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La Liga Árabe impone sanciones económicas al régimen de Damasco

Se suspenden los vuelos comerciales, las transacciones económicas y las relaciones diplomáticas con Siria

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Los ministros de Exteriores árabes aprobaron ayer en El Cairo por abrumadora mayoría un paquete de sanciones, en su mayor parte económicas, contra Siria después de que este país se negara a autorizar la entrada de observadores internacionales para verificar la represión de las Fuerzas de Seguridad contra la población que desde hace ocho meses protesta a diario contra el régimen del presidente Bashar al Asad.

Las sanciones incluyen la cancelación de las visitas de altos funcionarios sirios a otros países árabes, la suspensión de vuelos comerciales a sus aeropuertos, la congelación de transacciones con el Banco Central y la paralización de operaciones con organismos estatales sirios.

A favor de las sanciones hubo 19 votos, Siria estuvo ausente ya que hace unos días fue suspendida por la Liga Árabe, e Irak y Líbano se abstuvieron. Estos dos países, vecinos de Siria, comparten muchos intereses con Damasco y poseen importantes bolsas de población chií, lo que sugiere que la crisis posee un tinte de conflicto sectario.

Siria se ha convertido en un gran tablero de ajedrez donde las piezas blancas y negras juegan teledirigidas desde lejos. Las primeras están encabezadas por Arabia Saudí y otros países suníes que cuentan con el apoyo de EEUU, la Unión Europea, Turquía e Israel. Frente a ellos, detrás de las piezas negras, está el eje chií que incluye a Irán y Hizbolá, además de Siria, y que claramente tiene todas las de perder.

Las sanciones son un paso más en la estrategia de aislamiento del régimen de Damasco y cabe suponer que los países que las apoyan, o al menos una parte de ellos, como Arabia Saudí, mantendrán también una presión militar.

Damasco acusa a sus vecinos árabes de seguir las órdenes de EEUU y la UE

El régimen sirio ha denunciado repetidamente la injerencia extranjera en el conflicto. Se supone que los rebeldes reciben ayuda especialmente a través de la minoría suní de Líbano, que mantiene una estrecha alianza con los saudíes.

El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, dijo que la organización reconsiderará las sanciones si Siria acepta la entrada de observadores. Damasco ha rechazado hasta ahora esta opción argumentando que las competencias que la Liga Árabe quiere atribuir a los observadores violan su soberanía.

Nasser Judeh, ministro de Exteriores jordano, dijo que su país iba a ser uno de los más perjudicados por las sanciones a Siria. 'Apoyamos la unidad árabe con respecto a la cuestión siria pero... los intereses de nuestro país deben tenerse en cuenta', señaló Judeh.

En un carta dirigida al secretario general de la Liga, el titular de Exteriores sirio, Walid al Muallem, acusó a la organización de querer 'internacionalizar' la crisis. Los sirios han denunciado que los países árabes han optado por imitar las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea ya han impuesto sobre Siria.

Por su parte, Turquía indicó que coordinará su posición con la Liga Árabe para que las sanciones sean más eficaces. En las últimas semanas Ankara ha endurecido su lenguaje para con Damasco y el presidente Asad ha replicado que los turcos sueñan con recuperar su antiguo imperio en Oriente Próximo.

La violenta represión de las protestas ha sido el desen-cadenante del conflicto. La sangría inicial en las calles de Siria está adquiriendo una tonalidad de guerra civil que en gran parte se alinea en dos filas, la chií y la suní. La población suní es mayoritaria en Siria. Los alauíes chiíes, la rama a la que pertenece Asad, apenas representan el 10% de la población, aunque cuentan con el respaldo de la minoría cristiana y de sectores suníes laicos.

El régimen sirio ha rechazado la entrada de observadores en su territorio

La crisis ha colocado del mismo lado a países como Turquía, Israel, Arabia Saudí y Estados Unidos. Todos ellos tienen, por distintos motivos, razones para perseguir la caída de Asad, especialmente Arabia Saudí e Israel, dos enemigos mortales de Damasco. Los dirigentes saudíes, como otros tantos y tantos suníes, han adoptado históricamente una posición visceral antichií mientras que Israel desea romper el eje entre Irán y Hizbolá, cuyo eslabón intermedio es precisamente Siria.

Sobre el terreno no remitió la violencia de los últimos días y activistas sirios de la oposición dieron cuenta de la muerte de al menos 31 personas a lo largo de la jornada de ayer. Desde que se iniciaron las protestas a mediados de marzo, han muerto más de 3.500 personas según las Naciones Unidas.

El ministro de Exteriores de Qatar, Hamad bin Jassim al Thani, señaló que la intención de la Liga no es causar sufrimientos a los civiles, aunque sus palabras han de juzgarse por otros precedentes similares, como los de Estados Unidos en Irak, Irán o Afganistán, donde las promesas en la misma dirección resultaron vanas y la población civil ha pagado o está pagando precios exorbitantes por unas sanciones que teóricamente sólo se dirigían con los regímenes.

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