embajada de Arabia Saudí en Yemen.

Las relaciones de Israel con los países sunníes del Golfo se remontan por lo menos a principios de los noventa, justo después de la Conferencia de Madrid de 1991, cuando Israel abrió una “oficina comercial” en Catar, y poco después se reveló que también había abierto una oficina de sus servicios secretos en los Emiratos Árabes Unidos.

Los países árabes sunníes creen que en la actual coyuntura Israel puede ayudarles más que Washington, al menos mientras Obama siga de inquilino en la Casa Blanca, de ahí que hayan apostado con fuerza por Netanyahu y que no les importe sacar los colores a Obama incluso en Washington, como hace continuamente Netanyahu.

El príncipe saudí Walid bin Talal declaró no hace mucho que Obama “se ha convertido en un juguete en manos de Irán”, lo que ayuda a comprender que Arabia Saudí esté dispuesta a convertirse en un juguete en manos de Israel. Es una decisión que implica grandes riesgos a medio y largo plazo que, por lo visto, el rey Salman parece determinado a ignorar.

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