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Las primarias se quedan en un duelo Romney-Gingrich

La contienda por la nominación republicana ya se limita a dos candidatos

ISABEL PIQUER

La carrera hacia la nominación republicana es ahora un duelo entre dos hombres: Mitt Romney y Newt Gingrich, dos candidatos radicalmente distintos que confirman la escisión dentro del partido entre conservadores y moderados.

Carolina del Sur, que ayer celebró sus primarias, enterró las esperanzas presidenciales del exembajador estadounidense en China, Jon Huntsman y del gobernador de Texas, Rick Perry, que dimitieron esta semana y ayudó, con su electorado conservador y evangelista, a resucitar las ambiciones del expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. Una cosa parece segura: el suspense de las primarias se va a prolongar más de lo esperado.

El último sondeo en Carolina del Sur daba por ganador a Gingrich, con el 40%

Al cierre de esta edición no se conocían todavía los resultados. La encuesta del American Research Group, hecha pública por la CNN, otorgaba una amplia victoria a Gingrich (40%) frente a Romney (26%). Hace tres días estaban empatados, prueba de la volatilidad de estos comicios.

La lucha enfrenta a dos hombres muy distintos. Un empresario millonario, hijo de político (su padre George Romney era gobernador de Michigan y se presentó a las primarias de 1968) que lleva cuatro años, desde su derrota ante John McCain en 2008, pensando en las elecciones presidenciales. Y un exprofesor de Historia que en los años noventa encendió los ánimos de su partido con su 'revolución conservadora' y su enfrentamiento con el entonces presidente Bill Clinton, para luego caer en desgracia. En 1997 fue multado con 300.000 dólares por la Comisión de Ética de la Cámara por varios delitos menores (no pagar todos sus impuestos, aceptar demasiados regalos y otros).

La fortuna de Romney ha supuesto un problema inesperado. Ser rico nunca había sido un obstáculo para un candidato republicano. Pero la crisis, el paro y el populismo de Gingrich, que escandaliza a muchos de los suyos, han cambiado los términos del debate. Las reticencias de Romneya desvelar los detalles de su declaración de Hacienda y la magnitud de sus haberes (se estima su fortuna en algo más de 200 millones de dólares) le han costado votos.

Romney ya no tiene la ventaja de la «inevitabilidad» de su victoria final

Parece increíble que un político como Gingrich, con tantos esqueletos en el armario, haya dado semejante vuelco en los sondeos. Ha conseguido incluso desactivar la bomba informativa que supusieron las declaraciones de su exesposa, Marianne, en las que acusaba al candidato de infidelidad, y convertirlas en un ataque injustificado de los medios 'vendidos a la causa progresista'.

Siguen en liza otros dos contendientes, el exsenador de Pensilvania y favorito del Tea Party, Rick Santorum, y el veterano congresista de Texas, Ron Paul, quien, con sus ideas antigubernamentales, se ha granjeado el apoyo de un pequeño núcleo de incondicionales dentro del electorado conservador. Ambos van a hacer lo posible por permanecer en la carrera, aunque saben que no llegarán a la nominación, para cimentar su perfil político de cara a la convención de este verano y de los posibles pactos que se negocien por el reparto de poder en el partido.

Santorum consolidó el viernes su posición después de que el partido republicano de Iowa le declarase formalmente ganador de los caucus (asambleas populares) del pasado 3 de enero. En principio, Romney ganó la primera etapa de las primarias, por tan sólo ocho votos de diferencia, pero esta semana el recuento definitivo reveló que Santorum había sido el ganador (por 34 votos). Como se perdieron algunos de los resultados de los 1.774 distritos, el partido intentó dejar el tema en empate técnico, pero cambió de opinión 'por mor de la claridad', declaró en un comunicado.

Es algo más que una anécdota. Las victorias de Iowa y de New Hampshire crearon una sensación de 'inevitabilidad' que la campaña de Romney usó para dar casi por terminadas las primarias. Enero iba a ser sólo un trámite que Florida (el próximo día 31) culminaría con una victoria. Pero el empecinamiento de Gingrich y las dudas del electorado conservador sobre el favorito le han chafado los planes.

Santorum definía la contienda como lid entre un 'candidato demasiado radiactivo' y 'grandioso' y otro demasiado frío, incapaz de entusiasmar a sus seguidores, 'porque no tiene planes atrevidos'. Santorum, que no ha conseguido hacerse un hueco en Carolina del Sur, intentaba sin mucho éxito presentarse como un contendiente más equilibrado, pero lo tiene difícil en Florida, un estado en el que cuesta mucho más dinero competir.

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