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Occidente trata de cerrar a toda costa la guerra en Libia

El cansancio por el estancamiento militar fuerza una solución incluso pactando con Gadafi

TRINIDAD DEIROS

El día que empezaron los bombardeos sobre Libia, el 19 de marzo, pocos daban algo más que unos días al régimen de Muamar Gadafi. Hoy, cuatro meses después, lo que en palabras del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y del primer ministro británico, David Cameron, sonaba a paseo militar se ha convertido en una guerra en toda regla, cuyo curso no termina de definirse.

El estancamiento del conflicto, la incapacidad de los sublevados libios de afianzar sus frágiles avances militares y el coste económico de la guerra están poniendo a prueba no sólo la capacidad militar de los países que participan en la coalición coordinada por la OTAN, sino también el crédito político de quienes promovieron la operación militar.

Aunque no hay datos oficiales del conjunto de las operaciones en Libia, se conocen cifras como que, en junio, EEUU había gastado 505 millones de euros; Reino Unido, 228; Francia, 160; Italia, 142 y España, 43.

El cansancio de una guerra que ejércitos de países como EEUU, Francia y Reino Unido (los más implicados) y otros como España deben compaginar con la de Afganistán, está llevando a Occidente a forzar la máquina para lograr una solución política. El martes, el primer ministro francés, Alain Juppé, confirmó que 'países de la OTAN' han mantenido contactos con emisarios de Gadafi y que una solución política 'está tomando forma'.

'La guerra está estancada: los avances de los rebeldes no son lo suficientemente significativos para revertir la situación y ninguna de las partes puede vencer a la otra excepto por desgaste. El régimen de Gadafi está sufriendo las sanciones internacionales y los ataques aliados y no puede mantenerse a largo plazo. Una negociación política está

cerca', pronostica Enrique Ayala, general de brigada en la reserva y experto de la Fundación Alternativas.

El dictador libio, abocado a abandonar el poder, negocia a cambio de immunidad. Para ello, explica el general Ayala, 'se está evaluando la posibilidad de que Gadafi se quede en Libia, pero apartado del poder'. Esa sería la vía que le permitiría eludir ser procesado por la Corte Penal Internacional, que le ha imputado por crímenes de lesa humanidad.

Mientras se negocia con discreción con el régimen de Gadafi, los aliados dieron ayer el impulso definitivo para el reconocimiento internacional de la dirección de los rebeldes libios, el Consejo Nacional de Transición (CNT), como representante de su pueblo. En la cuarta reunión del Grupo de Contacto sobre Libia, celebrada en Estambul, no sólo este organismo reconoció al CNT como 'autoridad gubernamental legítima de Libia', sino que también lo hizo Estados Unidos, un país que al principio se había mostrado reticente a ello.

'Hasta que se instaure una autoridad interina, EEUU reconoce al CNT como la legítima autoridad gubernamental en Libia y tratará con él sobre esa base', afirmó la secretaria de Estado, Hillary Clinton. El Grupo de Contacto presentó también una hoja de ruta para la transición libia que plantea una negociación entre los dos bandos, una vez que Gadafi deje el poder, bajo la dirección del enviado especial de la ONU, Abdelilah al Jatib.

Gadafi podría quedarse en Libia, apartado del poder, según un experto El reconocimiento otorgado ayer al CNT no sólo trata de conferir 'legitimidad' a una dirección rebelde que aún debe demostrar si representa a los libios, sino que abre la puerta a que los sublevados puedan acceder a miles de millones de dólares de fondos libios en el extranjero que habían sido bloqueados. Un dinero que utilizarán, al menos en parte, para financiar la guerra contra Gadafi.

Para Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del think-tank Real Instituto Elcano, 'la falta de horizonte temporal de esta operación militar, mal planteada desde el punto de vista operacional, militar y de inteligencia, está obligando a los aliados a hacer lo que no querían, aunque todos niegan estar negociando con un Gadafi que basa su salida en su impunidad personal'.

La OTAN, explica este experto, 'busca ahora una solución rápida'. Máxime cuando en agosto empieza el ramadán, el mes sagrado de los musulmanes, lo que hace prever un mayor estancamiento de la guerra (pese a que la Alianza ha confirmado que no detendrá los bombardeos).

'Si se respeta el ramadán, y no hay grandes batallas en agosto, llegaremos a septiembre y entonces se puede producir una desbandada militar, con tripulaciones exhaustas (la OTAN lleva más de 15.000 operaciones aéreas y más de 3.000 ataques a objetivos en tierra) y con equipos al borde del estrés operacional. De ahí la urgencia de hallar una solución para una guerra que está poniendo a prueba a la Alianza', asegura Arteaga.

Sobre la legitimidad política como futuro gobierno del CNT, Arteaga considera que esta debe ser decidida 'por el pueblo libio' y de una manera 'menos arbitraria' de lo que se ha hecho hasta ahora. 'A la OTAN le viene muy bien negociar con el CNT, lejos de saber si representa o no a la población. Está bien negociar con ellos, pero no usarlos como

interlocutor definitivo: hay países que incluso están ya negociando los contratos petrolíferos', señala.

Mucho más grave es, en opinión de este experto, que esta operación militar que usó 'el principio de la responsalibidad de proteger como excusa para una intervención que obedecía a otros fines, como el propósito de derrocar a Gadafi de ciertos países, ha dado la puntilla a este novedoso concepto de las relaciones internacionales'. Una circunstancia que perjudica a Siria, donde sería de aplicación este principio, y que demuestra que 'hay un doble rasero'. Arteaga concluye: 'Ahora hay mucho interés en acabar con esto y pasar página en Libia. El riesgo que corremos es cerrar esta guerra en falso'.

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