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Obama envía a Iraq unidades militares insuficientes para
aplastar al Estado Islámico

El secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, comunicó el martes al Congreso el envío de tropas a Irak y Siria que ejecutarán “operaciones especiales”. Estas unidades, limitadas en cuanto a su número, no podrán acabar con el Estado Islámico y el fenómeno yihadista.

Obama hablando por teléfono desde el Despacho Oval el día de Acción de Gracias. /REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN.– El envío de soldados a Irak y Siria que ha anunciado en el Congreso de EEUU el secretario de Defensa, Ashton Carter, representa un cambio en la política de Estados Unidos con respecto al Estado Islámico (EI), si bien, y a la espera de que el Pentágono facilite datos más concretos, es un cambio cosmético que se produce cuando apenas faltan 11 meses para las elecciones presidenciales y Barack Obama no puede tomar decisiones a largo plazo.

Hillary Clinton, la candidata demócrata mejor situada, advirtió este martes de que no es partidaria de mandar a “miles de soldados” a combatir dentro de Irak o Siria, en contra de las propuestas que han realizado varios candidatos republicanos. En este sentido, Clinton se mostró en sintonía con Obama, quien ha puesto el acento en los bombardeos aéreos a pesar de los parcos resultados que están ofreciendo.

Aunque Carter no ha sido muy explícito, ha hablado de “operaciones especiales”, lo que indica que seguramente no tiene en mente el envío de grandes contingentes. “Estos operadores especiales, con el tiempo, podrán llevar a cabo raids, liberar rehenes, reunir inteligencia y capturar a líderes del EI”. Carter no ha precisado si se esos “operadores especiales” son tropas que ya se hallan en Irak y Siria o tropas que serán enviadas en un futuro próximo.

El ejército americano que invadió Irak en 2003 permaneció en ese país hasta diciembre de 2011. En el momento de mayor presencia, a fines de 2007, llegó haber 170.000 americanos en suelo iraquí, pero su número fue menguando paulatinamente desde que Obama entró en la Casa Blanca. Sin embargo, en junio de 2014 Obama volvió a enviar un pequeño destacamento.

La presencia militar en Irak y Siria se ha convertido en uno de los referentes de la campaña a la presidencia de Estados Unidos, especialmente entre los candidatos republicanos, algunos de los cuales se han mostrado partidarios del envío masivo de soldados para acabar con el EI, argumentando que el gobierno de Bagdad es incapaz de aplastar a los insurgentes.

Es significativo que el anuncio de Carter llega sólo un día después del desencuentro que el lunes tuvo lugar entre un grupo de senadores americanos y el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, un incidente que ilustra la complejidad del problema y lo difícil que va a resultar acabar con los yihadistas.

Los senadores, a la cabeza de los cuales estaba John McCain, presidente del comité de las Fuerzas Armadas del Senado, sugirieron el lunes la formación de un “ejército suní” de 100.000 soldados y el envío a Irak de 10.000 soldados propios por parte de Estados Unidos, pero esta sugerencia, que refleja posiciones republicanas y no demócratas, fue rechazada rápidamente por Al Abadi.

Al Abadi divulgó inmediatamente un comunicado en el que decía que las tropas iraquíes se bastan para acabar con los insurgentes, algo que no ha ocurrido hasta ahora ni parece que vaya a ocurrir. “Esta no es una guerra religiosa o sectaria, sino una guerra de justicia y contra las sombras, la destrucción y la muerte”, dijo Al Abadi.

Por el contrario, es evidente que también es una guerra religiosa y sectaria, y el hecho de que McCain hablara de un “ejército suní” debió de revolver el estómago de Al Abadi, que es chií, y que de ninguna manera puede aceptar en su territorio la presencia de 100.000 soldados suníes de países hostiles y beligerantes con el chiismo, un detalle que pareció escapársele al senador McCain, quien invitó a Egipto y Turquía a unirse a su plan.

En el comunicado, Al Abadi mencionó, como suele hacer, la necesidad de que Occidente, es decir Estados Unidos, envíe más armamento a Irak, e incluso de que entrene a sus soldados, si bien el ejército de Bagdad no parece estar excesivamente motivado ni preparado para hacer frente a la amenaza, como se ha visto de sobras en los últimos años.

Según Carter, la nueva “fuerza expedicionaria” “asistirá a las fuerzas iraquíes y de los peshmergas kurdos”. El hecho de que “asista” ya indica que no será muy numerosa, lo que significa que los americanos no podrán aplastar a los yihadistas del EI, y que éstos podrán continuar operando a discreción tanto en Irak como en Siria.

El envío de un contingente limitado no augura cambios esenciales en la correlación de fuerzas en Irak y Siria, y la negativa de Al Abadi a recibir 100.000 soldados “suníes” tampoco contribuye a allanar el futuro de un país seriamente dividido en religiones, etnias y sectas, una situación que se deterioró tras el derrocamiento de Saddam Hussein hace 12 años y cada vez es más grave.

Si no se producen cambios radicales en los próximos meses, el problema del Estado Islámico pasará a la mesa del nuevo inquilino de la Casa Blanca, quien deberá decidir si realmente quiere resolverlo, y en este caso deberá enviar a un gran número de soldados a Irak y Siria, una posibilidad que asusta a numerosos ciudadanos de Estados Unidos que todavía recuerdan la catástrofe de Irak.

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