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Muerto por la fiebre consumista

El fallecimiento de un vigilante, aplastado en las rebajas, cuestiona el 'American way of life'

ISABEL PIQUER

Fue un viernes negro mucho más negro de lo habitual. A las tres y media de la madrugada ya había cola frente a los Wal-Mart de Green Acres, en el condado de Nassau, a las afueras de Nueva York. Es tradición que el día después de Thanksgiving (Acción de Gracias) abra la temporada de compras navideñas con rebajas tempraneras, al despuntar el alba.

A las cinco, frente a las puertas cerradas de los almacenes, empezó a subir la tensión. Los que llevaban toda la noche esperando vieron cómo los recién llegados empezaban a tomar posiciones. Había unas 2.000 personas. Todas estaban ahí por las rebajas de televisores y DVD.

Cuando la tienda abrió finalmente a las siete, se produjo una estampida. Jdimytai Damour, un guardia de seguridad de 34 años, de origen haitiano y con contrato temporal, intentó frenar a la muchedumbre y proteger a una mujer embarazada de ocho meses que había tropezado, pero fue arrollado por la muchedumbre.

'Fue el caos, la multitud estaba totalmente descontrolada', contó uno de los encargados de la investigación, el detective Michael Fleming. 'La gente se volvió loca', recordó uno de los empleados.

Uno de los compañeros de la víctima, Jimmy Overby, aseguró a los medios de comunicación que los clientes 'sacaron las puertas de las bisagras y derribaron y pisotearon' al fallecido.

Damour murió asfixiado. Los investigadores siguen mirando las cintas de video para averiguar exactamente lo que pasó. El joven, al que sus amigos conocían como Jimbo o Jdidread era un hombre grande y fuerte y en circunstancias normales hubiera podido contener a más de uno. Pero ocurrió. Y ese 28 de noviembre, Damour se convirtió en la primera víctima mortal en la historia del Viernes Negro (apodado así porque las tiendas salen de su balance en rojo).

'Es increíble', dijo al Daily News una clienta, Ellie Berhun, '¿Un hombre perdió la vida porque un reproductor de DVD estaba en oferta? '

Todos los años se producen incidentes en este día, pero la crisis, la recesión ya oficial, el paro, pesaron más que en otras ocasiones.

Wal-Mart, la mayor cadena minorista del mundo, con un millón de empleados, calificó el incidente de 'situación trágica'. Hace unos días, la familia Damour decidió llevar a los tribunales a los almacenes y acusarles de 'negligencia grave de la seguridad pública y de los consumidores'.

La reacción de condena ha sido unánime. 'No hay duda de que esa muchedumbre perdió su humanidad en busca de una ganga', escribió la columnista del Washington Post, Michelle Singletary; 'lo que pasó dice mucho sobre nuestra cultura y la codicia corporativa'. Ya está en cuestión hasta el sagrado American way of life (el 'modo de vida' de EEUU).

En el Chicago Tribune, Kayce Ataiyero, pidió mejores medidas de seguridad pero también que los consumidores fueran 'juzgados responsables por alimentar una cultura en la que se descarta la decencia básica por un descuento'.

Y todo ocurrió en parte porque los precios no coincidían, como subrayó Ian Ayres en el New York Times. 'Unas de las ofertas era un televisor de Plasma por 598 dólares. Pero en el catálogo por Internet este producto aparecía por 750. Si Wal-Mart hubiera anunciado el precio normal de 798 dólares, quizás Jdimuytai Damour seguiría vivo'.

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