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El Pentágono carga contra el mensajero

Acusa al jefe de la web de arriesgar la vida de iraquíes y afganos

I.S.U.

El Pentágono no está muy interesado en entrar en ningún debate sobre el contenido de los 400.000 documentos hechos públicos por Wikileaks. Tampoco ha dado muestras en su primera reacción pública de tener la intención de abrir una investigación sobre los crímenes cometidos.

Al igual que cuando Wikileaks colocó en su página web miles de documentos sobre la guerra de Afganistán, EEUU prefiere jugar el papel de fiscal. Acusa a la organización dirigida por Julian Assange de 'inducir a algunos individuos a violar la ley' al difundir documentos secretos.

'Al hacer pública esta información sensible, Wikileaks continúa poniendo en peligro las vidas de nuestros soldados, de nuestros aliados y de los iraquíes y afganos que trabajan con nosotros', dijo el Pentágono en un comunicado.

Es lo mismo que se dijo después de que se conocieran los documentos sobre Afganistán. Sin embargo, tres meses después, un portavoz de la OTAN en Kabul afirmó que no conocía ningún caso de personas que hubieran requerido protección o que hubieran tenido que huir a causa de la filtración de esos informes. El jefe del Pentágono, Robert Gates, informó al Congreso de EEUU que esos papeles no habían revelado 'ni las fuentes ni los procedimientos de los servicios de inteligencia'.

Assange explicó ayer en Londres que el objetivo de Wikileaks es 'corregir los ataques contra la verdad que han ocurrido antes, durante y después del fin oficial de la guerra'. A pesar de los ataques que está recibiendo, no parece que eso vaya a echarle atrás: 'Sólo me preocupa que la prensa internacional dé credibilidad a esas declaraciones del Pentágono'. Assange contó que Wikileaks revisa los documentos y que ha eliminado de forma sistemática nombres de iraquíes, sean policías o prisioneros.

En esta ocasión, Assange no estaba solo cuando se presentó ante unos 200 periodistas. Además de los medios de comunicación con los que ha colaborado (The New York Times, The Guardian, Le Monde o Al Jazeera), Wikileaks se ha ganado el apoyo de otras ONG como Iraq Body Count, que comenzó a hacer un registro de las muertes de civiles en Irak cuando el Pentágono se negó a hacerlo, o de abogados británicos que han investigado violaciones de derechos humanos en Irak y Afganistán.

La estrategia norteamericana, apoyada por algunos medios de comunicación, consiste en pintar a Assange como un personaje sin escrúpulos, amante de la notoriedad, a pesar de que sus apariciones en los medios de comunicación son contadas.

La probable fuente de los documentos secretos es Bradley Manning, el soldado de 22 años que está encarcelado en una prisión de Virginia y que se arriesga a sufrir una condena de varias décadas. Su situación es un recordatorio permanente de lo que le puede ocurrir a Assange si se pone a tiro de las fuerzas de seguridad norteamericanas.

En Irak, resulta difícil que las revelaciones de Wikileaks tengan alguna repercusión. El primer ministro, Riyad Maliki, ha dicho que 'las detenciones no se realizan sobre una base sectaria ni sobre la pertenencia del prisionero a un grupo determinado, sino por las pruebas que condenan a la persona, sin discriminación'. El Gobierno, controlado por los partidos chiíes, no tiene ninguna voluntad de investigar.

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