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La líder laborista impulsa una Australia republicana

Gillard puede convertirse hoy en la primera australiana que gana en las urnas

SONIA DE VIANA

Casi iguales en intención de voto... y en propuestas políticas. Los australianos acuden hoy a las urnas con anticipación, pasión, obligación -con multa de hasta 35 euros si no se vota- y sin nada decidido, aunque el cocodrilo Harry, como el pulpo Paul, ha vaticinado victoria laborista.

Si el cocodrilo acierta, como hizo Paul en la final del pasado Mundial de fútbol, Gillard se convertiría en la primera mujer elegida en las urnas para ser jefa de un Gobierno australiano. Actualmente ocupa el puesto porque se lo arrebató a su compañero de partido, el ex primer ministro Kevin Rudd, en una pugna interna.

La inmigración, en medio de una aguda crisis de refugiados en un país con más de 150 culturas; la economía, tras haber escapado a la recesión global; y el medio ambiente, como gran preocupación sorprendente visto desde España, han sido los ejes principales de los discursos. Aunque otro tema no exento de controversia se ha colado en los debates: la posibilidad de que Australia se convierta en una república cuando concluya el reinado de Isabel II, la actual jefa del Estado.

Desde que las seis antiguas colonias británicas se federaron en 1954, Australia se ha mantenido como una monarquía integrada en la Commonwealth británica.En la última semana, el Partido Laborista, liderado por una galesa, Julia Gillard, ha perdido su ligera ventaja sobre los liberales-conservadores de Tony Abbot, nacido en Londres. Un sondeo realizado por Newspoll reveló que el partido gobernante había perdido la ventaja que le adjudicaba un 53% de los votos frente a un 47% de los conservadores.

La culpa de este estrechamiento en la diferencia de la intención de voto la achacan los australianos como Rob Mac-farlane, trabajador social de 50 años con personas discapacitadas desempleadas, o Katherine Lewisohn, ex voluntaria de 32 años de una ONG en Timor del Este, a que 'ambos parecen estar diciendo lo mismo.

Son igual de conservadores en muchos temas, ninguna de las políticas importantes va a cambiar, como la medioambiental, la sanidad o el matrimonio gay'. Ambos dicen que van a votar a Los Verdes. Líder político gayLa ecológica es una llave política real en Australia. 'Bob Brown (líder verde) es el más longevo líder de un partido y una de las pocas personalidades en admitir que es gay.

Además, algunos votantes laboristas se pasarán a Los Verdes, recelosos por cómo Julia echó a Rudd', opina Katie Eglesson, de 34 años, maestra y madre de un bebé de padre carpintero emigrante español.
Gillard encabezó una moción de censura que el 24 de junio pasado desbancó a su correligionario Kevin Rudd, primer ministro ganador de las elecciones de 2007, tras 11 años de oposición.

Curioso es que Abbot, apodado Capitán Católico, hizo lo propio con el líder de su partido en diciembre de 2009. Mía Trujillo, de 44 años, ciudadana australiana de padres emigrantes españoles, administrativa en la rama sanitaria y enconada activista social y medioambiental, no declara su voto pero destaca que lo que para ella importa 'es el triple equilibrio, la triple p: personas, planeta y provecho, en este orden'.

Para diferenciarse de su opositor, Gillard sacó a la palestra, respondiendo a un periodista aunque no como propuesta electoral, el recurrente proyecto de impulsar una Australia republicana, libre del yugo monárquico inglés.'Como primera ministra, me gustaría ver que buscamos un acuerdo para ser una república. Pero creo que el momento apropiado será cuando veamos el cambio de monarca, cuando muera o abdique', declaró Gillard.

Ya en 1999 hubo un referéndum republicano, en el que Tony Abbot, ex director de Australianos por una Monarquía Constitucional, tuvo un activo papel. '(La monarquía) ha funcionado bien y no veo ninguna razón para que no siga haciéndolo. No creo que, al menos durante nuestras vidas, vaya a producirse un cambio importante', respondió a Gillet.

En esa ocasión ganó un ajustado y sorprendente no; resultado tan representativo de la idiosincrasia australiana como cuando en 1975 el gobernador general, representante de la reina de Inglaterra, practicó una especie de cacerolada legal que sublevó a los australianos, quienes sin embargo después refrendaron la reforma en las urnas.

Con ese mismo carácter, el diputado Ian Macfarlane se declara 'republicano y antimonárquico. ¡Hasta me han visto en Nochevieja recortando la Union Jack de la bandera australiana! ¡Dios salve a la reina, porque ella no es ningún ser humano!'Pero ese parlamentario comparte la opinión de Rosa Tato, artista australiana de 42 años, de origen español y madre de dos hijas preadolescentes: 'Australia debería modernizarse y ser una república, pero la cuestión es cuánto dinero nos podría costar. De momento, es mejor usarlo para avanzar en otros temas más graves a los que se enfrentan los jóvenes'.

Ni la actual gobernadora británica ni el Gobierno de Londres se han querido pronunciar en este debate

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