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"No podremos proteger de las lluvias a todos los haitianos"

Edmond Mulet. Máximo representante de Naciones Unidas en Haití

SUSANA HIDALGO

El guatemalteco Edmond Mulet está al frente de la misión especial de Naciones Unidas en Haití después de que su antecesor, Heidi Annabi, muriese en el terremoto del 12 de enero. Mulet ha pasado las últimas 24 horas en España, participando en la reunión informal de ministros de Desarrollo de la Unión Europea.

Desde San Ildefonso (Segovia), el máximo representante de la ONU en el país caribeño hace una dura autocrítica a la labor de la comunidad internacional antes y después del seísmo: 'Si somos honestos, hay poco sobre el terreno de lo que sentirnos orgullosos'.

La temporada de lluvias llegará de manera inminente a Haití, ¿qué se va a hacer con el millón de personas que está durmiendo en la calle?

Tenemos ya identificados unos seis o siete terrenos para crear los campamentos de refugiados. La prioridad ahora mismo es conseguir letrinas, tiendas de campaña y plásticos. Pero no quiero crear falsas expectativas, no creo que podamos proteger a todas las personas en el tiempo necesario.

Con la llegada de los ciclones, ¿se ha pensado en algo más consistente que unas tiendas de campaña para la gente que se ha quedado sin casa?

Es cierto que las tiendas de campaña no son muy resistentes. Tenemos que ir pensando en construir algo más sólido, pero es difícil conseguir de manera rápida, por ejemplo, casas prefabricadas. Ya hay algunos países cooperantes que están trabajando en ello, en los refugios prefabricados.

Además de intentar paliar el efecto de las lluvias, ¿cuáles son ahora mismo las prioridades de Naciones Unidas?

Pues, por ejemplo, poner de nuevo en marcha cosas que han quedado destruidas y son fundamentales para el funcionamiento del país, como el registro civil o el catastro.

¿Qué modelo prefiere usted para distribuir la ayuda internacional de cara a la reconstrucción?

Me gustaría que cada país cooperante se identificase con un gran proyecto y se dividiesen por temas: educación, sanidad, infraestructuras... Y que eso se combinase con que algunos de los países se encargasen, como ya están haciendo, de zonas concretas de Haití. Francia, por ejemplo, se ha hecho cargo del centro de Puerto Príncipe, donde han quedado derruidos el Palacio Nacional y el de Justicia.

¿Qué balance hace de la coordinación entre la comunidad internacional?

Si somos honestos, hay poco sobre el terreno de lo que sentirse orgullosos. Esta sacudida tiene que hacer reflexionar, tiene que haber un cambio sobre la forma de trabajar en Haití. Antes del seísmo el Estado haitiano ya era frágil... y ahora está más debilitado. Se puede criticar a Haití, pero tampoco la comunidad internacional ha contribuido a reforzar las instituciones.

¿Cuánto tiempo cree que va a tardar Haití en levantar cabeza?

[Sonríe y se encoge de hombros] Un tiempo largo... Ni los haitianos ni la comunidad internacional tiene aún consciencia de la dimensión de la tragedia, conforme pasen los días y los meses lo veremos.

¿Cómo describiría la situación actual?

Como muy cruda y muy triste. Esta no ha sido una tragedia tradicional o normal donde lo primero que llega es la ayuda humanitaria y después la reconstrucción y el desarrollo. En Haití la fase humanitaria seguirá por mucho tiempo.

Ha pasado más de un mes desde el terremoto, ¿con qué imagen se queda de todo lo que ha vivido?

Con que, a pesar del dolor y la desgracia, los haitianos han respondido con la solidaridad, muy tranquilos, de una manera digna. Enseguida se pusieron a trabajar y se puede ya ver vida en los mercadillos.

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