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Las medidas principales del programa de Hollande

Una agenda progresista pero muy moderada

Crecimiento y empleo
Menos presión fiscal a las pymes

Hollande no quiere entrar demasiado en el problema de los frenos que la austeridad europea plantea a la economía, porque divide a su partido. De ahí que proponga, para reactivar la economía, medidas técnicas. Habla de crear un 'banco público de inversión', cosa que ya existe, y que también Sarkozy dice potenciar. Se añadiría una reducción de la fiscalidad a las pymes. En el capítulo del empleo subvencionado, asociaciones y empresas sin ánimo de lucro, propone crear sólo 150.000 puestos de trabajo para jóvenes; esto es menos de lo que está manteniendo el propio Sarkozy.


Todas esas autolimitaciones tienen una razón: Hollande quiere respetar el objetivo bruselino del 3% de déficit en 2013, y 0% en 2017. Comulga con la austeridad a la francesa de Sarkozy, aunque quizá con mayor eficacia técnica, puesto que prevé eliminar deducciones de cotizaciones a las horas extras y desgravaciones fiscales a las clases altas. Pero ni una palabra dice sobre un aumento de salarios. Renuncia al 'coup de pouce' ('empujoncito') al salario mínimo, y da la espalda a reforzar el poder adquisitivo de los sueldos.


Hollande dice que su primera prioridad es garantizar un futuro a los jóvenes y niños, cosa que califica de 'recuperar el sueño francés'. Prevé instaurar un 'contrato de generación', que exoneraría de cotizaciones 'el contrato indefinido de un joven acompañado por un asalariado' senior. Para una enseñanza más eficaz prevé crear 60.000 empleos nuevos en cinco años. Las familias verían aumentado en un 25% el 'subsidio de vuelta a clase'.


Promete suprimir 29.000 millones de euros de desgravaciones, pero obvia mencionar que eso significa dejar en pie más del 40% de las creadas por Sarkozy. A ese primer anzuelo, añade un segundo: restablecimiento del impuesto sobre la fortuna al nivel anterior a Sarkozy, y creación de un nuevo tramo del impuesto sobre la renta, al 45%, para los ingresos altos. La medida, como va acoplada a una reforma global, en realidad tiene poco efecto: el derechista disidente De Villepin también la propone. Queda lejos de la propuesta de Mélenchon, líder del Frente de Izquierdas: creación de un tramo de gravamen ‘a la Roosevelt'. Todo lo que vaya más allá de 35.000 euros de ingresos mensuales va al 100% para las arcas públicas.


En un mitin la semana pasada, por primera vez en su vida Hollande gritó: 'Mi enemigo es el mundo de las finanzas'. Así, anuncia una sobretasa del 15% a los beneficios de la banca. Añade que impondrá la separación entre actividades bancarias 'útiles a la inversión y el empleo, y las operaciones especulativas'. Dice que permitirá las ‘stock-options' sólo en las empresas emergentes, y que prohibirá los activos 'tóxicos', sin precisar cuáles.


Hollande promete que legislará sobre eutanasia, de manera que toda persona pueda obtener asistencia médica para 'terminar su vida con dignidad', eso sí, en 'condiciones precisas y estrictas'. Se compromete a conceder el derecho al matrimonio y a la adopción para las parejas homosexuales. Hollande también promete dar el derecho de voto en las elecciones locales a los extranjeros extracomunitarios. Y reducir un 30% las remuneraciones de los ministros y del presidente, salario este último que Sarkozy aumentó, para sí mismo, en un 172%.

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