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‘Ndrangheta El pueblo italiano asolado por la mafia donde nadie quiere ser el alcalde

La localidad de San Luca, feudo de la ‘Ndrangheta, ha renunciado a la política y lleva años sin votar después de la segunda disolución del ayuntamiento por infiltración mafiosa. Ahora el Estado se afana en recuperar su espacio.

Funeral en San Luca por el asesinato de seis miembros de la familia Vottari en una pizzería en Alemanía. - AFP

LORENA PACHO PEDROCHE

Italia celebra este domingo la segunda vuelta de las elecciones administrativas para elegir a 111 alcaldes. Pero en la cuna de la mafia calabresa, la localidad de San Luca, no habrá ni urnas, ni papeletas, ni colegios abiertos, ni electores, ni recuentos, porque ha renunciado al voto por tercer año consecutivo.

El ayuntamiento fue disuelto por infiltración mafiosa por segunda vez en 2013 y durante los dos años posteriores estuvo gestionado por una comisión. Es el tiempo máximo que contempla la legislación italiana para estos casos. El último alcalde fue Sebastiano Giorgi, que llegó en 2008 como paladín antimafia y cinco años después acabó condenado a seis años de prisión en primera instancia por favorecer los intereses de la mafia en la concesión de obras públicas. Según el fiscal, además había sido elegido por los votos de la ‘Ndrangheta.

El último alcalde fue Sebastiano Giorgi, que llegó como paladín antimafia y cinco años después acabó condenado a prisión

En 2015 llegó el turno de las primeras elecciones. Se declararon nulas porque se presentó una única lista que no alcanzó el número mínimo de votos. Entonces se nombró a un comisario extraordinario, Salvatore Gullì, un funcionario de la prefectura de Reggio Calabria, siciliano y con experiencia en la gestión extraordinaria de ayuntamientos. En 2016 se convocaron comicios de nuevo, pero nadie se presentó y este año ha ocurrido lo mismo. Un grupo de vecinos llegó a escribir al Ministerio del Interior para que mantuviera a Gullì al cargo.

San Luca es un pequeño pueblo de poco más de 4.000 habitantes, suspendido en las abruptas montañas del Aspromonte, en la punta de la ‘bota’ y a escasos diez kilómetros del mar Jónico. Su nombre se hizo notorio en 1991, a raíz de la conocida como “guerra de San Luca”, una cruenta disputa entre clanes criminales, todavía abierta, que desembocó en un derramamiento de sangre y enfrentó a los Pelle-Vottari con los Nirta-Strangio.

El ayuntamiento
fue disuelto por infiltración mafiosa por segunda vez en
el año 2013

En 2007, la fama de la localidad trascendió fronteras, con el asesinato de seis miembros de la familia Vottari en una pizzería en Alemania, lo que se apodó como la “matanza de Duisburgo”. Este trágico acontecimiento reveló los tentáculos de la ‘Ndrangheta a escala internacional.

Dese entonces, el nombre de San Luca aparece de vez en cuando en la prensa de medio mundo y siempre por el mismo motivo. Los más recientes son el besamanos de un vecino a un jefe mafioso durante su detención, después de 23 años en busca y captura; y el último suceso del eterno ajuste de cuentas entre clanes, el asesinato en Murcia del capo Giuseppe Nirta.

La Policía italiana custodia una de las entradas de San Luca. - AFP

La Policía italiana custodia una de las entradas de San Luca. - AFP

Los apellidos de la mafia y la política

Al ser un pueblo pequeño, las relaciones de parentesco entre sus habitantes son muy frecuentes y apenas cinco o seis apellidos suponen el 70% de la filiación. Entre ellos Nirta, Pelle, Strangio, Vottari y Giorgi, todos ligados de alguna manera al crimen organizado y a las grandes familias exponentes de la ‘Ndrangheta.

“Quien presenta su candidatura a unas elecciones, acaba arrestado” es el comentario más extendido en el pueblo

“Eso amedrenta a la gente, es algo de lo que es imposible defenderse. Se corre el riesgo de que una persona entre en el ayuntamiento con buenas intenciones y por su apellido salga con el calificativo de ‘ndranghetista. Esto ha alejado a todos de la política” , expone a Público Aurelio Pelle, vecino del pueblo, que ha recogido su historia en el libro San Luca en el Aspromonte. ¿Duisburgo se podía evitar? y alcalde desde 1980 hasta 1985. Lo tuvo que dejar por los constantes y ataques y amenazas que sufría su familia.

El historiador Antonio Nicaso, uno de los principales expertos en la ‘Ndrangheta, explica a este diario que en San Luca la gente se ha resignado y está convencida de que el Estado sólo se deja ver cuando va a arrestar a alguien. “Quien presenta su candidatura a unas elecciones, acaba arrestado”, dice que es el comentario más extendido en el pueblo.

Enclave fundamental para el Estado

Desde hace cuatro años, las reglas básicas de la representación democrática están suspendidas en la localidad calabresa. “Es difícil restaurarlas”, sentencia Nicaso. “La gente está convencida de que el actual comisario está haciendo un trabajo óptimo y merece permanecer en su puesto”, añade.

Desde hace cuatro años, las reglas básicas de la representación democrática están suspendidas en la localidad calabresa

Lo cierto es que los pasos adelante que están brotando de la gestión de Gullì, aunque pequeños, son importantes. Está atajando las dificultades financieras del ayuntamiento, ha abaratado el coste del agua, limpiado las calles y está renovando las infraestructuras y centros sociales, sobre todo los dedicados a niños y jóvenes. Todo en una zona devastada por el desempleo, especialmente acusado entre los menores de 30 años, lo que origina un caldo de cultivo perfecto para acabar en las redes de los clanes criminales.

Recientemente y a iniciativa del comisario se ha reconstruido un centro deportivo en el que el día de su inauguración se jugaron las ‘olimpiadas de la legalidad’ para decir ‘no’ a la mafia. Hasta el campo se trasladaron el fiscal nacional antimafia, Franco Roberti, la subsecretaria de la Presidencia, Maria Elena Boschi, y numerosas autoridades nacionales y magistrados, además de cantantes y deportistas populares, lo que da una idea de cuán importante es para el Estado recuperar este pequeño pueblo enclavado en las montañas del sur.

Imagen del cementerio de San Luca. - AFP

Imagen del cementerio de San Luca. - AFP

“Es esencial promover iniciativas que apunten hacia procesos culturales, para que los ciudadanos de San Luca puedan responder adecuadamente a nuestra llamada de intentar crear las condiciones para que el próximo año haya elecciones en el pueblo y esté gestionado no por un comisario, sino por un organismo elegido democráticamente”, señala a Público el prefecto de Regio Calabria, Michele di Bari, el encargado de nombrar y establecer las líneas de la comisión gestora. “La gente ha depositado su esperanza en nosotros, en el Estado y no debemos desilusionarlos”, alega.

Miedo a combatir a la mafia

El historiador Antonio Nicaso apunta que “a menudo se piensa que para combatir a las mafias basta con poner esposas y dictar sentencias, pero no es así; hace falta invertir en instrucción y cultura y en San Luca se está avanzando en este frente, pero sobre todo es necesario liberar a la gente de la necesidad y el miedo y aquí el camino es todavía largo”. Algunos integrantes de los clanes mafiosos más potentes de la ‘Ndrangheta aún residen en San Luca. “Estas familias acaban condicionando la vida social y económica de toda la zona”, expone Nicaso.

El principal problema que arrastra el pueblo desde hace décadas es la falta de trabajo y oportunidades

El principal problema que arrastra el pueblo desde hace décadas es la falta de trabajo y oportunidades, seguido de la carencia de infraestructuras, servicios y centros sociales y una movilidad limitada. Sobre estos cimientos no ha sido complicado para la mafia calabresa campar a sus anchas y expandirse por los vacíos a los que el Estado no llegaba.

“La situación actual deriva y se origina en el pasado, después de un comportamiento preocupante y ambiguo por parte de las instituciones. Han sido años de desatención, la actividad del Estado no estuvo a la altura, se infravaloró el fenómeno y se podían haber evitado muchas cosas”, sostiene Aurelio Pelle. “Ahora hay una intención nueva por parte de las autoridades nacionales, como una especie de admisión de la culpa, aunque no declarada. El Estado no puede pedir disculpas abiertamente”, añade.

Policías militares italianos inspeccionan un búnker secreto encontrado en una vivienda de la localidad. - REUTERS

Policías militares italianos inspeccionan un búnker secreto encontrado en una vivienda de la localidad. - REUTERS

Hoy esta pequeña localidad sureña quiere dejar de ser un limbo de la legalidad y sinónimo recalcitrante de mafia. Aunque es un pueblo herido donde el desencanto ha echado raíces, no todo está dado por perdido. Más allá de los jefes mafiosos, es también la cuna del célebre escritor Corrado Alvaro, que allí escribió: “La peor desesperación de una sociedad es la duda de que vivir rectamente sea inútil”.

Sus habitantes quieren un futuro lejos de los años de plomo, en los que el crimen era el pan de cada día y la señal de bienvenida al pueblo lucía acribillada de impactos de bala. También buscan esquivar los estereotipos que consideran injustos y se empeñan en clamar que unos pocos vecinos reverenciando a un capo después de su detención están lejos de representar a las 4.000 almas que viven en San Luca.

La disolución de ayuntamientos y posterior tutela por parte de una gestora no es un fenómeno aislado en Italia. Según el último informe de finales de 2016 del observatorio Open Polis, en todo el país hay 82 consistorios en esa situación por diversas causas, aunque el 97% de las intervenciones por mafia se concentra en el sur. Desde el año 2000, el propio ayuntamiento de Roma ha sido disuelto en tres ocasiones. “Son fenómenos que perjudican la estabilidad de las administraciones y con el tiempo acaban por condicionar la habitabilidad de las ciudades”, apunta el observatorio en su análisis.

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