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Obama 2.0: el presidente busca el consenso

Los demócratas confían en que los republicanos abandonen su oposición radical tras conquistar la Cámara de Representantes

ISABEL PIQUER

La batalla en Washington se anuncia dura. Pasada la resaca electoral de las legislativas del martes pasado, Barack Obama y los republicanos deben encontrar una forma de trabajar juntos. Les va a resultar complicado encontrar un terreno de consenso. Todo depende de cómo se interprete la derrota en las urnas de Obama: como un referéndum sobre el presidente, un rechazo absoluto de la política de su Gobierno, un giro ideológico del país hacia la derecha, una reacción visceral a la crisis económica o un poco de todo.

Ambos bandos difieren totalmente en el análisis de la situación. 'Ellos [los demócratas] piensan que no hemos cooperado lo suficiente', dijo el senador por Kentucky y líder de la minoría conservadora en la Cámara Alta, Mitch McConnell al día siguiente de las elecciones. 'Creo que el pueblo estadounidense ha dicho claramente que valoró que nos opusiéramos' a la política del presidente, opinó.

'Limitarse a decir no' no es una respuesta', advierte el demócrata Reid

Harry Reid, el líder demócrata en el Senado que sobrevivió milagrosamente al ataque de la contendiente del Tea Party Sharron Angle, lanzó una advertencia a la nueva mayoría. 'Los republicanos deben asumir sus responsabilidades para ayudar a resolver los problemas de los estadounidenses de a pie', dijo Reid, 'limitarse a decir no no es una respuesta. También tienen que decir que si, un si consensuado, negociado. El tiempo de la rencillas políticas ha terminado'.

El resultado de las urnas complica singularmente la situación. La Cámara de Representantes nunca ha sido tan republicana desde la Segunda Guerra Mundial pero el Senado se mantiene frágilmente en manos de los demócratas. Atrincherados cada uno en su cámara, situación que no se ha producido desde 1986, cada partido puede dedicarse a bloquear las iniciativas del otro.

El nuevo Congreso no se reúne hasta primeros de enero pero la próxima sesión del Congreso saliente, que vuelve a Washington a mediados de mes, dará una pequeña idea del tono del debate. El presidente ha convocado una reunión con los líderes de ambos partidos el día 18.

En su primera intervención tras la 'paliza' electoral, Obama habló de áreas de consenso en las que podría trabajar con los republicanos, mencionó una medida que simplifique los trámites de las pequeñas empresas para ampliar la cobertura médica de sus empleados bajo la nueva ley y se mostró dispuesto a respaldar la propuesta del líder republicano, Eric Cantor, contra los añadidos presupuestarios de los congresistas para favorecer a sus circunscripciones (los earmarks). Obama también advirtió de que los ciudadanos no querían ver repetidas las batallas de los dos últimos años.

Uno de los objetivos claramente declarados por los republicanos es recortar el déficit. Han anunciado que quieren reducir una quinta parte del gasto público, unos 100.000 millones de dólares. El único estímulo que los republicanos consideran válido para reanimar la economía es reducir los impuestos, en particular para los más ricos, los que ganan más de 250.000 dólares anuales. El equipo de Obama estima que es insuficiente y si bien está a favor de reducir la presión fiscal para las clases medias, se opone a ampliarlas a la franja más acomodada. The New York Times calculó que los planes conservadores podían añadir cuatro billones al actual déficit de aquí a 2020.

'Los republicanos están en periodo de prueba', comenta Karl Rove

La primera andanada republicana no fue exactamente conciliadora. McConnell eligió el escenario de la Heritage Fondation, unas de las instituciones más reaccionarias y poderosas de Washington, para lanzar su mensaje a Obama. Y no fue exactamente sutil al afirmar que 'la única forma' para su partido de llevar a cabo la agenda conservadora era asegurarse de que Obama no fuera reelegido en 2012.

McConnell fue muy claro en cuanto a las prioridades. 'Nuestros principales objetivos son abolir la reforma del sistema de salud, acabar con el plan de estímulo económico, reducir el gasto y el alcance de las intervenciones gubernamentales', y para ello 'debemos poner en la Casa Blanca a un presidente que no pueda vetar estas iniciativas'.

Derogar el plan de salud en su conjunto es casi imposible con un Senado demócrata y un veto presidencial, pero los republicanos podrían socavar la medida por dentro al reducir la financiación de las medidas sanitarias contempladas por las reformas.

Obama piensa que los estadounidenses quieren menos discusiones y más resultados. Al fin y al cabo, el tema central de la campaña fue que Washington estaba roto. Si los conservadores bloquean cualquier medida del Gobierno por motivos ideológicos, la opinión pública podría volverse rápidamente contra ellos. Lo decía el propio Karl Rove, el ex cerebro de George Bush, en un artículo de opinión en The Wall Street Journal: 'Los republicanos no deben autoengañarse, los votantes no renunciaron a los demócratas porque se vieron seducidos por los conservadores. Los datos electorales sugieren que muchos de ellos, aunque simpaticen con el partido, siguen bastante cautelosos. Los republicanos están en periodo de prueba. Y su éxito dependerá de que cumplan sus promesas electorales'.

Derogar la reforma sanitaria en su conjunto es casi imposible 

Los progresistas tiene una lectura totalmente distinta. En sus primero dos años de mandato, Obama extrañó al ala más radical del partido demócrata que le reprochó sus esfuerzos de diálogo con los conservadores y ahora exige al presidente más firmeza. Le recuerdan que se han quedado en el tintero sendas promesas electorales: la reforma migratoria, la ley medioambiental y la regularización de la presencia de gays en el ejército.

'Los progresistas están pidiendo a Obama que aproveche la oportunidad para usar más enérgicamente sus poderes ejecutivos y empiece por ejemplo con los bancos. También esperan del presidente que use su autoridad reguladora y sus prerrogativas como comandante en jefe para tomar decisiones que el Congreso republicano no pueda sabotear', comenta Dan Froomkin, comentarista del portal Huffington Post.

'Lo más importante que el presidente debe comunicar es fortaleza dice Neera Tandem, del Center for American Progress, un centro de análisis afín a los demócratas. Debe encontrar una manera de liderar el país sin que su destino dependa del Capitolio'.

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