Decenas de miles de personas se congregaron ayer por la tarde alrededor de la plaza de la Perla de Manama, la capital de Bahrein, desafiando al régimen del rey Hamad bin Isa al-Jalifa, después de que, primero el Ejército y luego la Policía, desalojaran la plaza en un intento de calmar los ánimos y preparar el camino para un diálogo entre el Gobierno y la oposición.

El júbilo estalló cuando las fuerzas de seguridad abandonaron a toda prisa una plaza que los manifestantes han tratado de convertir en la plaza cairota Tahrir, donde una demostración de fuerza de la oposición consiguió la renuncia del presidente Hosni Mubarak el 11 de febrero.

Los chiíes constituyen el 70% de la población de Bahrein, pero la minoría sunní gobierna el país y goza de privilegios que no están al alcance de los chiíes. Desde hace algunos días los chiíes se están manifestando para exigir democracia, aunque también han gritado consignas contra el régimen, aliado de Arabia Saudí y Estados Unidos.

El príncipe, Salman bin Hamad al-Jalifa, hizo un llamamiento al orden tras sacar al Ejército de Manama y ha declarado una jornada de luto nacional por los seis manifestantes que han muerto. Además, ha prometido que, siguiendo las instrucciones del monarca, iniciará un diálogo con todas las fuerzas políticas, incluidas las de la oposición. Estas habían exigido que el diálogo se iniciara sólo después de que el Ejército abandonara el centro de la capital.

Los sindicatos han convocado para hoy una huelga general que servirá para ponderar la fuerza de la oposición, que como mínimo exige introducir una monarquía constitucional que sustituya a la actual.

El viernes, el presidente Barack Obama conversó con el rey de Bahrein y le pidió que no use la violencia contra quienes se manifiestan de forma pacífica. Apenas unas horas después el Ejército salió del centro de Manama.