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"La primavera palestina todavía no ha llegado"

Israel blinda la ciudad vieja de Jerusalén y cierra el paso a los jóvenes

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

'La Primavera Árabe puede haber llegado a varios países, pero la primavera palestina todavía no está aquí. En realidad, ni siquiera sabemos cuándo vendrá', comentó anoche con acusado pesimismo un joven palestino, después de escuchar el esperado discurso del presidente Mahmud Abás ante la Asamblea General de la ONU.

En los territorios ocupados existe un desconcierto generalizado, aunque es evidente que muchos palestinos, especialmente en Cisjordania, donde fluye la generosa ayuda occidental, están conformes con la línea que ha impreso Abás desde la muerte de Arafat en noviembre de 2004: la vía pacífica y no violenta es el único camino válido para obtener los objetivos políticos.

De ahí que, después de siete años de promover esta línea pacifista, exista una gran frustración, de manera especial al ver que Israel sigue ampliando su presencia en Cisjordania, incluida Jerusalén, a través de un crecimiento y construcción sistemáticos en las colonias, una expansión que ha metido en guetos a la población palestina y que nada ni nadie puede detener.

La frustración de los palestinos crece con la edificación de nuevas colonias

Las puertas de la ciudad antigua de Jerusalén volvieron a estar vigiladas por la Policía y otros cuerpos paramilitares. A los palestinos varones adultos no se les permitió dirigirse a la mezquita de Al Aqsa. Los agentes desplegados revisaban cuidadosamente la documentación que les presentaban todos los palestinos que querían entrar y echaban para atrása los menores de 50 años.

Intramuros, en la subida de la Tequiyya que conduce a la Explanada de las Mezquitas, decenas de soldados y policías impedían el acceso a una veintena de jóvenes que se habían colado en la ciudad vieja, tal vez pasando la noche en alguna casa de la zona. Ocasionalmente se producían forcejeos, se practicaban detenciones y se escuchaba el grito de 'Allahu akbar' (Dios es grande).

Pero, en esta urbe de acusados contrastes, en la misma calle donde tenían lugar estos choques, paseaban turistas extranjeros que habían venido a pasar unas horas en Jerusalén, para visitar los lugares sagrados tan abundantes en su recinto. Paseaban con semblantes despistados, ajenos a la lucha soterrada que mantienen árabes e israelíes.

Los soldados tenían órdenes de que no hubiera ningún muerto en este día

Sobre la ciudad antigua ondeaban decenas de banderas israelíes. Se veían en todas las direcciones, una imagen que, no sólo se ha convertido en moneda corriente, sino que tiene una tendencia creciente. Los judíos están echando poco a poco a la población autóctona y por ciertas calles que conducen al Muro de las Lamentaciones el trasiego de judíos, religiosos y no religiosos, es particularmente intenso.

Extramuros, frente a la Puerta de Damasco, cientos de palestinos jóvenes a quienes no les habían permitido entrar en la ciudad vieja se colocaron en filas orientados hacia La Meca y realizaban sus postraciones sobre el suelo de la calle, ante la mirada atenta de los mismos policías que unos minutos antes les habían impedido el paso.

Al final de la oración, un adulto de mediana edad se dirigió a los fieles exhortándoles a que fueran conscientes de que el día de ayer era especial, que pocas horas después el presidente Abás hablaría en la ONU pidiendo un Estado palestino. Poco a poco, los congregados se fueron disolviendo. En el cielo, un zepelín de la Policía sobrevolaba Jerusalén a baja altura.

En otros lugares de Cisjordania también tuvieron lugar protestas y el Ejército israelí se empleó con más cuidado que en otros momentos. El ministro de Defensa, Ehud Barak, había advertido a las Fuerzas de Seguridad que no quería ni un solo muerto. Los israelíes no querían que la alocución del primer ministro, Binyamín Netanyahu, ante la Asamblea General se viera empañada de esa manera. En varios lugares, el Ejército utilizó medios antidisturbios y los soldados mataron a un hombre de 35 años en Qusra, un pueblo cercano a Nablus, al norte de Cisjordania.

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