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Obama defiende su "liderazgo desde la retaguardia" en Libia

El presidente de EEUU se arroga 'la retirada de Irak' y 'la muerte de Gadafi' como éxitos de su política exterior

ISABEL PIQUER

'Esta semana dos acontecimientos han recordado al mundo el liderazgo estadounidense', ha dicho el presidente Barack Obama en su mensaje radiofónico semanal: la retirada 'del resto de las tropas en Irak, que volverán a casa a finales de año', y, en Libia, la muerte de Muamar Gadafi, que resalta 'nuestro papel al proteger al pueblo libio y ayudarle a deshacerse de un tirano'.

Que el liderazgo estadounidense se base en la retirada de una guerra polémica que se llevó a cabo sin el apoyo de la comunidad internacional y en el papel secundario de la mayor fuerza militar del mundo en una operación de acoso y derribo a un dictador loco define lo que algunos llaman 'doctrina Obama' y otros califican de 'improvisación'.

Lo que unos llaman «doctrina Obama» otros lo califican de «improvisación»

Los dos acontecimientos tienen en común una menor presencia en el frente árabe, en el que Washington no ha sido muy proactivo tímido en Egipto, ausente en Siria, silencioso en Yemen, siempre y cuando no se trate de Al Qaeda, ante la que, con la muerte de Bin Laden y Al Awlaki, EEUU ha obtenido sus mayores logros en política exterior.

Estos días, los responsables del Gobierno han tratado de explicar esta nueva doctrina, basada en un multilateralismo calculado. En Libia, 'Estados Unidos ha gastado unos 2.000 millones de dólares y no ha perdido una sola vida. Es un receta para tratar con el mundo en el futuro a diferencia de como lo hemos hecho en el pasado', decía el vicepresidente Joseph Biden el día de la muerte de Gadafi.

En Libia, explicaba también esta semana el consejero presidencial de Seguridad, Ben Rhodes, 'se juntan el idealismo y el pragmatismo. Hemos actuado siguiendo nuestros ideales para evitar una catástrofe humanitaria. Pero también con realismo, sin extendernos demasiado y tomando el tiempo de consolidar una coalición para que otros compartieran el peso de la operación. Así pudimos proteger nuestros intereses y nuestros ideales'.

«Se junta idealismo y pragmatismo», dice el asesor de Seguridad de la Casa Blanca

El difícil legado de la teoría neocon en política exterior, la de forzar cambios democráticos en Oriente Próximo con un intervencionismo activo, ha pesado mucho en las decisiones de la Casa Blanca. El propio Obama, al asumir un papel secundario en la operación libia el pasado marzo, hacía lo posible por desmarcarse de las acciones de su predecesor al dejar bien claro que no quería repetir los errores de Irak: 'El cambio de régimen tardó ocho años, costó miles de vidas, estadounidenses e iraquíes, y billones de dólares. Es algo que no podemos repetir en Libia'.

El 'liderazgo desde la retaguardia', como lo describió un responsable del Gobierno, es en cambio interpretado por algunos analistas como la pasividad de un presidente que prometió mucho en su discurso de El Cairo de 2009, pero que, por diversas razones (la crisis, el muro republicano, un estilo personal cauto), no ha sabido trasladar a la realidad.

'La respuesta calibrada de Obama enfureció a críticos, tanto a la derecha como a la izquierda, que le reprochaban ceder el liderazgo estadounidense en un conflicto extranjero o meterse en otro país árabe sin estrategia de salida', escri-bía el analista Mark Landler en The New York Times.

«Obama no estaba preparado para la Primavera Árabe», subraya un analista

'Esta es una era de oportunidades perdidas para EEUU. El Gobierno de Obama no estaba preparado para la Primavera Árabe. En vez de articular una estrategia nacional, los demócratas se limitaron a resolver los problemas, inspi-rándose en el neorrealismo del primer presidente Bush', critica Shadi Hamid, analista del Brookings Institute. 'Obama y su equipo han hecho un trabajo aceptable, pero en este caso insuficiente. La gravedad de la situación pide una visión atrevida y un liderazgo claro, una estrategia que aproveche la oportunidad histórica para EEUU de reorientar su política en la zona y romper con decenios de apoyo a regímenes 'estables' pero 'represivos'.

¿Cuáles son las principales preocupaciones de EEUU en Libia? Obama adelantó algunas en su discurso de felicitación el jueves, al pedir al Consejo Nacional de Transición (CNT) que se comprometiera a garantizar 'la seguridad de sustancias peligrosas' y el respeto de los derechos humanos, incluso de las fuerzas que permanecieron leales a Gadafi. Dos días antes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, resaltaba otras inquietudes durante su visita a Trípoli: ' Unir las distintas milicias en un solo Ejército bajo mando civil'. Y enfatizó que el CNT debe mostrar 'la seriedad de sus intenciones de celebrar elecciones'.

Washington también ve con inquietud el flujo de armas,sobre todo de Qatar hacia los rebeldes, ya que podrían caer en manos de extremistas musulmanes, y espera ver restablecidas cuanto antes las exportaciones de gas y de petróleo.

La transición libia dará otra ocasión a EEUU de asentar su papel en la zona. Washington debería 'involucrarse, no sólo con el Gobierno interino' de Trípoli, dice Sarah Margon, analista de Center for American Progress, 'sino con la sociedad civil y con el pueblo de Libia'.

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