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Jóvenes egipcios asaltan la sede del Ministerio de Interior en El Cairo

Dos muertos en la capital y otros dos en Suez, en batallas campales por la masacre del estadio de Port Said

LAURA M. LOMBRAÑA

Los gases lacrimógenos y las sirenas de las ambulancias han vuelto a invadir el centro de El Cairo, donde miles de egipcios desataron contra las Fuerzas de Seguridad su frustración ante la falta de reacción de las autoridades a la matanza de Port Said.

La ira por la muerte de 74 personas llevó a un grupo de jóvenes a prender fuego a un edificio del fisco egipcio a pocos metros del Ministerio de Interior. Enfurecidos, los jóvenes manifestantes trataron también de asaltar la sede de Interior y, para ello, levantaron una barrera de cemento con sus propias manos.

En las batallas campales, murieron dos personas en El Cairo, una de ellas un teniente atropellado por un camión militar, y otras dos en Suez, alcanzadas por balas tras abrir fuego real las Fuerzas de Seguridad. Los heridos superaron el millar.

La ira por la tibia reacción oficial a la matanza empuja a los manifestantes Desde primera hora de la mañana, los alrededores del Ministerio de Interior y la plaza Tahrir habían revivido escenas similares a las de meses pasados. Jóvenes con la cara rociada con leche para combatir los efectos del gas lacrimógeno, motoristas que sacaban a los combatientes medio desmayados y hospitales de campaña improvisados en varias esquinas para atender a los heridos.

En uno de los hospitales de campaña, el de la mezquita de Omar Makram, a un lado de la plaza Tahrir, el doctor Mohamed Mustafa se mostraba aliviado por el hecho de que las Fuerzas de Seguridad no estuvieran disparando con fuego real (sólo utilizaban perdigones y balas de goma), como en otras ocasiones en las que hubo muchos más muertos.

'Las heridas son por asfixia a causa del gas y también por disparos de balas de goma', explicó. Aun así, se mostró preocupado por la llegada de la noche, momento en que, aseguró, la Policía aprovecha la ausencia de periodistas y fotógrafos para endurecer el ataque: 'La pasada noche, entre las tres y las cinco de la madrugada, la mayoría de heridos que hemos atendido eran por disparos de balas de goma a una distancia muy corta, son disparos que pueden matar', aseguró.

'Estos sucesos son una prueba de fuego para el Parlamento', subraya un analista Con los ojos hinchados y llorosos y la máscara antigás todavía alrededor del cuello, el portavoz del Movimiento 6 de Abril, Jaled Mohamed, relató que los choques entre manifestantes y Policía se producían en las calles aledañas al Ministerio de Información, en concreto, en el cruce entre Mohamed Mahmud y la calle Mansur. Allí, contó, las Fuerzas de Seguridad llegaron a disparar una media de 50 latas de gas lacrimógeno por minuto para dispersar a unos manifestantes cada vez más numerosos.

'Estamos aquí para protestar en contra de la violencia en el estadio de Port Said, pero también para decirle al Ejército que se vaya a hacer su trabajo y deje que los egipcios se gobiernen a sí mismos, ya no les necesitamos', afirmó este activista. Mohamed pidió al recién estrenado Parlamento egipcio, el primero elegido democráticamente, 'que se haga más fuerte' frente a la Junta Militar que gobierna el país.

Como muchos egipcios, Mohamed tachó de 'tibia' la reacción de los parlamentarios, que se limitaron a condenar la matanza de Port Said y a anunciar la creación de una comisión de investigación. 'Pronunciaron palabras duras, pero nosotros no queremos palabras, queremos una solución', espetó Mohamed, que pidió al mayoritario Partido Libertad y Justicia, de los Hermanos Musulmanes, que 'se alce contra la Junta Militar' y 'que no la tema'.

La frustración de muchos egipcios ante la pasividad del Parlamento es palpable y esto es lo que diferencia estos choques de los que en ocasiones anteriores han sacudido el país. Hasta hace pocos días, la máxima autoridad era el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que asumió el poder tras la caída del presidente Hosni Mubarak. Ahora, tras un largo proceso electoral, Egipto tiene su primer Parlamento democrático y son muchos los que piden a la Cámara egipcia que dé un paso adelante para nombrar una autoridad civil que dirija el país.

La Junta recurre al clásico argumento de la injerencia extranjera 'Estos sucesos son una prueba de fuego para ver si el Parlamento es capaz de ofrecer respuestas satisfactorias a la gente', aseguró el director para Norte de África del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral, Ayman Ayoub. Este analista lamentó en una entrevista que, tras los incidentes de Port Said, la situación en el centro de El Cairo se estuviera 'agravando por la frustración de la gente ante la respuesta que ha dado el Parlamento'.

Ayoub tildó el sentimiento de los manifestantes egipcios de 'frustración rampante' y destacó que 'lo lógico sería que el Parlamento diera un paso más y utilizara la legitimidad que tiene para representar a la calle egipcia'.

La postura que ha adoptado la Junta Militar ante la masacre ha encendido todavía más la ira de los manifestantes.  En un comunicado publicado en su página de Facebook, la Junta Militar acusaba a 'facciones extranjeras e internas' de la escalada de violencia y recurría así al clásico argumento de la intervención externa en el país para justificar unos disturbios motivados por el descontento de la población.

Las palabras de la Junta Militar no sirvieron para aplacar a unos manifestantes cada vez más enfurecidos contra unas autoridades que no ceden a sus demandas de más democracia.

Mientras anochecía en la capital egipcia y se recrudecían los enfrentamientos, la activista del Movimiento del 6 de Abril Zaina Ahmed tomaba una infusión sentada en un bordillo de la plaza Tahrir. Ataviada con un chaleco reflectante y casi sin voz 'me siento como si me hubiera tragado un globo de helio', dijo, esta manifestante contó que desde hace meses atiende a los heridos cuando hay luchas callejeras.

'La mayoría son gente que se ahoga con el gas. Pero no sé por qué están lanzando gas contra gente que sólo está gritando, sigue habiendo la misma mentalidad que en tiempos de Mubarak, la de matar a la gente que grita', denunció Ahmed. Y apuntó: 'El fin está cerca, porque la rabia se ha vuelto enorme y el número de muertos es demasiado grande'.

Esta joven ingeniera afirmó que no se moverá de Tahrir hasta que la Junta Militar ceda el poder a una autoridad civil. 'Hemos perdido nuestras almas, nuestro dinero y hasta nuestras voces. Ahora no pararemos hasta que este régimen caiga, cueste lo que cueste', aseveró.

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